Cayó de espaldas y escuché quebrarse la cerámica
de todos nuestros vinos.
Mi amigo tenía un botijo roto en la cabeza.
Tenía la guitarra en la mano
y quería romperla en aquel chandal
con un corazón rapado
y terror zigzagueante con los puños.
Pero mi amigo tenía un botijo roto en la cabeza.
Mi amigo era de cristal.
Seis chandals nos miraban con la sensibilidad rapada
y el pánico de la muerte como si fueran moscas.
Nadie debía acercarse a mi amigo.
Mi amigo era de cristal,
y tenía un botijo roto en la cabeza.
Le ordené marcharse
salivando su muerte
en mis palabras,
mientras mi amigo de cristal
tenía un botijo roto en la cabeza
Y aquel chico me miró con un miedo
más profundo que mis breves palabras,
porque lo miré a los ojos y me vio,
y yo le ordené marcharse
con el sonido de un botijo roto en la cabeza...
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