Solía usar con frecuencia ese emoticono. Los demás apenas lo utilizaban. Era una cara muy graciosa. Y para él, era su cara, sin más. La expresión facial necesaria: lo describía todo. Al principio dolía verlo, recibirlo de otros o querer utilizarlo. Pero era la expresión facial necesaria, y es el rebaño el que gana siempre. Luego pasó a ser un emoticono impersonal más, era como si se le hubieran gastado las pilas. Sólo era una cara. Un algo esquemático. Iconografía del Siglo XXI. Pero era llamativo cómo, conforme se había ido disipando el valor sentimental del símbolo a fuerza de usarlo ininterrumpidamente, sus rasgos habían ido adquiriendo la forma de los del emoticono en cuestión, hasta confundirse con él.
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