jueves, 11 de abril de 2013

Hilo de la mañana



Desaparecen los remolinos convexos de las olas,
los contrastes oscuros de las nubes,
el viento que desordena las hojas de los labios.

Desaparecen los reflejos enturbiados,
los trazos ensimismados de los rayos,
los sonidos del brío entre relámpagos y truenos.

El cielo se ha hecho plano reflejado en el orden de un espejo silencioso,
y el mar se ha despertado de su sueño agitado como una cuadrícula de viento que despliega
en líquidas películas sus brillos ordenados.

La calma,
paz de mar en blanco presta a que rielen los ojos sus estelas de palabras,
se extiende ante mi con una sombra de llanura que muestra su infinito
- el infinito de un presente que lo abarca todo.

Y ante el mar en calma no cabe otra sinfonía que el silencio perfecto que lo describe todo,
no cabe otro trazo que la mirada sin rastro que desdibuja los vacíos,
no caben más palabras que las cuartillas en blanco que evidencian la cobardía de los verbos.

Y sobre todo,
tejer las velas rotas del navío sentado en la mañana clara de la arena,
con la compañía del sol,
con el abrazo del viento,
con una mirada que ahora intima con su propio calor,
y un corazón tan entero que descifra todos los misterios del silencio
a cada puntada de hilo...


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