Era natural que la envidia y los celos hechos profesión nos acabaran salpicando; no era ya ser más que ellas, cualquiera; la que te disputara el puesto de jarrón erectador en cualquier ámbito o la que te disputara el de la profesión más remunerada y vistosa, sino ir más allá y ser más que yo. Las almas mezquinas no hayan la tregua ni en el afecto. Por la osadía de referirme a tu cordón umbilical sin romper me creíste por encima, y la altura y sus estratos son muy del gusto de los niños que miran estanterías como si fueran el mundo. Como un borrón sin definir...
Y entonces las sospechas, la deslealtad, el desprecio, y la marcha.
El cordón sigue sin romper, has encontrado enfermero nuevo, y yo sigo por encima en tu cabeza.
La verdad no es cuestión de voluntades. No te necesita ni a ti ni a mí.
Pero te encontrará tarde, o aún más tarde...
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