Salvo que la congeles, no conseguirás una pompa de jabón que dure para siempre- congelar es detener, matar de frío. Pero siempre puedes hacer más, y al hacerlo descubrirás mil formas y usos en el arte de lo efímero, tantas que ni recordarás qué es mirar hacia atrás. Se está aquí para hacer, no para congelar pompas de jabón. Sin embargo, cuando las pompas estallan, algunas almas sensibles de entre los creadores mueren con cada una de ellas, les conceden alma y contratan su corazón de membrana de detergente con unas monedas de apego, las suficientes para anclar un alma a su destino y ralentizar su ritmo, hasta dejar de hacer pompas: ellos mismos se congelan justo en el momento e instante en que en su memoria corvergen todas sus nostalgias de reflejos prismados de jabón, en un único punto de fuga.
Me pregunto qué tipo de tejido de la vergüenza es capaz de tapar eso...
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