lunes, 27 de mayo de 2013

Nada, o perspectiva




Tocaba blues y fluía,
caudalosamente-
las cuerdas querían gritar,
pero las hacía maullar al contenerlas
y protestaban con la frugalidad que quería.

Y era un blues que se me coló entre café y café,
y se había detenido el tiempo
como un regalo sorpresa.

Pero me interrumpieron
y se fue el blues.

Y de qué sirve un blues tocado ante nadie...

Y recordé una ocasión en que toqué un blues para
una noche de luna llena
con el mar de los Caños en calma
como si fuera un milagro
extendido ante mi.

Y era absurdo, tocar solo,
y toqué con la desesperanza
del que no espera alcanzar nada.

Me levanté sombrío como un sueño estéril,
y sólo entonces, tan cerca de mí,
reparé en los gatos:

varios me guardaban la espalda
con la calma paciente de los felinos
- ¿desde cuándo estaban allí,
cuándo llegaron?

Los gatos de la playa,
con los ojos fluorescentes de paz.

En esa noche.

Con esa luna.

Con esa calma...


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