lunes, 12 de septiembre de 2011

La clave-pez


Mientras X mete guitarra tras guitarra, me encierro en la cómoda presión de mi cabeza. La voz de control habla de detalles y se producen correcciones. Va a salir un disco cojonudo. Pero no estoy aquí, lo intento, pero salgo volando.

(...)

Le estuve enseñando a Peter Pan algunas de las composiciones nuevas. Curioso, de entre todas ellas mi favorita no es la que más le llama la atención. Es otra. Mi favorita me gusta porque por fin he hecho un tema presentable con ritmo de shuffle, en español. Siempre quise hacer un shuffle en español, un tema de guitarras molón. Pero no es esa la que le gusta a Peter, no; se trata de otra, de esas que simplemente fueron fáciles, las que responden a esa extraña potra que siempre indica que se acabará con su último aleteo, pero que no se acaba. Es raro, casi una ironía.

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X hace comentarios. Yo tengo que salir fuera. Me va a explotar la cabeza; por mucho que me hablen, está surgiendo, naciendo, con ímpetu. Pasan a mi lado, me miran de soslayo. Están a punto de preguntarme qué me pasa, pero no se atreven. ¿Por qué? No lo sé. Enfurruñado por completo. Suena una canción sin nombre en mi cabeza. Me lo exige: quiere existir. Yo me limito a transcribirla. No sé de dónde viene ni para qué. Viene sola.

(...)

Peter Pan quiere volverla a oír. Se la pongo. Sí, le gusta. Le doy las gracias, pero sin estar muy convencido. Es como si hubiera pasado junto a un bar y la hubiera oído desde la calle, ¿qué mérito tiene? La otra fue planeada, perpetrada a conciencia, mientras que esta llegó sola, simplemente la oí. No tuve que pensarla, planificarla o sufrirla. La plagié, como si no fuera mía.

(...)

De repente, todo está claro. Salto del sofá, cojo la acústica y averiguo los acordes. Ya está. De repente, tras dos notas, ha nacido, está en camino. Vuelvo. Ahora hablo, me río. Me miran, se miran.
-¿Ya estás bien?
- Sí- les digo- ya he terminado.

No saben el qué, pero no tiene sentido contarlo; así no.

- Bueno, X, este tema creo que ya está- se dicen entre ellos, volviendo a su trabajo.

Yo, aunque satisfecho, empiezo a temer que la suerte se acabe. Ahora qué. Habrá que comprobarlo buscando otra. Cuando hay algo me desespero, igual que cuando no hay nada. ¿Hay alguien ahí? Sólo un sonido incipiente, una pequeña melodía. Bueno, así empieza todo. Sólo habrá que dejarla andar y crecerse.

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Me encuentro a Peter unos días más tarde. Me lo recuerda de nuevo: le gustó mucho ese tema. Yo me siento fracasado, no logro descifrar el misterio. Soy tan ignorante y dependiente del azar como cualquiera. Mi shuffle pasa sin pena ni gloria, y era mi intento de averiguar dónde está la clave, mientras yo mismo me doy suspenso tras suspenso, entre extrañas felicitaciones...


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