Fernando ha sido siempre el eterno incauto. Su futura conversión al Islam lo demuestra. No hay nadie tan inadecuado para moral monoteísta alguna que Fernán. Fernán se cree Dios. Fernán adora el Corán porque suena bien fonéticamente, eso es todo. Sufrirá en algún rincón, privado de placeres, y su espiritualidad será prestada. Fernando, el eterno incauto.
Fernando era el objeto favorito de los experimentos de Rogelio y Pájaro en la República de Demencia, especialmente los de levitación. En la República de Demencia se propugnaban los experimentos de la llamada levitación imperativa. Instaban, insistentemente, a la naturaleza para que les honrara con su propia negación, con su mutilación, su rendición. Se le exigía infringir las normas que constituyen su esencia, a nuestra imagen y semejanza; se le requería una contradicción cósmica. Para ello se le daban miles de oportunidades de contradecir la ley de la gravedad.
...
Rogelio y Pájaro, los dos Cónsules de la República, convocan Jornada de Levitación Imperativa (JLI). Los ciudadanos enardecidos se arrojan desde puentes, rascacielos, helicópteros o grúas de construcción. Solicitan enérgicamente a la naturaleza que desobedezca sus propias leyes; de lo contrario la hacen responsable de los suicidios. En eso consisten las JLIs. Una lluvia de miles de personas estrellándose por las aceras y las plazas y los acantilados, el asfalto teñido de rojo. Velos humanos en continuo fluir tapan los cielos al ritmo de una música de aullidos y alaridos. Se lucha por levitar.
-¡Luchad por levitar, malditos! ¡Arrójese señora, arrójese! ¡Así, muy bien, Expresionismo puro!
Un artista circense luce una levita y tiene dudas y no se atreve a levitar. Pero la misericordia infinita de los cónsules suple su carencia de voluntad. Sus bailarines armados lo ayudan a saltar impulsándolo con sus propios brazos. Luego saltan tras él, intentan alcanzar el suelo, fracasar, a la vez que él. Es divertido mirarse antes del choque, crea una subespecie de camaradería muy apreciada en la República de Demencia.
-¡Espera tío, espera, que te alcanzamos! ¡Insiste, insiste, insiste, insiste!
Todo es una fiesta, todo es jolgorio y alegría. Todo es vuelo y la naturaleza se niega a cooperar, se niega a dar su brazo a torcer. Por eso se mantiene la guerra abierta a la fauna. Están en guerra, todo el país está armado, todos permanecen concienciados, al acecho, esperan las órdenes. A veces su entusiasmo se desata y se golpean mutuamente con vehemencia. Los antidisturbios se ven obligados a ejercer la represión con morteros y cañones. Un representante del Ministerio de Happenings tiene que supervisar toda la acción.
Es absolutamente necesario que las explosiones sigan una configuración estética determinada. Los cónsules las determinan cada mañana, pues el país arde de entusiasmo y estas reyertas son habituales. El país ama a sus cónsules.
- Queremos explosiones amarillas y azules y verdes, hoy. El cielo es gris, crean una buena combinación de colores. No queremos explosiones esféricas. Creo que quedarán mejor siendo planas y redondas, y que su onda expansiva viaje a ras del suelo, minando los cimientos de los rascacielos. ¡Ja, ja! ¡Se derrumbarán y el gris del polvo y la ceniza, y las llamas rojas, todo será perfecto! ¡Sí!
Rogelio y Pájaro observan desde palacio, detrás de sus amplias cristaleras. Un cielo cerrado por siluetas humanas que se precipitan interminablemente; fogonazos y explosiones azules y verdes; incendios en las barriadas tiñen de rojo el aire y las nubes moteadas de seres que se precipitan; sus sombras proyectadas como estampados gigantes en el paisaje urbano.
Excitados juegan al fútbol en el salón. Escuchan a Dvorak, juegan al fútbol estético, dan patadas bonitas, cometen errores bonitos. Todo muy bonito: un balón amarillo, una pared gris. Beben ingentes cantidades de vino mientras disfrutan del espectáculo, de su obra, y se sorprenden de sí mismos. Rogelio sostiene una cámara, Rogelio va a rodar películas. El cielo es rojo y se pone el sol en la República de Demencia, donde todos se mueven alocados como las moléculas de gas, como la sustancia incandescente que tiñe de llama el cielo de la República. Ellos bailan al ritmo del choque de las esferas, las moléculas de gas en combustión. Rogelio pasea y espera la colisión de los cuerpos contra el suelo. Pájaro se preocupa por comprenderla, pero la comprende antes de conocerla, o al menos eso cree.
Toman a Fernando y lo tiran desde la ventana, pero no sale bien, no levita y se estrella contra el suelo. Sin embargo ha resultado divertido, y Fernando se emociona y lo quiere volver a intentar.
- Oye, sí, yo creo que si me tiráis por esta ventana tal vez funcione. Fíjate, Pájaro, ¿no crees? ¿Me sienta bien este sombrero para levitar? Venga, vamos allá.
Y entonces,
- Mira, Rogelio, mira, ¡Ja, ja, ja! ¡Rebota como una pelota por los balcones! ¡Me ha mirado y se ríe! ¡Jaaa, ja, ja! ¡El poste de la farola le ha vuelto la cara del revés! ¡Ya no sonríe, ja, ja, ja!
Y desde abajo,
- Justo en La, tíos, ha sonado en La mayor. Un gran sonido profundo el golpe contra la acera. ¿Por qué os reís, cabrones? ¡Saltad también, saltad como yo! ¡Yo soy grande, me invitarán a los programas de intelectuales de la tele! ¡Yo soy grandeee!
...
...
...
..
..
..
.
.
.
1 comentario:
En la tele no se enteran de nada, ya no invitan a los intelectuales, ni a los más grandes...
En serio, siempre me encantó que tomarás buena nota de la razón estética de una conversión al islam, la causa fonológica. El texto se desprende de su época, en partes, pero lo miro con demasiada vinculación con los elementos que conozco. No soy objetivo. Me emociono, me da rabia, pienso en lo genial que hubiera sido si Rogelio hubiera hecho películas, ahora que se pueden colgar en internet.
Bueno, basta de quejarme, a tirarse.
Allá voy... splash-pum.
Publicar un comentario