miércoles, 30 de septiembre de 2009

Estulto-mecánica

Cuando el brillo de rocío de una hoja
deslumbra una mirada distraída,
es el agua,
y no la hoja.

Cuando la playa se llena de un viento de arena
se llenan de pena los juegos de los niños,
pero es la arena,
y no el viento.

Y cuando el sabio acomete tonterías
se recuerda que sólo fue un necio,
pero es el vértice,

... es todo el trapecio.


Y no el necio...


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viernes, 25 de septiembre de 2009

Poder-Pandora

Es posible que, si yo pudiera,
fuera el mayor tirano de la historia.

Es posible que internara en campos
a toda la población;
sólo quizás.

Los pondría a hacer aerobic con mis poemas
magnetofonizados,
frente al pelotón;
les daría vida sana de cárcel
y dietas equilibradas de pan y agua.

Bombardearía las manifestaciones
de apoyo a mi régimen totalitario,
y adornaría con lanzallamas las de la
oposición democrática.

No debe gobernar quien ansía el final,
pero...

... qué bonito meter a picapedreros a los futbolistas,
ser proxeneta honorífico de los obispos,
penalizar el sentir cofrade,
electrificar las prendas de las tiendas,
minar las carreteras,
cerrar las fábricas con fuegos artificiales,
aplicar despidos improcedentes
a los empresarios...

Diooos,
metería en campos de concentración
a provincias enteras,
a regiones qtr-separatistas,
a comunidades patriotas,
a las visitas turísticas en grupo,
a los asistentes a cursos de formación
y a los formadores deformadores de formadores,
a la prensa deportiva y del corazón,
a la industria del entretenimiento,
a TODOS los poetas,
a los que se manifiestan y a los que no.

No quedaría vivo ni Dios...

No.

El monstruo que vive dentro de cada uno
tiene nombre y apellidos,
y yo veo un poco más allá
de la ambición animal y básica
de la que ningún ciego de-mente
es capaz de desprenderse...

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martes, 22 de septiembre de 2009

La osadía intolerable de dormir



Estaba yo en el Fun Club, ya eran las cuatro de la mañana y el cuerpo estaba bastante agotado, teniendo en cuenta que llevaba fiesteando desde las seis de la tarde. Antes era más previsor, y a eso de las doce me comía un bocata y encaminaba mis pasos al mismo sitio, vacío a esa hora, para luego no tener que pagar entrada ni hostias. En los noventa conocía a los porteros y ellos me conocían a mí, y no había problema. Pero los recientes cambios trajeron consigo las percepciones palurdas de esos tipos con el pelo demasiado corto, el esfuerzo intelectual en los bíceps y sus ideas precámbricas en el cerebro acerca del determinismo de los aspectos y los orígenes; o sea, teniendo en cuenta además mis habituales espectáculos, me tenían por persona non grata. Como digo, era mejor entrar a esas horas, escoger un buen sitio, y echar una siestecita reparadora mientras el local se iba llenando. Era genial despertarse recuperado, rodeado de gente y de ambiente, con pasta aún en el bolsillo para retomar el ciego, la mente clara, etc. Sin embargo, en los últimos tiempos había descuidado mi rutina y con demasiada frecuencia entraba demasiado tarde, y el sueño me sorprendía en cualquier momento.

Resulta curioso que a los homínidos del local les molestara más la pasiva actitud del durmiente que la actividad frenética del “bailaor” del apisonadora-power que era yo cuando no dormía. Supongo que ponerme a dormir equivalía a subrayar a las claras que su puto bar era en el fondo un puto aburrimiento. Recuerdo cuando los Chemical Brothers empezaron a sonar con excesiva insistencia por allí, allá por 1997. Era el principio del fin. Los noventa se acababan y el encefalograma plano de la música electrónica invadía lo que hasta entonces había sido un santuario del rock. El Fun se amuermaba y yo dormía como respuesta. Los porteros me despertaban e intentaban echarme; otras veces, a la hora del cierre, me tenían que despertar entre tres (yo cuando duermo, duermo), y la advertencia “pero no te duermas, tío” que me soltaban cada vez que entraba se convirtió en coletilla habitual. Pero a mí me la sudaba. Durmiendo se conoce a mucha gente y nunca tienes que sufrir las suspicacias propias de la actividad en vigilia.

Así que ahí estaba, con el local lleno y una música que a ratos estaba bien, para luego quedarse en una aburrida, desapasionada, deshumanizada y matemáticamente perfecta cadencia electrónica, parecida en su insistencia al frenesí masturbador del adolescente pajo por excelencia. Me dirigí, harto ya de intentar disfrutar de una música que era imposible, a sentarme en un banco. Conocía los riesgos. Podía quedarme dormido otra vez. Sopesé las ventajas e inconvenientes y me senté. Cuando empezaba a entrar en el maravilloso trance que me sacaría de allí, una chica se acercó a mí. Lo sé porque vi sus rodillas frente a mi cara y levanté la mirada y la pude ver, en pie, mirándome desde arriba. Supuse que había dicho algo. La puta mierda de Prodigy no dejaba enterarse de nada.

- ¿QUÉ?- le tuve que gritar.

Ella se puso en cuclillas. Ahora pude ver su cara.

- ¿Eres poeta?

Menuda sorpresa. Bueno, menudo susto, esa pregunta a bocajarro sin venir a cuento. Siempre he odiado esa pregunta. Ser poeta no es una cosa de la que uno se dé de alta en las SS (Seguridad Social), ni hay parámetros definitivos que lo confirmen. No sé qué coño es ser poeta. Pero como sí que escribía poesía, opté por una respuesta lo suficientemente ambigua.

- ¿Juegas a las adivinanzas o te lo ha contado alguien?
- Son cosas de las que una se entera...

Bueno, la chica estaba ahí, se había acercado sin conocerme, se había arriesgado. Siempre me ha gustado ese tipo de valentía, así que decidí no ser demasiado brutal esta vez.

- ¿Me puedes recitar uno?- me pidió.

No me apetecía nada hacer malabarismos en ese momento. Miré a mi alrededor. Todo el mundo bailando y pegando botes, sin apenas quedar espacio para moverse, con una música que hacía imposible mantener una conversación normal. ¿Recitar? No se iba a enterar de nada salvo que lo hiciera en su oído. Qué bonito, recitarle poemas de amor al oído a una chavalita jovencita que desea que hollen cuanto antes toda su limpieza inocente con la lija desgarradora de la corrupción bohemia. Qué bonito, hacerse el gilipollas un poco más, sólo para ver qué pasa.

- PERDONA, NO ME ENTERO CON LA MÚSICA- le grito gesticulando.

Ella se acercó entonces a mi oído. Su pelo era fino, liso y suave, acarició mi mejilla con la frescura de la suya, y su olor perfumado embotó mi nariz de tal forma que ya no podía oler otra cosa.

- Que si me puedes recitar uno.

Primero ella tenía que comprobar si encajaba en la receta, claro. El problema era que no llevaba ningún poema conmigo.

- Lo siento, no llevo ninguno encima.

Ella se apartó y me analizó mirándome directamente a los ojos. Luego volvió a pegar su cara a la mía.

- Pues de memoria.
- Nunca me los aprendo. Los escribo precisamente para no tener que memorizarlos.
- Ah... pues serás el único- dijo, algo contrariada, esperando que añadiera algo.
- Tal vez no sea poeta...

La chica buscaba ese punto de drama de los artistas malditos. Esas relaciones tormentosas de copla, resignación y revelación. Yo, medio inconsciente, echado a perder y sin parar de escribir parecía el candidato perfecto, pero me negaba a meterme de nuevo en un lío donde regalar crueldad, mentiras y desengaños con el desgaste que ello conlleva. No, nada de tener más remordimientos ni de estar más perdido que una ola en el Pacífico. La chica estaba muy apetecible, y si ella quería una relación tormentosa con la que flagelarse, yo le ofrecería una noche flagelante y nada más. No iba a dejar sitio a confusiones ni a engaños. Prefería marcharme solo a casa antes que entrar en ese juego. Así que me levanté para poder hablar mejor.

- Lo siento- me disculpé- siempre llevo alguno doblado en el bolsillo, pero hoy no he traído nada. Otro día, si quieres.
- Vaya un poeta que estás hecho, ya veo...

Podría seguir charlando y charlando, pintándome a mí mismo de la mejor de las maneras, pero no quería darle una buena impresión. Lo que yo quería tenía que suceder hoy o nunca. Yo tenía que ser un caso perdido y sin futuro para que ella luego me dejara en paz. Así que sin más preámbulos la acerqué hacia mí tomándola de la cintura, despacio. Al principio no opuso resistencia, pero cuando acerqué sus labios a los míos se detuvo.

- Perdona- le dije, dejándola libre- me he confundido.
- No- me dijo ella- perdóname a mí, la forma en que he llegado daba pie a que pensaras otra cosa.

Bueno, pensé, si quiere algo, lo quiere despacio y bien hecho, como las casas robustas, y yo no estoy interesado en absoluto en arquitectura alguna que no sea la de sus largos brazos. Me iré solo a casa. Seguro que ya no le parezco interesante. He escapado, dejando su orgullo impoluto.

Pero ella no dejaba de disculparse, parecía agobiada.

- No te disculpes más- le dije- estás en tu derecho de hablar con quien quieras sin que ello te obligue a responder ante ciertas expectativas. Soy yo el que se disculpa, de verdad. Sólo has hablado conmigo y yo me he tomado demasiadas libertades. Perdóname tú a mí.

Mierda, me dije, no hagas eso que le vas a acabar cayendo bien.

- Pero es que yo no soy así- seguía ella.
- No te preocupes. Mira, te voy a dejar de agobiar, voy a volver a mi banco, y así tu puedes seguir divirtiéndote con tus amigas, ¿vale?

Ella asintió pensativa, y yo regresé a mi sitio. Bueno, me dije, seguro que cuando me duerma acabará por convencerse de que ha tomado la decisión correcta.

Efectivamente, cuando me despertaron los porteros encontré el local ya casi vacío, sin ella, con las luces blancas del fin de fiesta ya puestas. Ellos me miraban con rutinario enfado. Me levanté de un saltó camino de mi casa. “Vamos a acabar por no dejarte entrar más”, me decían. Total...

(...)

Pasó una semana, habíamos tenido reunión del grupo de poesía en el bar La Moneda y tenía algunos poemas en el bolsillo, más la espinita clavada de no haber sido “poeta” la única vez que me lo han pedido. Ahora quería serlo para ella. Para cerrar el capítulo. Para no sentirme un impostor. Como siempre, entramos en el Fun, bailábamos, y ella apareció y se acercó de nuevo, dándome un toque por la espalda.

- Hola- me dijo.
- Vaya, ¿cómo estás?
- ¿Tienes algo hoy?
- Sí, hoy sí- le dije contento.

Me puse a rebuscar en mis bolsillos traseros y saqué el primer papel que encontré. Perfecto. Era un poema malísimo, ideal para la situación. Decidí añadir, además, algunas pinceladas de apática timidez para acabar de derrumbar la imagen que ella esperaba encontrar.

- Toma- le dije extendiéndole el papel- léelo, te lo regalo.
- No, no me lo regales- me dijo como si se tratara de algo muy importante- mejor léemelo tú.
- Con todo este ruido no te vas a enterar de nada.

Tras un incómodo silencio, se resignó y se puso a leerlo en silencio, pero se detuvo enseguida.

- No entiendo tu letra- me dijo, devolviéndomelo, muy astuta.
- Bueno- dije, también con resignación- lo intentaré, aunque no recito bien.

Bueno, estaba harto de recitar por ahí subido a los contenedores de basura, los bancos, los alfeizares de las ventanas, las azoteas, las cornisas y, por supuesto, los escenarios iluminados y con micro, pero se lo creyó, y yo hice todo lo posible por confirmárselo. Le leí algo así, con voz de aburrimiento:

“Donde dice manteles...

... dice sábanas el profeta impertinente
(hoy metido a vecino expía-todo:
la mirilla-desagüe de su puerta-nevera
de pecados- para quien vea pecados).

O dicho de otro modo:
no se puede comer pescado sin clavarse espinas.

O dicho de otra forma:
No corre aire, cegará tus ojos el sudor que los irrita.

Los cuerpos que se bailan se resbalan hechos ríos,
ríos del sol del aire hecho agua,
desde la música del sexo.

(miradas de sorpresa sobre las mejillas brillantes y empapadas...)”

- ¿No tiene título?
- No.
- ¿Qué quiere decir?
- Follar, y sus contraindicaciones.

Se quedó un momento mirándome en silencio. Había sorpresa, decepción, miedo e incredulidad en esa mirada, y yo se la sostuve para amplificarla. Se marchó, dubitativa. Ya no la volví ver más. Pude seguir con mis planes.

Aún así, todavía no tengo claro quién fue más listo de los dos.

Claro que hace tiempo que me importa un carajo no comprenderlo todo.

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lunes, 21 de septiembre de 2009

Comuniones hippies


Así que me fui el sábado al parque del Alamillo a celebrar el cumple de aquella del nombre ocular. Día de exteriores, para variar. A este paso voy a acabar haciendo la fotosíntesis con los tubos fluorescentes de la oficina, las luces apagadas del local o las lámparas de bajo consumo del piso. Por eso decidí volver al exterior. Aún estaba a tiempo.

El cumpleaños estuvo muy bien: comida portorriqueña, buena compañía, un día excelente sin calor y con el cielo indeciso entre la luz y la sombra, mi perra estaba contenta corriendo por el césped, tenía un paquistaní con una deliciosa textura plastilínica y la gente estuvo muy agradable y simpática. Así que me animé a ir por la noche a los conciertos de la Alameda, tras un café bien cargado en casa, después de tantas señales de optimismo.

La Alameda, todos lo sabemos, ya no es lo que era. Adoquines naranjas en sustitución del albero; bueno, el albero siempre me ha parecido una mierda que todo lo ensucia, por mí le pueden dar mucho por culo. Lo peor es esa comisaría de policía, la transformación del bulevar en lugar de modernismo chic, el desfile de los nuevos hijos de papá que creen que ser rebelde consiste en llevar bien el uniforme y posar adecuadamente en un banco o apoyarse con estilo en una barra con actitud contestataria, “la revolución es la revolución”, etc. Ya no conozco la mayoría de las caras y las que sí, están tan degradadas en su mayor parte que sería mejor no verlas nunca. Pero la sensación, eso sí, por instantes, fue más o menos la misma que antaño; al fin y al cabo, lo de antes era más o menos lo mismo, pero sin horario de cierre y sin la tutoría paternalista (con su correoso estilo anglosajón de educar mediante la porra) de la madera recién llegada al barrio.

¿Y la música? Hoy cualquier mierda cuela siempre y cuando enarbole los cuatro eslóganes políticamente correctos y haga una fusión melódico-cultural. Eso es lo importante: tomar la caspa autóctona para mezclarla con la caspa que sufren otros a miles de kilómetros de distancia. Caspa con caspa, y sin imaginación. El insufrible espectáculo chistoso-flamenco-rave que tuve que tragarme me llenó de optimismo también, puesto que entre tanto incapaz mi vulgar música podría incluso sonar decentemente. Hay que ser positivo.

Lo importante hoy es aburrir al público a base de bien. Alguien se ha dado cuenta de que la iglesia tiene mucho que enseñar (al fin y al cabo han mantenido el chiringuito durante dos mil años con mucho éxito), y que la Santa Misa tiene siempre sus feligreses fijos que acuden siempre, porque lo divino, lo profundo y lo esencial tiene que ser, necesariamente, cansino, largo, tedioso y carente del más mínimo atisbo de espontaneidad o creatividad. Alguien, como digo, ha decidido traspasar ese mecanismo a la música popular: un tema de quince minutos donde todo consiste en la repetición de una melodía y un arreglo que no dicen nada ahora no es malo, sino profundo, y los entendidos que aprecian esa música presumen de poder escucharla durante horas, como un imbécil presume de cuánto tiempo es capaz de aguantar bajo agua sin respirar. Además, esa concepción de la excelencia musical da lugar a que los temas no se preparen, sino que se improvisen para lucimiento añadido e individual de los narcisistas implicados en perpetrar ese atentado musical contra la mente humana, que encima no saben sacarle partido a una base tan plana.

Y el sermón en las letras. Dios mío. Sevillanos moralizantes en lo políticamente correcto, esos, sí, que luego presumen de lo que roban o de lo que disfrutan de manera ilegítima. Pánico.

En fin: las misas laicas para vuestra puta madre, y el pleonasmo musical... bueno, para alguien a quien odiéis lo suficiente (que hace falta un mínimo muy alto para compensar la mierda que entró por mis tímpanos).

En fin, me lo pasé bien. Que los hippies sigan comulgando obedientemente hasta que la policía los mande a la cama a las doce.

Valiente mierda...

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domingo, 20 de septiembre de 2009

Moneda-race-surface

Las monedas indecisas bailan de canto,
hacen carreras,
y a veces,
rebotando entre adoquines,
saltan chispas.

Pero el césped,
con sus raíces hincadas
en la tierra,
todo parece someter
a la lentitud
de su pensamiento
anclante de parcela...


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Ráfaga de otoño

Pasa el plástico
haciendo surf sobre las hojas
que el viento inflama
con sueños
de pájaro...

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sábado, 19 de septiembre de 2009

Intro-especie

Una palabra,
una cruz;

un mutis,
un grito;

una mirada,
un renuncio;

una idea,
una mueca;

un respiro,
una multa;

una trampa,
una fosa;

una mancha;
una intriga;

un sueño,
una sentencia...

Pero,
sobre todas las cosas,

el verbo,
la altura,
y el eco sucio
del fondo de la sima...

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jueves, 10 de septiembre de 2009

Lechuza et ameba

Debo llegar a tiempo. Debería haber resuelto esto antes, he perdido mañanas preciosas mirando cosas en el techo. Ahora estoy con la lengua fuera y el corazón en la boca intentando llegar antes de que esa maldita oficina cierre. Piiiii.

- ¿A qué pitas, cabrón?
- ¡Quítate de enmedio, sonado!

Mierda, odio los putos agujeros en el asfalto justo antes de llegar a la acera. "Enseñar-dedo-a-cabrón"... ajá. Bien. Si es que me encanta. "Caminar-de-dos-en-dos-losetas". Dejarlo todo para el final me hace segregar cositas en la sangre- "esquivar-mierda-de-perro"; nota: ¿por qué no mandar a un campo de trabajo de Pol Pot a sus dueños? Bueno. Es que da un placer parecido al de ahorcarse. Ese final que se acerca y el dolor y la agonía, que crecen exponencialmente, pero infinitos como una aporía de Zenón. No lo puedo evitar. "matar-tres-come-pipas-con-lazo-que-caminan-del-brazo-a-lo-largo-de-la-acera-invadiéndola-toda-como-si-el-mundo-estuviera-encantado-de-la-parsimonia-de-su-metamorfosis-de-lerda-a-bruja-subnormal". Ahí esta la oficina. Espero que esté abierta. Por favor.
Cruzo. El hijoputa del BMW acelera el muy cabrón cuando me ve cruzando. La puerta. Abierta. Bien. Buf, si no llego a mandar esto hoy, me quitan el paro. Tres semanas tumbado a la bartola para que pasara esto. Hubiera estado bueno. Puff. No sé cómo me he podido quedar dormido hasta las 13.30. Menos mal.
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El chico entró en la oficina de correos, pidió un sobre, escribió la dirección, metió la documentación y se pasó el pegamento por la lengua, cuando, de pronto, un estruendo musical y unas luces de colores se encendieron hacíéndole dar un brinco, y un montón de payasos, músicos con tropetas, trombones, hombres orquesta y malabaristas entraron escoltando a un señor vestido con un frac y portando un micrófono, con cámaras por todos lados. Sí, eran de nuevo los de Cicuta-Sorpresa.
- ¡Bueno, colega: hemos impregnado con cicuta el pegamento de este sobre!
(aplausos, gritos, risas, silencio)
- Sí, por fin el azar nos ha desvelado la identidad de la víctima de esta semana, así que, ¡vamos a conocerlo cuando aún estamos a tiempo!
(Más aplusos, gritos y carcajadas mientras se acerca con el micro, acompañado de un camara, al sorprendido parado)
- ¡Bueno, caballero!- inició cordialmente, tomándolo de la cintura- venía usted colorado y sudando, ¿A qué venía tanta prisa?
- Ehhh- dijo él, algo mareado ya- tenía que mandar- tragó saliva y miró a su alrededor, pálido- unos papeles muy importantes para cobrar el paro..
- ¡Bueno!- respondió el presentador- ¡Ya no tendrá que preocuparse ni por el paro ni por el trabajo!
(Aplausos atronadores, risas nerviosas, carcajadas asfixiantes)
- Déjenme, tengo que ir- dijo tambaleándose- tengo que ir a sellar esto que- dos payasos lo sujetaron en sus brazo- sellar, sellar...
Mientras se desvanecía, el presentador estaba ya atendiendo a la directora de la oficina, que hacía declaraciones a la cámara.
- ... puesto que en correos estamos para que la gente se mande felicidad los unos a los otros, y apuestas como estan son una maravillosa eutanasia que les evita la frustración de no encontrar empleo y...
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miércoles, 9 de septiembre de 2009

Tú (y yo)

Hay quien nace de carne,
y hay quien nace de cartón.

Y mientras de la carne brotan manos
que pintan el mundo para los primeros ojos,
del cartón sale cartón, mojado y emborronado,
como un barro infectado de piojos.

Y sus palabras de cartón dibujan reflejos de un espíritu de cartón.

(cosas de un rey- de cartón)

A veces, tú,
con tu rabia de cartón,
escupes miserias de serrín,
acusaciones en marrón con nombres de pila y oro.

Como si entre líneas buscaras el secreto,
o la formula que anhela tu mente
como una aceitosa libreta de cocina,
emborronada de recetas hirientes.

No, yo me limito a ser yo,
ese yo que se interna en las corrientes
de las que tú no formas parte,
por mucho que grites, insultes y revientes…




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martes, 8 de septiembre de 2009

Error ab-nauseam

Cuando la montaña de estiercol se creyó volcán,
rabiaba por no ver brillar sus salpicones escupidos
con la vocación de un animal...


Demasiado consentido por...

... demasiado consentido en general.

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jueves, 3 de septiembre de 2009

La tríada que hierve

Hay un hormigueo que ronronea
en el silencio más profundo del oído,
o en el vibrante juego de fricción
de la piel consigo misma;

en la vista que enciende los espacios
o en el sonido inflamado por las llamas
prendidas del arpegio.

Pero, ¿qué arpegio?

El de las tres notas-madre
que rebullen en la sangre,
separadas de la mano,
como fuego, sed y hambre...

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Stand-by time

El sol- qué huida de mis sombras
con dibujos de denteras arañadas;

la noche- qué aire de sierra como
imposibles segundos indistintos.

¿Calor?
Respirar espigas de aristas cabelleras.

¿Temblor?
Temen los labios los besos inminentes
borrachos de primavera.

Entonces...

... cuando se desgastó la máquina de chispas,
cuando el sueño cegador se hizo
una tenue anunciación de lo previsto...

¿Dónde quedó el instante,
perdido en el horizonte de mi espalda?

Rezagado en la vanguardia,
espero en la pradera a que me alcance,
de nuevo,
su lazo lento de jinete y de guadaña...

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miércoles, 2 de septiembre de 2009

+1 de algodón

2 + 2 susurro,
3 + 4 aspiro,
5 + 6,
caminan sobre el río;
8 en el margen desigual de las granadas...

Me preguntas (2 + 4 - silencio),
y yo te respondo 8 + 2 en el revuelo;
y 10 + 30 deambulan por las calles
su grillo de risa de-madrugada.

Ajetreo dicen las alas del insecto,
como un aleteo +1,
y yo vuelo del viento + 7
de los humos restados al desierto.

Repliego (100 + 1 - mi seseo),
como una gárgola de lino,
síes de 7 + 15 entre los dedos...

Y bailo una bandera por el equilibrio táctil de las yemas:

¡Cómo soplan su dibujo de dunas - 30
los saludos al viento del pañuelo...!

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Guía fácil para ser difícil I

Respuesta universalmente válida para toda forma de sarcasmo:

"Lo dices porque en realidad eres el único ingenuo que se lo cree".

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