Estaba
hasta el carajo de comuniones y bautizos y bodas de mierda. En esta
ocasión, la enésima comunión se iba a llevar el premio. Ya no
podía más, niños de siete años recatolizándose y tratándote con
un aire paternal absurdo, los mismos que currarán a sus padres
dentro de cuatro o cinco años, soñarán con ser un soplapollas de
reality y tendrán las mismas inquietudes que un reptil, no era
soportable por más tiempo sin medicación. Así que se fue a los
baños del restaurante dispuesto a fumarse un porro de señor. En
esas estaba cuando se abrió la puerta y apareció el niño, vestido
de marinerito, frente a él, justo cuando acababa de liarselo.
- Esto, niño- le contestó con un tono sarcásticamente amable, enseñándole el porro- es en lo que consiste “hacerse una paja”.
El
niño lo miró raro y él volvió a cerrar la puerta en sus narices,
esta vez con pestillo, para acabar la faena debidamente.
El
caso es que la inspiración puede jugar malas pasadas, por muy
brillante y fantástica que se presente. El niño regresó a la
fiesta y le dijo a sus padres que un hombre se estaba haciendo una
paja en el baño delante de él, así que antes de que pudiera acabar
de fumar ya tenía a una legión de adultos aporreando la puerta, y
no tuvo más remedio que abrirla.
- Dice mi niño- empezó la gorda de la madre- ¡que te la estabas cascando delante suya! ¡te voy a denunciar!
El
padre estaba detrás de ella, furioso, mientras los demás lo
sujetaban para que no se liara a mamporros con nuestro héroe.
- ¡¡HIJO DE PUTA!! ¡¡SINVERGÜENZA!! ¡¡EN EL DÍA DE SU PRIMERA COMUNIÓN!! ¡¡MARICÓN!! ¡¡CABRÓN!!
Él
se quedó mirándolos a los dos, mientras seguían su pantomima
folklórica, y decidió aclarar las cosas.
-Tranquilos, ¡que sólo me estaba fumando un porro!
-¡¡AH!!- continuó el padre- ¡¡Y METIÉNDOLO EN LAS DROGAS, ADEMÁS!! ¡¡SUJÉTENLO, QUE LLAMO A LA POLICÍA!!
-¡¡AH!!- continuó el padre- ¡¡Y METIÉNDOLO EN LAS DROGAS, ADEMÁS!! ¡¡SUJÉTENLO, QUE LLAMO A LA POLICÍA!!
Por
fin apareció su novia, que era la realmente invitada a la
celebración, medió entre unos y otros y logró calmar los ánimos,
pero tuvieron que marcharse, en silencio.
-Ya no vienes conmigo a ninguna celebración más- le dijo cabreada.
Sonaron
todas las campanas del mundo en su corazón....
…
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