lunes, 29 de abril de 2013

La suavidad del "estar-by"




Me había acostado tarde dándole vueltas a las mezclas, pero había habido sesiones peores. En esta ocasión, algo ligero para salir del paso y conseguir más trabajo. Nos metimos Mammonnio y yo en la pecera con dos guitarras acústicas y lo hicimos tal cual, en vivo, sin técnico en el control, metrónomo ni pollas en vinagre. Un ajuste a ojo de los niveles, pulso grabar y salgo corriendo a situarme y hacer toma tras toma. Cuatro temas de Lou Reed. Listo. La primera escucha me parece infernal. "Esto es una mierda" le digo, "deberíamos volver a empezar". Mammonnio no parece dispuesto. Me jode esa autocomplacencia de "esto mismo está bien, tío". Mierda de amor a la espontaneidad: lo que hay es pavor al trabajo, al esfuerzo y al aprendizaje- ese, que precisa como condición primera aceptar que se yerra. Pero esas cosas no se dicen, claro. A la tercera escucha va mejor. "Te pasas de mijita" me dice Mammonnio ante mi primer comentario positivo. "Si tú supieras lo que me callo, no encontrarías un término para describirme" pienso yo. Tal vez sea cierto; pero hay cosas que no se pueden entender, tal vez el secreto sea no pretender entenderlo todo, sino apagar el cerebro en determinados momentos en que se considera impertinente razonar con coherencia. Si Mammonnio cambia los acentos o la métrica de los versos sin avisar, los coros salen deslavazados  Si Mammonnio no cuida más el tempo, seguirán saliendo golpes de guitarra a destiempo cada dos por tres. Si Mammonnio cambia la línea melódica de su voz, o no se preocupa por afinar, los coros son una mierda, etc. etc. Y además, acompaña Hangin' round como si fuera un catequista de campamento, como si fuera una canción hecha a base de brisitas de primavera al gusto más moña posible. Pero no hay que ser tan quisquilloso, por lo visto no. Lo que chirría en tus oídos es algo exclusivo: sólo tú, con tu experiencia, tienes el privilegio de ver mierda donde otros ven oro. Es algo parecido a la necesidad de apagar el cerebro para no molestar. Bueno, eran las doce, Mammonnio hacía rato ya que se había ido y la cosa empezaba a medio sonar. A casa.

Me había propuesto cenar abundantemente, pero se me pasó la hora de cierre de la tienda con el trabajo y no tenía nada en casa. ¿Cenar fuera? Es un coñazo aguantar gente, más si estás comiendo. Poco a poco adquieres las costumbres de un zorro solitario y temeroso de las multitudes. Comer gruñiendo y enseñando los dientes se antoja ahora como una consecuencia lógica. Al mediodía mi madre había vuelto a preocuparse por mi delgadez. Debo ir a comer con ella con más frecuencia. Al menos sabrá que almuerzo bien. El caso es que me había propuesto cenar bien esa noche, pero se me pasó por culpa de la grabación. No como bien. Habrá que solucionarlo.

Me llega un mensaje. Alba. No me llamas. No me escribes. No te preocupas por mí. Pues sí Alba, ni tampoco soy tu novio, ¿sabes? ¿estás loca? debes estarlo porque ni siquiera reconoces lo que tienes delante... No como bien, no me relaciono bien, ni siquiera siento bien. Ni siquiera siento, en general. No es personal. Da igual. No te lo creerás. Alba me manda a la mierda. Soy incapaz de sentir nada. No la veré más. Y sólo pienso en el alivio que supondrá no recibir más reproches, no sentir nada con toda la libertad de no sentir NADA.

Mi compi de piso me invita a salir a dar una vuelta con ella y su gente. Es viernes. Podría salir, hacer el indio. Pero no siento nada: ni siquiera ganas. Parece mejor enterrarse bajo un nórdico. ¿Conocer a más chicas? esa ilusión se antoja como ingenua. Pobres almas que creen en el amor, en el sexo o en los sentidos. Para mí no es que más animalidad sublimada, viene bien a veces, pero resulta en general muy caro de un modo u otro. No hay mística del sexo, sólo frustración, esquizofrenia y vulgares terminaciones nerviosas en los sexos. Todo lo demás es embriaguez superficial ante la certeza de la muerte. La muerte parece lo único novedoso, pero puestos a ello, puestos a morir,  primero hay que vivir la vida con valentía- si no, esa pulsión suicida es cobardía disfrazada; si ya estás de vuelta de vivir, espera: la muerte está garantizada, no te la quitará nadie. Si todo te da ya igual, no debe preocuparte ser enteramente tú mismo ante el mundo, no hay consecuencias a las que temer si la idea de desaparecer no te quita ya el sueño. Si realmente te sientes listo y dispuesto a morir de verdad, estás listo por primera vez en tu vida para vivir la vida plenamente, en toda su intensidad.

Otro asco de mañana. Al abrir los ojos el silencio del amanecer se hace rotundo con su mudo mensaje. Tal vez sea eso lo que duele: el silencio es el mejor testimonio de una miseria profunda. Vuelves al mundo y el mundo calla. Abres los ojos en busca de un motivo, pero sólo obtienes el rumor sordo del planeta que gira ajeno a ti. Y se alarga el silencio, aguantas le respiración, y sigue, y al final rompes a respirar, y resulta extraño, frustrante. El silencio sigue. Hasta tu propia respiración quiere ser discreta. La luz entra entre las persianas y corro a levantarlas en busca del efecto anímico del sol, y ahí está. Fuera es primavera. Incluso estando al sol en un parque, sólo es primavera fuera. Y paso la primera mañana intentándolo, poniéndome al sol; se supone que eso ayuda. Luego me largo al estudio, repaso las mezclas, hago algunas correcciones. Vuelvo a ver los errores de Mammonnio, los míos. Ahora no parece que sean tantos. No es una grabación perfecta, pero valdrá para su cometido: buscar bolos. Llamo a Mammonnio. Está cerca, en un bar. Meto las mezclas en un pen-drive y salgo. "Está bien" pienso "es mediodía, comeré y seguirá dándome el sol". Comer mejor, dormir con orden, ponerse al sol. Pequeñas conductas beneficiosas para estados depresivos. Yo lo intento, tío. Hago lo que puedo, no paro de trabajar.

Me lo podría haber ahorrado: allí ni había ordenador. Por supuesto, tendré que sacar los CDs yo desde mi casa, también. Tomándome ya el café, me sorprende con nuevas historias.

- Creo que le das demasiado fuerte a la guitarra en Hangin' round.

Interesante, si parece que él pulsa las cuerdas con escobillas. Interesante, sobre todo, porque apenas la ha escuchado, dado que se largó enseguida mientras yo pasaba horas haciendo la mezcla. Siempre la misma historia, siempre suspicaz con respecto a mi volumen, a mi guitarra, a mi, como si fuera un rockero adolescente cuya majadería egocéntrica se sintiera amenazada.

- ¿Qué quieres que te diga?- le contesto- haberlo dicho ayer.
- No- continúa, creyendo que me pone entre la espada y la pared- es que creo que siempre lo haces así, y eso es un problema- y se queda con la mirada sobre mi, fijamente.

¿Tono de jefe? Vaya. No como bien, no sé querer, no siento bien, no pienso bien, no trabajo bien y ahora no toco bien, y no para mi, sino para él, además... Currando y currando y descubres que se creen que estás a su servicio esperando su aprobación. Ahí es donde descubres el abismo insondable que nos separa: no son capaces de ver la mierda ni en la música, ni en sus discursos. ¿Le repaso la lista de defectos por su parte? Parece que o bien renuncias a defenderte, o renuncias a mantener una compostura de dignidad. Intento pensar, pero este imbécil sigue presionando porque no ve más allá de la margarita que tiene por cerebro.

-  Pero, es que lo siento así, ¿qué quieres que te diga?- insiste.

No pretenderá que me disculpe. Este tío se equivoca a la mínima que levanta la cabeza. Qué obvio, qué transparente, que simple se puede llegar a ser.

- ¡Mira, coge tu honestidad de MAMAHOSTIAS de manual y te la metes por el culo!

Y dicho y hecho, me largué. Las mezclas se quedaron en mi pen-drive. Por mi puede empezar a buscar a alguien que sea capaz de dominar ese repertorio, le meta los coros, le proporcione el local, las grabaciones, la producción y que además acompañe Hangin' round como si fuera un bambi maricón que acaricia margaritas. Me revienta cuando se pone en plan mariquita-criatura sensible que parece todo de algodón, que no tiene huesos... ¡A Guantánamo con él y todos los Plateros vocacionales de mierda!

Y él se quedó ahí, y sé que le parecí un loco. Por supuesto, logró que volviera a escuchar la grabación, y me reafirmé, la guitarra estaba bien. Ya lo había observado a él viéndolo actuar en solitario. Esa dulzura empalagosa que pretende hacer del tema algo insípido y sin entrañas sí que supone un problema.

Pero entre tanto sabio sobre la vida y las buenas costumbres, tanto consejo impertinente y, sobre todo, tanta afirmación en negativo, uno se pregunta por qué todos estos entendidos pierden tanto tiempo buscando defectos mientras tú eres el único que se expone a su juicio enfermo, más que nada porque ya estás muerto desde hace tiempo y sólo buscas, en realidad, entretenerte adornado la cripta con murales que los insulten.

Y, a pesar de estar muerto, resulta que eso que haces es mucho más de lo que cualquier falso-zombie de estos sería capaz de soñar realizar en toda su puta vida desperdiciada en un permanente estado de stand-by... ¿Suicidarse?

¿Y dejar a tanto tonto a gusto sin que nadie les recuerde de forma brutal e insensible que son caricaturas sobre caricaturas?

Como diría Fedor, eso bien vale una vida entera...


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domingo, 28 de abril de 2013

Las insolencias




La tristeza es insolente
porque ríe de incredulidad
ante su inesperado reflejo
en las aguas de los ríos
de las otras vidas
- ¿no era de vapor y gas
la textura invisible
de una casi-existencia?

y por arte de magia,
la realidad del río
se convierte en verdad,
la verdad, en absurda,
el agua en espejismo,
y el reflejo...

... ¿acaso no fue el espasmo
de un sueño mal soñado,
susurrado por el aleteo
de una simple mosca?

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miércoles, 24 de abril de 2013

4G




El azahar se arremolina con el paso de los cuerpos
que pulsan el pavimento como ráfagas de mar
- el rumor descansa grave, detrás,
cálido como el aliento madrugado
sobre un pecho en primavera.

Primavera,
¿cuando fue?
¿cuando nada pesaba tanto?

Gravedad de primavera,
que haces más denso el verde,
revientas en cielo el azul,
enciendes en fuego el rojo
y haces del aire un suspiro de sol:

de repente, me aplastas...


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jueves, 11 de abril de 2013

Hilo de la mañana



Desaparecen los remolinos convexos de las olas,
los contrastes oscuros de las nubes,
el viento que desordena las hojas de los labios.

Desaparecen los reflejos enturbiados,
los trazos ensimismados de los rayos,
los sonidos del brío entre relámpagos y truenos.

El cielo se ha hecho plano reflejado en el orden de un espejo silencioso,
y el mar se ha despertado de su sueño agitado como una cuadrícula de viento que despliega
en líquidas películas sus brillos ordenados.

La calma,
paz de mar en blanco presta a que rielen los ojos sus estelas de palabras,
se extiende ante mi con una sombra de llanura que muestra su infinito
- el infinito de un presente que lo abarca todo.

Y ante el mar en calma no cabe otra sinfonía que el silencio perfecto que lo describe todo,
no cabe otro trazo que la mirada sin rastro que desdibuja los vacíos,
no caben más palabras que las cuartillas en blanco que evidencian la cobardía de los verbos.

Y sobre todo,
tejer las velas rotas del navío sentado en la mañana clara de la arena,
con la compañía del sol,
con el abrazo del viento,
con una mirada que ahora intima con su propio calor,
y un corazón tan entero que descifra todos los misterios del silencio
a cada puntada de hilo...


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lunes, 8 de abril de 2013

Las malas predicciones




Aquella mañana de reyes se levantó sin saber que era la última vez que viviría ese momento con la emoción propia de la infancia. No era que ignorara el secreto de la tradición, no, sino que a la edad de nueve años sospechaba ya cuál sería el contenido del secreto que, por mantenerse vivo en la ilusión su hermano pequeño, se representaba siguiendo las pautas estipuladas al respecto. Una noche entera sin dormir hasta que al final pudo levantarse y ver el resultado. Ahí estaba, sí: era una guitarra metida en su funda con un lazo rojo.

- Mira, Jaime- le decían a su hermano, cuyos ojos aún con legañas no cabían en sus órbitas viendo sus regalos- ¡han venido los reyes magos!

Él miraba paulatinamente a la guitarra y a sus padres, con la gratitud extrema del momento, y también con la complicidad temprana del niño con el mundo de mentiras de los adultos. Se acercó y la sacó de la funda: una guitarra española de la casa Damas, preciosa. Era un objeto mágico, solemne y sobre todo prometedor.

- ¿Cómo se llama tu profesor?- le preguntó su padre.
- Aún no lo sé- le dijo con la guitarra en las rodillas- mi amigo Sebastián es quien sabe dónde es.
- Espera- le dijo contrariado- ¿aún no tienes profesor?
- No, ya te dije que tenía que ir a hablar con él.
- ¿Y si no resulta? ¿No hubiera sido mejor hablar antes?
- Lo habría hecho de estar seguro de que la ibais a comprar- le dijo algo extrañado.
- Vamos, ¡que nos has tomado el pelo!
- ¿Cómo?- le dijo sin entender nada.
- Sí, harás como el resto, le darás dos tientos y la dejarás encima de un armario, ¡menuda pérdida de tiempo y de dinero! ¿Qué vas a hacer, toquetearla todo el día hasta que te aburras de no conseguir nada?
- Pensaba ir a las clases.
- Pero este chico te enseñará solfeo, ¿no?
- No lo sé, no he hablado con él.
- Porque si piensas aprender sin solfeo yo no lo pago, eso no es música, ¡es folklore!

Llegado a ese punto no había más que decir, salvo que qué coño sabía él de música ni nada cuando nunca había sentido el más mínimo interés por ella, cosa que a la edad de nueve años queda siempre sin decirse. Cogió la guitarra, ya sin ilusión, y se marchó a la azotea, y procuró jugar con ella sin que él se enterara, sin que él pudiera corroborar que efectivamente estaba intentando inútilmente sacar algo a esa caja de madera hecha, al parecer, para manos más serias, sensatas, honestas y bienintencionadas que las suyas.

Durante un tiempo no la tocó, sentía que no era suya enteramente, sino el botín de una estafa perpetrada contra su propio padre. Sin embargo, al cabo de unos meses le empezó a dar igual lo que él pensara. Por aquella época programaba su ordenador MSX en Basic con gran habilidad sobre el teclado. "Tocar"- pensó- "debe ser como teclear; al final tus dedos van solos a por la letra adecuada, y las notas son letras de música. Todo es cuestión de adquirir la misma destreza a través de la práctica"- se convencía a si mismo- "está todo ahí, mis manos, mis orejas, la guitarra, las cuerdas, los trastes, no puede ser tan imposible aprender a moverlos juntos correctamente", y con esa idea y la convicción de que el camino por recorrer tenía años de duración, empezó a investigar por su cuenta los entresijos de tan misteriosa disciplina.


(...)


Estaba en la calle Betis, junto a unos amigos, haciendo tiempo para acudir a la cita con su novia, a la una de la madrugada en la puerta del Ele-Funk. Habían dado las doce, ya era irreversible: había cumplido 30 años, el dígito dos desaparecía de su vida para siempre. Había llegado el momento de las primeras nostalgias.

- Señores- dijo mirando al reloj- oficialmente tengo 30 años.
- Felicidades tío- le dijeron todos, lo abrazaron, lo felicitaron, le sirvieron más copas.

Llevaba su vieja guitarra española, aquella con la que había aprendido solo casi todo lo que sabía, su primer instrumento. Con los años se había deteriorado bastante. A base de errores había ido entendiendo cómo se cuida; por ejemplo, la primera grieta de la tapa había sido producto de dejarla sobre una cama en un sitio donde le dio todos los días el sol ardiente de un verano: la dilatación y contracción de la madera habían tenido esa primera grieta como resultado. Luego vinieron más grietas. A esas alturas, 21 años más tarde, incluso había perdido un trozo de la tapa, pero la seguía tocando, le gustaba sacarla a la calle como guitarra de guerra, dejando las buenas en casa, seguras y bien cuidadas. En cierta ocasión había ido a una tienda para ver si la tapa se podía arreglar fácilmente. Y no, era un arreglo caro. Para ese dinero era mejor comprar una buena acústica, más útil para el estilo que practicaba él. Resultaba más práctico dejar de lado el sentimentalismo y centrarse en lo que es pertinente. En los últimos meses se había visto tentado, en ocasiones, de darle un final apoteósico a aquella guitarra con la que nunca acabó de tener un vínculo sentimental completo y total.

El caso es que cuando quiso irse para acudir puntual a su cita, los demás se empeñaron en que se tomara otra copa. Y bueno, pensó, era su cumpleaños, su trigésimo cumpleaños, algo importante. Aceptó esa copa.

- Venga tío- le decían- y saca la guitarra y toca un poco para nosotros, ¡que ya sólo tocas para público de salas desde que eres un figura!

Pero tras esa copa vino otra, e incluso una tercera, pero esa la rechazó ya del todo y se fue al Ele-Funk. Se le había hecho tardísimo con tanto compromiso, aunque habiendo estado precisamente con su cuñado, pensó que Amalia, su novia, lo entendería. Era su hermano, no cualquier persona, y en el Ele-Funk ella no estaría sola tampoco.

Sin embargo no lo entendió, y sí había estado sola en la calle, frente a la puerta, durante una hora. La bronca fue brutal. Acabaron a gritos. Adiós fiesta, adiós cumpleaños.

- ¿Pero por qué no hay manera de que hagas algo bien?- le gritó finalmente Amalia.

Y él supo entonces con clarividencia lo que tenía que hacer.

- Pues mira- le dijo- observa bien, ¡porque esto lo voy a hacer de puta madre!

Y en ese momento cogió la guitarra, en su funda, y empezó a golpearla contra la acera con todas las fuerzas de su propia rabia, impotencia e histeria. Sentía los crujidos de la caja a cada golpe, y era algo embriagador, como una interpretación en crescendo. Entró en trance y acabó el número saltando sobre la difunta guitarra, reducida a añicos, hasta que no pudo más. Sin respiración, se sentía flotar de satisfacción, y sólo entonces se dio la vuelta para mirar la cara de Amalia y saborear cómo era incapaz de decir nada ante eso, con gesto triunfal y desafiante.

Sin embargo, cuando se dio la vuelta no había nadie, llevaba vete tú a saber cuánto tiempo saltando y golpeando la guitarra Damas preciosa en total soledad, como los locos. Sin público, aquello era una pena. Así que se fue con la funda a cuestas llena de astillas hacia su casa. Estupendo trigésimo cumpleaños, pensó. 

Por un lado le dolía haber asesinado a esa guitarra: por otro, sintió haberse liberado a partes iguales del fetichismo, de la nostalgia y de Amalia. Y ya se sabe, los amaneceres traen consigo un cálido y cegador sol de incertidumbre. Un final brillante, pensó, es mejor que dejarla aburrida sobre un armario por vieja y cutre.

Los trozos sirvieron para la estufa de leña que tenía en su casa. La llama a la llama.

Y a tomar por culo las malas predicciones por parte de gente de poca o ninguna fe...


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martes, 2 de abril de 2013

La falta de previsión



Tuviste en cuenta todo, menos el veneno.

Y ahora que tienes lo que quieres observas,
impotente,
cómo se desvanece lo que precisaba anticiparse:
porque el veneno sigue ahí,
surtiendo efecto, haciéndose con todo,
hasta que sólo te quede silencio,
vergüenza, arrepentimiento y culpa.

Tuviste en cuenta todo, menos el veneno
-la inmunidad la da la profundidad de tiempo de los honestos.

Y caminas con el alma ruborizada
ante tus latidos tóxicos;
ante tu impasible "¿y ahora qué?"
entonado por tu sueño envenenado;

y tu conciencia corrompida,
vuestros cuerpos y miradas
bañados en la ponzoña voluntaria
de vuestras propias manos tan ciegas,
aún ignoran un destino finito tras el pasado irreversible
que da vértigo al recuerdo de aquellos tiempos blancos.

una mano abrió el frasco y la otra,
voluntariosa,
sirvió el fuego a la boca que observaba la comedia
con la calma segura de los horizontes infinitos...

Y cuando ella, entre espasmos inesperados,
descubra ahora que fue en su propia boca, la ponzoña;
que los recuerdos borrados con cianuro ya nunca existieron;
que su pasado, presente y su futuro están tan contaminados
que ni siquiera fueron nunca...


...seguirá siendo demasiado tarde...

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lunes, 1 de abril de 2013

Sangre, semen y mierda



La última tendencia que se ha añadido al paradigma de conductas reivindicativas de dudosa utilidad es la relativa a la visibilidad de la menstruación de las mujeres. Porque hay cosas cuya visibilidad sí ha resultado útil y de ayuda; por ejemplo, no cabe duda de que la visibilidad de las relaciones homosexuales, llevaba a cabo en los últimos años gracias a los medios de comunicación y a su integración legal definitiva mediante el reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo, ha sido de capital importancia para que este fenómeno se perciba, cada vez más, como algo normal y natural, aunque quede mucho camino por recorrer en otros aspectos. Sin embargo, ¿qué beneficio se puede esperar de la visualización de la sangre menstrual en el proceso de la liberación femenina? ¿Acaso vivimos en una sociedad donde la sangre humana no menstrual forme parte aceptada de rito social alguno, fuera de la falsedad de las pantallas? Pues se trata de algo natural, sí, ligado a la sexualidad femenina, sí, y más en concreto a las condiciones en que los mamíferos nos reproducimos; sin embargo, pertenecemos a una extraña especie para la cual determinados aspectos de su biología quedan encerrados dentro de una categoría tabú en la totalidad de las culturas: la categoría de lo escatológico.

Porque la defecación también es algo propio de nuestra naturaleza animal y sin embargo no veo que el humanismo se fundamente en la reivindicación de la coprofilia, de su salida a la luz, de la aceptación social de la hez como icono habitual en nuestra vida- tal vez porque ello nos acerque más a los animales, y no al contrario. No veo campañas con eslóganes tales como "ser humano es lo más" junto a la fotografía de un tío cagando, o a la de una hez servida con patatas. Sin embargo, ahora se reclama la dignidad de la mujer mediante la "visualización" de sangre menstrual, o incluso creativas fotografías de infusiones de tampones, procedentes estas reclamaciones, paradojicamente, de las mismas personas que niegan que la esencia de la mujer sea su potencialidad como madre, sino su aspecto más elevado, intelectualmente, como ser humano y no como mera coneja al servicio de la sociedad. Por lo tanto, ser capaz de ser madre se niega como rasgo esencial femenino, pero se resalta la sangre que forma parte del ciclo reproductivo como elemento identificativo y reivindicativo... ¿de qué?

Tal vez sea eso lo que más desconcierta. ¿Qué se reivindica con eso? ¿Que las mujeres puedan salir dejando ver los regueros de sangre entre sus piernas? ¿Que se cambien la compresa sentadas a la mesa de un restaurante? Desde luego, en lo que a mi respecta, que lo hagan, siempre queda la libertad individual de elegir con quién te relacionas y no, en según qué momentos. Limpiarse la sangre menstrual es algo que practican todos los mamíferos, desde los gatos hasta mi perra (será que ella es también una agente del Machismo Internacional). La sangre menstrual huele; la sangre en general desagrada, ya proceda de un chochito, de un rabito o de una cabeza en Irak: la tendencia natural en las personas es limpiarla inmediatamente. La hez es sinónimo de inmundicia y está llena de bacterias y microbios susceptibles de provocar infecciones. La sangre acumulada y a medio coagular y descomponer también es poco sanitaria, y de eso tampoco tenemos la culpa nadie. Y si no, que extraigan el aroma esencial y lo comercialicen como perfume para todas estas revolucionarias de caca-culo-pedo-pis.

¿Tendrán los hombres que hacer campañas para hacer visible el semen y defender su dignidad de género, mediante fotomontajes con un rabo poniendo leche en el café, pasear con el nabo goteando leche entre las bermudas por el centro comercial o poner una servilleta llena de semen post-paja en su perfil para reivindicar la visibilidad de su masculinidad?

Por favor, el gusto por lo escatológico es propio de niños de tres años, de imbéciles en general y de gilipollas realizados en particular: niñas, si estáis enfadadas, ello no se arregla poniendo vuestra roja regla en la cara o boca de todo el mundo como si todos tuvieran que compartir vuestra sangre, vuestra mierda o vuestro semen porque necesiten descubrir que existe. Todos sabemos que existe, gracias. Por el contrario, aceptad vuestra coprofilia, vuestro gusto por lo putrefacto, vuestra pulsión por chapotear entre excrementos y sangres varias en vez de manchar principios elevados como el feminismo con pajas sin sentido ni utilidad social alguna salvo la mera provocación por nausea que tanta gracia hace a los retrasados mentales.


¿Os duele el espíritu de lo vacío que está? eso se arregla leyendo un poquito más, ¿recordáis? la inteligencia no distingue entre sexos, al igual que la idiotez...

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