martes, 13 de septiembre de 2011

Amalgama


Mammonio aporrea la guitarra. Está ciego, sabe que ralla a la gente. Es un suma y sigue. Yo lo acompaño. Algunos miran. A algunos les gusta. La chica tiene cara de aburrida. No me extraña, pero me cae mal, supongo que por prestarse a esto sin interesarle. A su acompañante le da igual que se aburra. Hay que vivir, qué coño...

(...)

Camino de su casa pasé de largo a una chica. Su teléfono sonó a mi espalda. Puso voz de seria e importante.

- Sí, soy yo, pero, ¿quién es usted?

Estaba esperando el clásico “ahhh” que entonan fingiendo sorpresa agradable cuando descubren que no es ni Freddie Kruger ni la CIA, investigando su interesantísima vida, quien les llama. Qué coñazo. Toda una vida viendo a la gente poniéndose a temblar cuando suena el teléfono y no conocen el número, ¿qué coño pasa? Ya sabes, de esas personas que dan un respingón cuando llaman a la puerta, da igual que sea al mediodía. No sé de dónde sacan ni el tiempo ni la energía para estar asustados todo el puto tiempo. La gente está amamonada.

- Ahhhh... Claro, ¿qué tal?

(...)

Paramos de tocar un rato. Ahora la chica aburrida me sonríe. No me jodas. Odio que me miren mal al principio, y que tras tocar me miren de otra forma, me hace sentir un mentiroso. Sigue despreciándome, guiri de mierda, al menos era un sentimiento puro y sincero. “Te vi el otro día en la tele” me dice uno de los invitados de Mammonio. Es la frase que más oigo últimamente. Las reposiciones de las cadenas locales, por falta de dinero, al final nos están viniendo bien. Todos los que conozco me han visto ya en una u otra cadena. Claro que, para un neurótico-paranoico como yo, eso da lugar a no saber estar en los sitios, a sospechar de cada mirada, a dar por sentado que todo el mundo me odia, a evitar la calle o los bares de copas, etc. Una amalgama de inseguridades, egocentrismos y megalomanías mal digeridas.

(...)

Mis vecinas las putas y los travelos prostis nos llevamos bien. Ya saben que soy vecino, que vivo con mi chica, etc. Ayer los transexuales me ayudaron a aparcar. ¡De puta madre! Hay que llevarse bien con el vecindario y mostrarse social y jovial, ¿no es eso lo que dicen? Creo que pronto saludaré a las chicas de los prostíbulos que esperan clientes en el portal, en la misma plaza, al pasar junto a ellas. Total, las veo y me ven pasar todos los días ante su puerta, y además creo que deberían ser legales y sindicarse, ¡¡qué coño!! ¿Dónde están los de CC.OO. y los de la UGT? A la mierda, ¡¡sodomitas de las subvenciones!!. Debería espiar por mi ventana, cámara en mano, por si viniera algún político al que chantajear y hacerme así de oro, pero esos no vienen a estos lupanares- ¿o sí? No debería confiar tanto en el sentido común en un mundo como este...

(...)


Si el reconocimiento me incomoda y los elogios me desenmascaran como ilusionista, ¿¿¿¿por qué cojones toco????

Y, sin embargo, hacer otra cosa hiede a tumba...


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