Hay una paz,
que es paz,
aunque sea extraña.
El dolor se apacigua
como un viento caliente
es expulsado por una corriente fría:
en el nexo del hielo y el fuego
surge la brisa templada que seda al corazón
y armoniza los contrastes
- el dolor es la inercia de la bici
que baja y hace veloz la tarde
entre praderas tenues de sol.
El dolor hecho sedante sordo
tiene el anverso y el envés de un ala:
lo frío y lo caliente,
lo solar y lo sombrío.
... y solo en el equilibrio del ala,
a la velocidad justa,
a la hora pactada,
deja de quemarme o helarme el aire...
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