martes, 23 de septiembre de 2008

Materia oscura

Está gris el cielo.
La tierra respira.

Viento fresco que recorres con tu soplo
un recuerdo de la muerte:
te echaba de menos,
de menos en esta vida.

Que el calor es de las estrellas,
y los oscuros planetas somos sus mayores,
los que les hemos de enseñar el frío,
la nueva luz de sombra
y el triunfo secreto de la eterna materia.

No quiero llamas,
no quiero esa vida que sólo cree
en el fuego fatuo de la periferia.

Hay un devenir del alma
que contempla helada
su ebullición interna
- entre susurros grita su canto:
ya fui estrella,
mis dedos contienen supernovas
impresas en la memoria de sus huellas...

Está gris el cielo,
la tierra respira.

Veo trazos de fuego en el vuelo de las aves;
veo bruma de rosas,
que son nubes,
por la piel que se eriza con un tacto bajo el frío.

Puedo ver el fuego del mundo
en la quietud eterna del brío de un segundo...

Parado,
supero a la luz en su prisa inabarcable...

Donde hay sonrisas hay chispas de mi memoria,
donde late con sentido el corazón,
nace un universo entero.

Y auguran los astros,
- niños pequeños-
como cíclopes del tiempo
un lamento de llama extinta.

Está gris el cielo.
La tierra respira.

Quiero que la lluvia se amolde a mi figura
y lea entre mis brazos que soy sombra,
sombra helada entre la luz, el sol y el fuego;

sombra despierta,
sombra crecida y resuelta,
sombra que ha pasado la prueba del aplomo...

Un deseo que se esparce por el cielo,
fluido, veloz,
como un mar dispuesto a ocupar su trono...

1 comentario:

Vanlat dijo...

Te devuelvo la visita, aunque yo ya he pasado antes, silenciosa, víctima de una curiosidad sana que no pretendía enturbiar otras aguas ni hablar de lo que desconoce.
Hay respuestas que sólo tenemos cada cual.