¿Qué quieres, voz?
Sentada me observas
con esa mirada que son campanas
para mi oído insomne,
pero no me dices nada
- sólo que tienes algo que decir,
pues te rebulle la noche
Te lo guardas todo en un silencio
que me arropa con sus ojos inquirientes:
sea lo que sea lo que picotea
en tu boca ansiosa por decirse,
el verdadero significado del mensaje
está en el valor de dejarlo reprimido
Y mientras tanto, soy yo
el que descifra los matices
de tus juegos en este manto
de mundos infinitos que otros
reducen a oscuridad,
creyendo que al resumirla así
la encierran entre sílabas
Y conforme me lees en las sombras
te tengo atrapado por el mandato
sonoro de mis palabras;
que ahora soy yo,
ese que habla,
el que te dicta el discurso,
te enseña tus ojos
y te resuena con el eco grave
de una voz ancestral
Y así, de repente,
me llamas voz,
me preguntas qué quiero,
y comprendes entonces
el valor de lo que no debe decirse,
y que no voy a decirte,
porque flota en la punta de la lengua
de los dos...
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