La
cautela en las palabras...
¡Cómo
inflama los sueños que,
especulares,
creen
encontrar el lienzo blanco
donde
florecer!
El
deseo especular reflexiona sus propios ojos
como
soles de un mundo nuevo,
y
el artificio triunfa en su seducción
como
se impone la alegría del vino.
¡Qué
grande y poderoso es el deseo!
¡Cómo
extiende sus sábanas de seda
sobre
los horizontes
y
crea mundos enteros a sus pies!
Y,
sin embargo,
la
cautela del silencio es sólo
espera
al destino...
Como
la calma del mar es fe serena
en
la tormenta.
Y
especulan, impacientes,
sobre
el silencio,
sobre
los pasos,
sobre
los gestos del solitario;
aquel
que sólo ve un deseo
que
no es espejo,
que
no es reflejo;
...
que es crepúsculo de sed,
que
es otro sueño,
por
completo ajeno
al
que yace bajo sus pies...
...
...
...
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