Hacía una mañana preciosa. Se había levantado extrañamente lúcido. Ahora lo tenía claro: la amaba profundamente, como si fuera parte de su piel. Sí, se trataba de una conclusión definitiva. Había estado ciego y confuso desde hacía algunos meses, pero iba a reaccionar a tiempo. Ella era maravillosa y la paciencia y constancia que había demostrado al soportarlo durante este tiempo iban a ser recompensadas: le iba a pedir que se casara con él. Ahora sería suyo para siempre, ya no metería la pata nunca más. Caminaba totalmente risueño por haber tomado la decisión. Parecía mentira lo sencillo que había sido en realidad darse cuenta de la situación y decidirse. No entendió por qué no lo había hecho antes.
Salió corriendo hacia el lugar donde ella trabajaba, pero a mitad de camino, aún en el parque, se encontró con aquella fuente para beber. Pasaba junto a ella todos los días, pero nunca se había parado a tomar un solo trago; esa mañana le apeteció beber de ese pequeño chorro, se le antojó como un retorno a las grandes esperanzas de la infancia.
Había bebido un gran trago cuando de pronto una lluvia de confeti lo sorprendió y apareció un montón de personajes vestidos de payaso, con trompetas y bombos y matasuegras, dos cámaras de televisión, junto a un presentador muy famoso de la tele, vestido de arlequín, con un enorme micrófono-piruleta en la mano: eran del programa “Cicuta-sorpresa”.
- Jaaaa, ja, jaaaa- empezó el presentador, que levantó de la fuente a nuestro iluminado, se lo puso a su lado y empezó a entrevistarlo con su otro brazo apoyado sobre sus hombros- ¡Tenemos al ganador de esta semanaaaa!
Empezó a sonar esa música de banda callejera circense que tan bien conocía nuestro héroe.
- Bueno- dijo el arlequín- como ya habrá adivinado, ¡LE HEMOS UNTADO CON CICUTA EL PITORRO DE LA FUENTEEE!
Todo el mundo se puso a aplaudir, también la gente que se fue acercando al reconocer la situación, y todos los instrumentos sonaron festejando su elección como ganador.
- ¿Qué le parece ser el hombre-cicuta de esta semana?- le preguntó, y le puso el micrófono delante.
- ... yooo...-dijo, ya tan mareado por el veneno que apenas podía hablar ni mantenerse en pie- es queeee....- se le aflojaron las piernas y tuvo que ser atendido por uno de los payasos, que sostuvo su otro brazo sobre sus hombros, como el presentador, mirando a la cámara con un congelada expresión de jolgorio estático.
- ¡¡Ja, ja, jaaa- dijo el presentador- parece que nuestro afortunado ganador se ha cogido un colocón de muerte, jaaaa, ja, jaaaa!!
La gente empezó a partirse el culo con el presentador, hasta los policías que custodiaban el evento se retorcían de risa y felicidad.
- Silviaaaa...- dijo entre llantos, totalmente pálido y con la mirada mórbida, mirando a la cámara, que le tomaba un primer plano, como si de un salvavidas se tratara, ajeno al cachondeo de los demás- quería que supieraaasss...- intentaba pronunciar sus últimas palabras, tan importantes, pero no le dejaba el ruido y la debilidad que se apoderaba de él a pasos agigantados.; la gente encontró estos estertores de lo más divertidos; la cámara hizo un plano más corto aún, centrándose en sus ojos llorosos- ... que quería casarme contigo...
La explosión del público en este punto fue ya insoportable, el ruido atronador, la música ensordecedora, todos gritando y saltando, presentador incluido.
Quedó muerto en el suelo del parque entre las danzas de los payasos y la gente, y la música, y la felicidad de granito que lo rodeaba, con el nombre de Silvia impregnado en el veneno de los labios...
2 comentarios:
Siniestro, tremendo, bien medido.
Me divierten especialmente los giros coloquiales oportunamente usados -"partirse el culo"- y considero como elemento más interesante la propia destrucción de la dignidad del fiambre por sus últimas palabras, que producen risa, pero están en perfecta contigüidad con el macabro formulario del ocio tecnonecroespectacular.
Cuento breve. Un género en sí mismo.
Hasta mañana.
lo encontré
quiero más episodios de cicuta-sorpresa
estaría bien llevarlos a la realidad, sí, hasta que se nos escape de las manos...
alejafinado
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