lunes, 27 de agosto de 2012

El deseo culpable




Cuando te concentras en ti mismo
como un aislamiento sordo y ciego para el mundo,
es sorprendente la indiferencia de los astros,
que siguen creyendo en ti a pesar de las protestas.

Porque ni así te libras de encender
las chispas de ojos petulantes;
es más,
estalla el deseo intrigado en un deseo culpable,
un deseo vergonzoso que ansía
la luz misteriosa que niego por defecto...

La intriga, el misterio,
lo oculto.

Incluso así,
caminantes,
no dejáis de ser la vista perdida
que otea mis sueños sobre la línea de mi horizonte...


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martes, 14 de agosto de 2012

Sobre las buenas intenciones



Siempre he potado a lo Fontana di Trevi, con fuerza, hacia arriba, trazando un leve tiro parabólico. Estaba en el fondo del Fun Club, cuando esa parte de la sala estaba separada de la zona de baile por dos puertas paralelas. Sentí la inminencia de la susodicha erupción a lo héiser en medio de la neblina del mareo y, con la mejor de las intenciones, me dispuse a salir a la calle para no liársela a esta gente poniéndolo todo perdido dentro. Pasé las dos puertas hacia la pista de baile, corrí entre la pista empujando a la gente porque la cosa era seria (y venía, venía sin duda), y llegué hasta la salida.

Parecía que había triunfado, ya estaba en la puerta del fun, y esta se abrió justo cuanto comenzaba a manar el asunto; tenía que salir como fuera, la boca no podía retener eso por más tiempo, y había más, y no cabía. Pasé y entonces el portero me cerró la puerta siguiente (antes eran dos, ahora son tres las de la entrada). Lo miré con las lágrimas saltadas, las mejillas hinchadas, la boca a punto de estallar, y ya no pude más, otra arcada y... Fontana di trevi, a sus pies.

Me abrieron automáticamente, pero el caño ya no paraba de manar. Había una cola larga esperando en la calle y yo salí haciendo eses, caminando, potando a la vez y disculpándome, entre los vitoreos de pitorreo de la gente.

Yo lo hice con la mejor intención. Pero el portero se pasó toda la noche con mi pota por compañía. Hay que joderse.

Luego volví a entrar y me despertaron a la hora del cierre, para variar.

Será el karma o lo que coño signifique...


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viernes, 10 de agosto de 2012

Hell welcome



El diablo cabrón que controlaba la entrada del infierno se fijó en él.


- Ah, tú, pedazo de cabrón, listillo, ¡que me leo un libro a la semana! ¿qué te crees? Ahora te vas a enterar, me cago en Hesse y en todos tus ídolos!


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Cadalsus



Aunque él estaba allí por sus actos poco decorosos de vandalismo, el verdugo tuvo tiempo para susurrarle, antes de decapitarlo:


- Y que sepas que además de esto, por las tardes leo muchos libros, so capullo!


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La gente lee



... y, tras haberle reventado los huesos con cadenas, el grupo de skin-heads se marchó, no sin antes susurrarle al oído el líder...

- ¡Y que sepas que leo muchos libros, cabrón!


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Impertinencias que denotan carencias



- Hey, creo que estás pisando una mierda
- ¡Puede que no haya leído tanto, ni sea tan listo ni vaya de capullo por ahí corrigiendo a los demás, pero no soy gilipollas!!
- Pero sigues con el pie en la mierda.


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jueves, 9 de agosto de 2012

Agenda



Sólo cuando miras al infinito
llamas por su nombre
a los ángeles...


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miércoles, 8 de agosto de 2012

Todos los que soy




Sol,
que llevo tu aliento de rayo comprimido
en cada brizna de calor,

¿te recordaré,
cuando sólo seas un grano de memoria?

Mientras se caen el tiempo y el espacio
y la identidad hace juegos con los dados transitorios,
el infinito acaba siendo una decepción sagrada...

Segundos de soles,
minutos de galaxias,
la eternidad como un aliento lanzado al vacío,
¿os recordaré?

¿Y cuando haya sido cada uno de vosotros,
lograré conciliaros de uno en uno,
cuando seamos todos?

Preguntádmelo a mi,

y a todos los que soy...

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lunes, 6 de agosto de 2012

Los bultos pringosos



Los roles masculinos y femeninos se simplifican. Al final, va a tener razón Irvine Welsh cuando en Trainspotting afirmaba que en el futuro no habría ni hombres ni mujeres, sólo gilipollas. Eso es del todo cierto.

Lo único que vale es el bulto pringoso del bicep o de la teta de silicona, aderezado con modales tomados de Salvame y cia., la ordinariez y la falta completa de educación, la total ausencia de humildad como método de éxito fácil aprendido de los retrohumanos de Gran Hermano, y en general una sublimación del catetismo canorro de andar por casa que no admite matices, a falta de receptores neuronales. Eso sí, estudiar o currarse aquello de lo que se exige reconocimiento es lo de menos. Lo importante es aparentar, y si la apariencia es buena, ¿qué importa lo demás?

Y si a esto le unes la moda del automarketing americano, te encuentras con zoquetes sin cerebro que se chupan su propia polla a la primera de cambio como autocelebración y forma de promoción social, porque creen que con aprender la pose se materializará la causa, el mérito que justifique esa vanidad de pordiosero.

Estoy harto de Jennifers López de pacotilla o de tíos musculosos con más curvas que el muñeco de michelín. Estoy harto de roles sexuales desfasados que la ignorancia vende como modernidad; estoy harto de princesitas color de rosa que chupan pollas mirando a cámara y de Conans de barrio obsesionados por el sexo anal, quienes además exigen honores de doctor y se enorgullecen de no haber leído un libro en su vida. Estoy harto de mujeres florero que se sienten realizadas y libres y femeninas sólo cuando empinan una polla (!) y de machotes con músculos más grandes que su cerebro atrofiado, cuyo modelo ha sido rescatado del viejo y carca rol ibérico donde la brutalidad, la posesión y la simplificación mental es el equivalente a la virilidad que buscan las pequeñas ponis que, sin embargo, se sienten muy feministas.

El cerebro es sólo para pretenciosos y elitistas: está de moda ser un imbécil, sólo hay que ver a nuestros dirigentes, nuestras estrellas de la tele y la situación actual.

De verdad, tanta pringue hinchada, tanta inmodestia y tanta soberbia, mezclado con tanta pretensión de ser sensual al más puro estilo porno de EE.UU., y, sobre todo, tanto imbécil improbable no hace sino que todo apeste aún más a culo rancio. Puajjjjjj....

De verdad, gilipollas como estos representan a la perfección el verdadero sentido de lo obsceno. 

Qué asco, dios, qué asco de pringue, qué peste a queso podrido de estupidez, ¡cuánto olor a mierda entre tanta curva y tanto globo!

Arghhhh!

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