El verano vende el espejismo
de que la noche es cálida
y las estrellas son faros
lejanos que surcan
sus espacios templados;
que se puede respirar fuerte
y dejar que las corrientes
bañen el cuerpo sin escalofríos,
porque el viento favorece
a los cuerpos desnudos
por simpatía con las caricias...
Puedes extender la mano
y hacer círculos entre las estrellas
como si tus dedos juguetearan
entre el mismo aire caliente
que las baña
- pero es un espejismo
al que damos un crédito
consciente...
Porque todo está frío, por eso,
hay que recibir al engaño
-aquello que no puede ser
mostrado como si fuera-
desde el vendaval de un risco,
lejos de todo,
en la noche,
de pie y en el borde,
sólo por saber
qué se siente...
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