Nunca tuviste apodo
y te lo he puesto ahora,
porque es tarde:
es tarde para la luna,
es tarde para la noche
y es tarde para los vocablos.
Poner un nombre para un eco
que nunca salió de sus sueños
- como hacen los sueños con nosotros...
¿Sabes que las cosas importantes nunca fueron puntuales?
La luna nunca estuvo antes impregnada de tu nombre
hasta que cronometró las idas y venidas de estas mareas inquietas
- en ella está tu luz ahora,
como si cada luna fuera
el espejo de ese sueño
arrasado por un reloj...
... ¿y respirar la noche en la mirada,
robar la luna en el aliento,
y saborear nocturnos espacios caldeados
en los imanes de silencio entre los ojos?
Te quedaste la luna,
persistente y formal,
y yo me quedé el nombre,
el néctar y el destello de aire
de sus zumbidos cálidos de plata...
...
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...
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