Una bolita de instintos,
como espoletas de estímulos,
con la imprevisibilidad sangrienta de los gatos;
que está a punto de estallar desde hace años,
que le hierven los ojos en la rabia de mil luciérnagas,
que escupe lava de sangre en el verbo envenenado
que dispara a sus propios desaires.
¿Cómo darle algo trascendente
si no lo puede asir y blandir contra todos,
indiscriminado como el garrote que le empala el alma?
... grita y patalea,
despeinada y para todo el mundo,
la misma vieja canción:
... "porque perdí en algún
vodevil barato de barra
mi propio sujeto"...
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