Podéis llamarme roto,
pero no puedo participar
en los coloquios sobre el misterio
de vuestras almas arrancadas
como carteles amarillentos
a una pared combada de sombra
que está a punto de hundirse
sobre su musgo helado...
en los coloquios sobre el misterio
de vuestras almas arrancadas
como carteles amarillentos
a una pared combada de sombra
que está a punto de hundirse
sobre su musgo helado...
Tampoco puedo mezclarme
en los duelos de vanidades
donde se cargan toneladas
de argumentos para decir
en mil verbos que una indiferencia
en los duelos de vanidades
donde se cargan toneladas
de argumentos para decir
en mil verbos que una indiferencia
desconcertada y sudorosa
que no existe, os vence...
que no existe, os vence...
No puedo dejar de ver
las transparencias de la
tristeza que huye entre
estos grises fugitivos
pobres, vacíos y ciegos...
las transparencias de la
tristeza que huye entre
estos grises fugitivos
pobres, vacíos y ciegos...
... y bebe la tristeza el amarillo amargo
en rincones dejados al tono inútil
de un tiempo de una cadencia absurda...
en rincones dejados al tono inútil
de un tiempo de una cadencia absurda...
Os
dejo
por
lealtad
a
mí...
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