El sueño de establecer una unión física entre África y Europa a
través del Estrecho de Gibraltar, como símbolo de unión de
civilizaciones, acercamiento de culturas y testimonio, a la vez, de
la fantástica capacidad humana para superar barreras geográficas,
es un viejo conocido de las arcas publicas españolas, aunque sigamos
sin puente. Recientes proyectos ambiciosos han suscitado, de nuevo,
interés en la realización de una idea siempre truncada por los
avatares y vaivenes bélicos del Siglo XX.
Proyecto de puente colgante
Analizando
el devenir histórico del heterogéneo conjunto que conforman los
humanos híbridos sapiens-neanderthal euroasiáticos, se puede
observar que en determinados momentos de optimismo antropológico la
construcción de puentes entre culturas, civilizaciones o
continentes, en pro del bien común, la fraternidad y el progreso (y
del comercio cuantioso), es uno de los síntomas civilizatorios
preferidos por dichos híbridos humanos de la sección occidental de
Eurasia. Posteriormente, cuando dichas esperanzas se derrumban como
parte de un fenómeno cíclico, dentro del cual al optimismo
progresista le sigue una época de pesimismo histórico, escapismo
espiritual, negación del humanismo y exaltación de la identidad
nacional, la guerra, el saqueo, la aniquilación y el exterminio, el
híbrido sapiens-neanderthal se recrea en el placer de bombardear
dichos puentes como medida estratégica para evitar que dicho ataque
de optimismo anterior no sirva de “puente” para que los “otros”
practiquen en “nosotros” nuestros más íntimos sueños para con
“ellos”. Es por ello que la máxima “los puentes se construyen
para luego poder bombardearlos” es la norma.
No
es casualidad que los puentes romanos que quedan en pie estén
construidos en emplazamientos de escaso valor comercial o
estratégico. Los otros fueron destruidos, reconstruidos y
redestruidos varias veces, hasta que los explosivos facilitaron la
tarea de completar el ciclo correspondiente haciendo menos aparatosa,
y más espectacular, su labor civilizatoria de los dos últimos
siglos.
Ya
los romanos eran conscientes de que un puente para invadir y
civilizar es también un puente para ser invadido y asilvestrado por
hordas extranjeras. El pontífice (que etimológicamente significa
constructor de puentes) era el antiguo funcionario que tenía a su
cargo cuidar el puente sobre el río Tíber. El cargo se fue
sublimando gradualmente hasta designar a las más altas autoridades
religiosas de Roma, incluido el rey o, tras la república, el
emperador, y en la actualidad lo ostenta, heredado de las águilas
imperiales, el Papa de Roma, quien sin embargo sólo tiende puentes
espirituales que no se pueden ni cruzar ni bombardear- las soluciones
cristianas, tan sutiles. Lo que está claro es que el símbolo del
puente tiene un hondo calado histórico y cultural para el híbrido
sapiens-neanderthal de este extremo del continente. El puente soñado
por Leonardo Da Vinci que uniera Asia Menor con Europa a través del
estrecho del Bósforo no habría sobrevivido a la Guerra de Crimea o
a la I Guerra Mundial, por lo que tampoco hay que lamentar demasiado
que nunca se construyera; sin embargo, con la fe en el progreso que
siguió a la II Guerra Mundial, y la ola de optimismo que trajo
consigo (optimismo pasmoso y, a priori, improbable, dado que acababan
de matar a alrededor de 200 millones de personas, híbridos y
no-híbridos, en todo el planeta), finalmente se llevó a cabo el
sueño de Leonardo, y por partida doble: en 1973 se terminó la
construcción del Puente Boğaziçi, o Puente Bosphorus, y en 1988 la
del Puente de Fatih Sultan Mehmet, ambos grandes hitos de la
ingeniería, el progreso técnico, etc. cuya destrucción futura, por
suerte, no supondrá una dificultad técnica para el menú de
explosivos ya disponible en la actualidad- mi contemporánea fe en el
progreso me indica que serán aún mejores llegado el momento. Por
otro lado, siguiendo esta fiebre “por un futuro mejor” como
certeza-axioma, también fueron unidas Francia e Inglaterra a través
del Canal de la Mancha, mediante la construcción del Eurotúnel,
abierto el 6 de mayo de 1994, que comunicó por fin ambos países con
trenes de alta velocidad. Ni el nombre de Eurotúnel, recurso burdo del
europeísmo, ni sus ventajas económicas potenciales sirvieron,
dentro de la fiebre de filantropía de los tiempos, para borrar la
memoria de dos países que se han enfrentado en todo tipo de guerras.
Por ello, al menos el túnel será más fácil de cerrar en el
futuro, inundándolo, para que la horda de optimistas que siga a la
próxima aniquilación se ahorre al menos una buena pasta en materia
de obras públicas. Y en este punto llegamos al Estrecho de
Gibraltar, una oportunidad demasiado tentadora para la ingeniería de
futuros-teletubbie que fabrica sueños industriales de fraternidad (y
puentes) como para librar a la zona de sus tentáculos de calamar
providencial enviado desde un futuro maravilloso de paz y
prosperidad.
En
el Siglo XX eran muchos los intereses comerciales en establecer una
unión física entre Europa y el norte de África, especialmente por
parte de Francia y España, que lograrían así una comunicación más
fluida y menos costosa con sus colonias de Argelia o Marruecos. La
zona más corta del estrecho tiene unos 12 km de longitud, pero
también es la más honda y en algunos puntos alcanza los
900 m. de profundidad. La mejor relación ancho/profundidad, con vistas a una obra
viable, es la que discurre entre Punta Paloma y Ras Malabata, con una
longitud de 28 km y una profundidad que no supera nunca los 300 m.
Además, la zona es el punto de fricción entre la placa tectónica
euroasiática y la africana, con gran actividad sísmica, lo que
añade más dificultades técnicas a la realización de este sueño
civilizatorio.
Se
suele decir que soñar es gratis, pero ciertamente, al estudiar la
historia onírica de obviar el mar para pasar a África desde España
descubre uno que algunos, sin embargo, lograron hacer rentable
profesionalmente la mera transcripción alfabética y en papel de sus
intenciones durante 165 años. La historia de este sueño es la
enumeración cronológica de la creación de todo tipo de organismos
oficiales, comisiones, juntas, o plataformas, con todo tipo de
consejos, altos cargos, comités de expertos y grupos técnicos de
trabajo, que elaboran desde el Siglo XIX todo tipo de estudios e
informes que resultan todos, eso sí, muy costosos- total, son las
arcas públicas. Mientras tanto, seguimos cruzando el estrecho en
barco.
Oficialmente,
la idea de un túnel subterráneo que permita cruzar el estrecho a
pata coja y sin salpicaduras, y su realización, surge en España en
1869, cuando el Consejo de Obras Públicas del Gobierno Español
presentó un primer informe sobre el proyecto, siendo Carlos Ibáñez
de Ibero quien en 1908 realizó un primer diseño de un doble túnel
con una tercera galería de servicio, que no fue realizado dadas las
circunstancias poco aciagas a los proyectos optimistas que el
estallido de la I Guerra Mundial trajo consigo. Mariano Rubio y
Bellvé, ingeniero militar español, recibió luz verde por parte de
la corona para redactar un nuevo proyecto de túnel en 1918,
recibiendo todos los datos existentes al respecto en los diferentes
ministerios del gobierno de España, para llevar a cabo estudios
geológicos y marinos sobre el trazado de un doble túnel
subterráneo, similar en esencia al propuesto por Carlos Ibáñez de
Ibero, destinado a la circulación del ferrocarril. En los tiempos
optimistas que sucedieron a la fiesta de sangre y puentes volados por
los aires que supuso la I Guerra Mundial, Pedro Jevenóis La Bernade
dirigió una instancia al rey Alfonso XIII en 1925 para continuar
dichos estudios, y la propia Cámara de Comercio de Tolousse solicitó
al gobierno francés que considerara su participación. Como
resultado de estos trabajos, concluyeron que la ruta más factible
sería la que uniera Tarifa, desde Torre de la Peña, en el lado
europeo, con Punta Ferdigua (Anghera), en el africano. A la llegada
de la II República los estudios fueron detenidos hasta 1933, cuando
se reanudaron hasta el estallido de la Guerra Civil, que dio al
traste con la iniciativa, más propia de épocas optimistas que de
fratricidios con puentes dinamitados como complemento tradicional. Si
bien este proyecto nunca se realizó, los diversos trabajos e
investigaciones (entre ellas las relacionadas con el uso de
explosivos submarinos) aportaron datos que serían de gran utilidad
con posterioridad para la realización de más informes, estudios y
proyectos en España, y túneles en el resto del mundo. Así,
aspectos importantes de su diseño fueron aprovechados en la
construcción del Eurotúnel, concebido igualmente como un doble
túnel ferroviario con una tercera galería central de servicio.
De
manera paralela, el período de entreguerras dio a luz ideas
brillantes como la del arquitecto pacifista alemán Herman Sörgel,
quien propuso la construcción de dos presas gigantes, una en el
Estrecho de Gibraltar y otra en los Dardanelos (Mar Negro), con el
objeto de controlar el nivel del Mar Mediterráneo hasta ganarle 600.000
kilómetros cuadrados mediante su gradual evaporación, donde podrían
vivir hasta 150 millones de personas, extensión de tierra y mar que
sería bautizada con el rimbombante topónimo de “Atlantropa”;
las ciudades costeras mediterráneas serían trasladadas a las nuevas
costas y rebautizadas como Nueva Melilla, Nueva Valencia, Nueva
Venecia, etc. Además, preveía la obtención de energía verde
mediante la instalación de enormes turbinas que generarían hasta
50.000 megawatios de electricidad. Esto, según Sörgel, no sólo
solucionaría la dependencia energética europea, sino que la
fortalecería ante las entonces emergentes economías de Estados
Unidos o Japón. Además, era partidario de la construcción del
túnel que ya estudiaban en España, y de uniones adicionales
aprovechando la bajada del nivel del mar en zonas de Sicilia y
Nápoles, para la creación de lineas ferroviarias que unieran
Alemania y un continente africano cuya colonización sería la base
de la prosperidad económica de esta Europa unida, pacifista,
progresista y civilizatoria. La presa tendría unas modestas
dimensiones de 300 metros de altura, 500 metros de ancho y 35
kilómetros de longitud. La necesidad, dadas las dimensiones de la
obra, de la cooperación de todas las naciones europeas fortalecería
los naturales lazos históricos entre estos países y los haría
trabajar juntos por un objetivo común de progreso, colaboración,
fraternidad y futuro, imagen visionaria de una unidad europea que en
unos años alcanzaría la plétora en la gran expresión de amor
fraternal que supuso la II Guerra Mundial.
Sörgel
llegaba más lejos. A través de Sicilia pretendía establecer una
serie de carreteras y ferrocarriles que unieran Berlín con Ciudad
del Cabo, y así proceder a la total colonización de África,
considerada desde su humanismo, pacifismo y fe en el progreso, como
una serie de protoculturas desperdigadas y despreciables en un
sentido matemático, de las cuales las ubicadas en las regiones menos
productivas podrían ser inundadas en pro del bien común mediante la
construcción de otra presa en el Nilo que creara un nuevo mar
interior en el continente del que, según los pronósticos de Sörgel,
nacería un hipotético segundo río Nilo que regaría el desierto
del Sahara. Además, con la bajada del nivel del Mar Mediterráneo
prevista (unos 200 metros) se podría crear el ansiado estado de
Israel en la superficie de tierra ganada. Secar el mar Mediterráneo,
según Sörgel, e inundar a los africanos más pobres, solucionaría
todos nuestros problemas, los de África y probablemente los del
mundo entero, nos haría más ricos, más buenos, más listos y más
guapos, a pesar de que haría elevarse 33 cm. el nivel de los océanos
del resto del mundo sin necesidad de calentamiento global, y de que el
futuro bombardeo de la presa provocaría un tsumani que visitaría
las costas mediterráneas con una fe en el progreso de 150 Km./h y
millones de hectolitros de amor universal. Sin embargo, tanta fe en
el futuro y en la tecnología no fue suficiente para evitar que este
filántropo muriera atropellado por un coche cuando circulaba en
bicicleta en Múnich el 25 de diciembre de 1952, quedando su
proyecto, que incluía un plan inicial y cinco libros escritos y
editados al respecto, guardados en un cajón.
Otras
iniciativas dignas de mención fueron el proyecto de tubo sumergido
de Fernando Gallego Herrera presentado en 1929 (básicamente una
manguera subacuática con ferrocarriles), que abarataba los costes y
eliminaba las dificultades técnicas asociadas a la excavación, pero
que traía como contrapartida nuevas dificultades técnicas dadas las
fortísimas corrientes submarinas del estrecho. El proyecto de puente
suspendido de Alfonso Peña Boeuf (1956) es otra iniciativa
importante, que resultaba irrealizable dadas las colosales
dimensiones que precisaba tanto para los pilares como para las luces
de los apoyos.
No
fue hasta 1972, cuando el Ministerio de Obras Públicas crea la
Comisión para el Estudio Previo sobre la Viabilidad de una
Comunicación Permanente entre España y África a través del
Estrecho de Gibraltar, que el espíritu pontífice interrumpido por
la Guerra Civil y la dictadura franquista, y su consiguiente
producción de organismos y comisiones que producen a su vez estudios
e informes, regresa. La Comisión estaba encargada de aprovechar la
información existente para establecer las condiciones y el programa
a que deberían ajustarse los estudios sobre viabilidad técnica,
económica y financiera para el establecimiento de una comunicación
fija permanente, apta para el transporte de personas y mercancías,
entre España y África, a través del Estrecho de Gibraltar. En la
Declaración de Fez de 16 de junio de 1979 se creó una comisión
mixta hispano-marroquí, que se reunió por primera vez en Madrid en
junio del 1980. En ese mismo año el Coloquio de Tánger estableció
un Comité Mixto Intergubernamental permanente, responsable de la
ejecución del Acuerdo, y dos sociedades estatales para la
realización de los estudios bajo la alta dirección del Comité: la
Sociedad Española de Estudios para la Comunicación Fija a través
del Estrecho de Gibraltar (SECEGSA) con sede en Madrid y la Societé
Nationale d'Etudes du Détroit (SNED) con sede en Rabat. Se puede
decir que se recuperó el tiempo perdido durante el franquismo en
cuanto a la producción de grupos expertos y organismos productores
de informes. Así, ambos países abordan dos posibles vías de unión:
un puente sobre apoyos fijos y un túnel subterráneo, aunque no se
descartan las alternativas de la construcción de un puente sobre
apoyos flotantes o el mencionado tubo submarino.
Los
inconvenientes del puente sobre apoyos fijos están en la gran
profundidad del paso más corto del estrecho (hasta 900 metros de
profundidad y 15 Km. de longitud), lo que lo hace inviable dados los
grandes costes económicos que implicaría su construcción y la
dimensión colosal de los pilares, que plantean grandes desafíos
técnicos. Construir el puente en el tramo entre Punta Alboassa
(Marruecos) y Punta Paloma (España), más largo (28 Km.) pero de
geología más favorable y con profundidades marinas de 250-300
metros, supondría aún así multiplicar por tres los records
actuales en cuanto a pilares y luces del puente (con alturas de
2000-2500 metros), aunque los técnicos implicados en el estudio lo
señalan como costoso, pero viable. Los grandes pilares, además,
dado el enorme tráfico marítimo que registra el estrecho,
supondrían un peligro permanente ante posibles colisiones, lo que
los convierte en un inconveniente añadido.
En
1995 se retoma la idea, reforzada desde 1989 frente a la propuesta de
puente sobre apoyos fijos, del túnel ferroviario desde Punta Paloma
hasta punta Malabata, cerca de Tánger, de 42 kilómetros de
longitud, con dos galerías para la circulación ferroviaria y una
para servicios y seguridad, pero sondeos realizados en 2005 revelaron
la presencia de dos paleocanales con sendas brechas arcillosas que
hacen más inestable el terreno y dificultan la realización de la
obra.
Trazado del proyecto mas reciente de túnel subterráneo
Corte transversal de las galerías proyectadas para el túnel
subterráneo
El
actual escenario de cambio climático, con el deshiele de los polos,
glaciares y masas de hielo de Groenlandia o la Antártida, han dejado
desfasados tanto al sueño del túnel como al viejo sueño del puente
pacificador, y han sacado del olvido el espíritu
regulador-evaporador de Herman Sörgel, surgiendo la idea más
intrépida y novedosa de la actualidad: la construcción de una
presa-puente en el Estrecho. No sólo se hace regresar de entre los
muertos a la idea de convertir al mediterráneo en una piscina de
altura regulable, sino que transforman el espíritu de dominio de la
oclusiva dental sorda (t) sobre la oclusiva bilabal sorda (p) del
nombre original de Atlantropa (dos frente a una) en el dominio de la
oclusiva bilabial sorda (p) sobre la oclusiva dental sorda (t) de
Presa-Puente (dos frente a una), dato que tal vez se deba a la
existencia de alguna sociedad secreta de promotores de palabras cuya
pronunciación implique escupir, en el gremio de los ingenieros y
arquitectos- tal vez alguna misteriosa logia masónica.
Proyecto de la Presa-puente del Estrecho
La
Presa-Puente tiene básicamente los inconvenientes de no ser ninguna
de las dos cosas, al no tener las ventajas de ser plenamente alguna
de ellas. No es una presa, aunque necesite casi los mismos
materiales, ni es un puente, aunque se pueda bombardear para
liquidarlo, y esa sutil diferencia estriba en que se pretende cerrar
el estrecho como si de una presa se tratara, pero dejando una
estrecha franja central libre para el tráfico marino sobre la que
pasaría un puente. La Presa-Puente permitiría controlar el nivel
del mar mediterráneo ante la segura subida de los niveles de los
océanos como consecuencia del calentamiento global, gracias a un
sistema de esclusas bajo la parte central de circulación naval
libre. La construcción de sus muros mediante la inmersión de rocas
crearía la estructura más estable posible ante los fenómenos
sísmicos propios de la zona. Sobre la Presa-Puente circularía una
autopista de cinco carriles en cada dirección, líneas ferroviarias
de alta velocidad y de mercancías, más una red de oleoductos y
gaseoductos. La franja central abierta de dos kilómetros y medio de
largo no sólo permitiría la circulación naval a través del
estrecho, sino también los movimientos migratorios de la fauna
marina, y el puente de optimismo, con las mencionadas esclusas que
permitirían monitorizar y controlar el flujo de agua por la presa
hasta incluso cerrarla por completo, harían realidad el sueño de
ciclista de destino fatal de Herman Sörgel.
Parte central del proyecto
La
presa tendría alrededor de 20 Km. de longitud, 2 km. de anchura en
la base y 1 km. en la superficie e implicaría el vertido al mar de
7.000.000 de bloques de piedra, con el consiguiente impacto ecológico
para la fauna marina local, y el puente central tendría un gálibo
de 100 metros que permitiría circular a cualquier tipo de
embarcación. El Anteproyecto incluye la construcción de “una
especie de Eurovegas” en algún punto de su trayecto y cuatro
puertos destinados a la Sexta Flota de EE.UU., y estima que las
inversiones serán rápidamente recuperadas a través de los peajes
que se impondrán a quienes circulen por la Presa-Puente. Se
considera, además, que la inversión no superaría al coste de la
obra que se realiza en la actualidad para proteger Venecia, y que su
realización, al permitir controlar el nivel global del agua del mar
mediterráneo, evitaría la costosa construcción de otras
estructuras en otros lugares con problemas similares a los de Venecia
o el delta del Ebro, en España.
Puente central del Proyecto Presa-Puente del Estrecho
Nos
encontramos, efectivamente, con un Proyecto pacificador con puertos
militares, gas natural, petróleo, presas, puentes y casinos, y el
espíritu civilizador que toda obra como esta precisa, en tiempos
convulsos donde todo apunta a que la crisis de 2008 se resolverá
mediante otra guerra mundial y su natural afición por dinamitar los
puentes humanistas interculturales edificados en bien del progreso y
la libertad y fraternidad universales. ¿Podrá tanto bien común con
la todopoderosa naviera que controla el flujo humano por el estrecho
y a la que cualquier unión física frustraría por completo su
principal negocio? El híbrido sapiens-neanderthal de estas latitudes
nos sacará de dudas mientras los ciclos de construcción-destrucción
continúan su devenir implacable por la historia de las ilusiones y
desilusiones del ser humano, y sus puentes...
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5 comentarios:
Excelente.
Un saludo.
Muchas gracias, Kenit! :)
Te has olvidado del Juego de la Oca. De puente a puente y tiro porque me lleva la corriente!
Muy bueno!
Gracias, galleta!!
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