Algunos no podremos abrir
nuestros pulmones a ese aire
ni ver algo real en la carga
que en vano inunde nuestros ojos
Supongo que es así como se parte:
primero perdemos la dimensión del mundo
y luego el mundo se lleva la dimensión de la gente,
como una pleamar
y varados aún miramos,
por amor,
a un norte antiguo,
¿y cuando hasta el mar ya parezca desfasado?
se acabará también esta escapada nocturna de pasos descalzos
y huellas disgregadas bajo el capricho de mil lunas,
cuyo misterio y sabor crudo de tactos racheados
extravía la respiración a ambos lados
de este océano
Pero también nos llama la sangre
ya hecha viento de cortina
en esta noche de verano
de aromas que se sueñan
y ventanas y corrientes
y gestos clandestinos de silencio...
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