El uso gramatical de los
pronombres es algo al alcance de cualquiera, pero su asimilación
psicológica es otra bien distinta; de hecho, si analizáramos la
Historia podríamos afirmar que el ser humano medio es capaz de
empatizar correctamente (es decir, identificarlos en función de su
circunstancia inmediata) con los pronombres yo, tú, él, ella,
vosotros y ellos. Sí, efectivamente, falta nosotros, dado que ha
sido un pronombre comodín con el que al ser humano medio se la
llevan dando por el mismo sitio durante siglos. Nosotros es un
concepto tan volátil que lo mismo representa a una nación, a una
pareja o a un equipo de fútbol; el ser humano medio reconoce mejor
los vosotros y ellos circunstanciales porque le suele acarrear una
consecuencia económica fácil de identificar. El nosotros, sin
embargo, pertenece al ámbito del hampa y las altas esferas de poder.
Ello es visible actualmente cuando los europeos entendemos por
nosotros a España, Cataluña, Euskadi o incluso Triana, como reza
alguna camiseta, en vez de identificarlo con nosotros, la clase media
europea, frente a ellos, las fuerzas financieras (en eso sí hay
acuerdo, puesto que pertenecen al pronombre vosotros, voilá).
Pero hay casos
especialmente preocupantes. Si ve que su hijo, que da sus primeros
pasos, tras caerse mira a su alrededor antes de pensar si llorar o
no, está condenado: su hijo puede ser un poeta. Y es que para ellos
la dimensión de los pronombres es más limitada: se reduce a YO y
ELLOS; a veces, cuando surge el amor, surge TÚ, y otras son capaces
de integrarse en el NOSOTROS (poesía comprometida), no libres del
marasmo turbio de lodazal que lo caracteriza; pero tarde o temprano
los traicionan, como luego explicaremos al hablar sobre su falta de
constancia en el compromiso.
Ante todo está el YO,
que suele verse humillado por la conspiración de ELLOS ante la
presencia de unos robot-zombies incomprensibles que son aglutinados
bajo el concepto de “unidades elementales del conjunto ELLOS”, o
“personas que no soy YO”. Es decir, el, ella, nosotros y vosotros
son sólo diferentes lados del poliedro ELLOS. De ahí la
desesperación de sus familiares, amigos o simples conocidos ante su
imprevisible representación social del día, o su miopía para
apreciar el cariño y esfuerzo de aquellos que cuidan de ellos y los
quieren.
Como el niño que se cae
y deja de pensar en YO para pensar en ELLOS, lo malo para el poeta no
es la tragedia, sino su mala representación dramática, y ahí no
distingue ni familia ni amigos; forman parte de ELLOS. Y esa será la
marca del resto de su vida. Como dijo Vincent Vega, “sólo por
pillar al tipo que me arañó el coche hubiera merecido la pena que
lo hiciera”, es decir, estaría dispuesto a aceptar el arañazo si
este se hiciera con el debido final feliz y honroso para el héroe,
aunque tuviera que llevar el coche al taller y aflojar la pasta
gansa; pues bien, la familia, los amigos, la amante, todos pueden ser
un coche en un momento determinado de su vida.
Pero antes me referí al
uso excepcional del TÚ. A veces, surge de entre el marasmo ELLOS una
unidad diferente a la que se le otorga el rango de YO satélite (es
decir, alguien que puede alcanzar el estado sublime YO, partiendo de
ELLOS, por obra y arte de la voluntad iluminatoria de un YO heroico);
TÚ se trata de personas completas que viven un sufrimiento análogo
al suyo y que florecen como seres extraordinarios sobre el conjunto
amorfo de ELLOS (aparte, son seres bellos que follan mucho).
Semejante sublimación, sin embargo, puede ser de tal calado en el
poeta que el TÚ pierde su sentido indispensable y puede ser
sustituido aleatoriamente en función de la disposición caprichosa
del YO. Al final suele sucumbir en devolver a ELLOS a todas sus TÚ,
con el paso del tiempo.
En este sentido, la obra
del poeta no es más que una corrección sobre la parodia que suele
ser su relación con ELLOS para dignificar su enfermedad. Por ello no
comprenden que los admiren sin siquiera haber sido deslumbrados por
su luz de YO.
Luz de YO...
luz de yo...
luz de yo...
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1 comentario:
El buen manejo de los pronombres personales es fundamental
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