viernes, 9 de diciembre de 2011

El sarcasmo, la ironía y la mentira


Estaba en el fun cuando una mano le tocó violentamente en el hombro.

- Eh, tú, cacho de caradura, ¡eres un mentiroso!

Era una chica muy mona y morbosa que había conocido una semana antes. Esperaba para mear en un tugurio cuando la vio parada frente a él, apoyada en la pared, con un vestido rojo bien ceñido y unas buenas curvas. “¿A dónde vas, Caperucita?” le espetó. “Supongo que tú eres el lobo...”, respondió ella, a lo que él sólo replicó con un aullido. Muy simpática, se lo llevó a charlar sentados en un sofá. Fue una charla agradable, ella tenía 28 años, él 24. Al final, lo desenmascaró y lo consoló de sus dolores espirituales, pero sin sexo. Se marchó a su casa bastante decepcionado de sus malas artes dramáticas.

- ¿Mentiroso? ¿De qué hablas?- le respondió a gritos, pues la música hacía difícil hablar.
- ¡¡Me has puesto en ridículo!! Me dijiste que eras pintor y que exponías en galerías, y resulta que yo trabajo en eso, he preguntado por ti y nadie sabe nada, ¡¡eres un farsante!!

Se quedó flipado, no sólo no recordaba haber urdido semejante patraña, sino que no era propio de él inventar semejantes historias.

- ¿Estás segura? Yo no recuerdo haberte contado nada de eso, ¡ni mucho menos! Yo no soy pintor, nunca he expuesto, ¡estoy totalmente fuera de ese mundo!
- Lo hiciste, chaval, y me ha sentado fatal,  ¡creía que eras un buen tío!
- Es imposible, nunca me invento cosas ni voy de bribón, ¡tienes que haberme entendido mal!
- De eso nada, tío, que te den, ¡paso de creerme más mentiras!

Intentó darle vueltas a la cabeza, recordar lo sucedido. Ella parecía no mentir en absoluto, así que tuvo que haber dicho algo en el momento que diera lugar al malentendido. Era posible que ella le hubiera preguntado si era artista y él, en tono sarcástico, le hubiera respondido “sí, claro, las galerías se dan hostias por mí”, por ejemplo, era la única explicación.

- Es posible que te lo dijera en broma, pero que te lo creyeras y yo no me diera cuenta.
- Eso ya es rizar el rizo. Bueno, me marcho, me has decepcionado mucho, y todo el mundo se ha creído que soy idiota.
- Lo siento, nunca fue mi intención.
- Todos los tíos sois iguales...


(...)


- ¡Diga!
- Soy Javi, estoy en casa de unas amigas con el depravado..
- Ah, o sea, que dejamos la grabación para otro día.
- Mejor, estoy aquí apalancado.
- Bueno, ya  hablamos.
- Por cierto, ¡aquí una de ellas dice que trabajas en educación infantil y de animador sociocultural para niños!
- ¿Qué?- “no puede ser, otra vez”, se dijo.
- Dice que se lo dijiste tú hace años en una fiesta en su casa.
- Dile que me estaba quedando con ella, pero que no me di cuenta de que se lo creyó.
- Ok, ¡adiós!
- ¡Adiós!

No se acordaba ni por asomo, pero tampoco lo creerían si lo explicara mejor; más bien al contrario. No podía culpar a nadie de eso, ¿la vida? Un recurso estúpido. Pero tuvo que ser así, malentendido tras malentendido. La ironía y el sarcasmo se vengaban de él...


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martes, 29 de noviembre de 2011

El consumidor-lemming


La libertad se ha vuelto bizca,
bizca de apaciguada;
sus manos cariciosas manicuran
un suicidio colectivo con desfiles de vanidad sin fondo.

Mami-psicología mima los crímenes del miedo,
y los idiotas se destripan por derecho
con un cristal opaco en el fondo de los ojos maquillados,
y un sueño en blanco de algodones que,
de alguna forma,
logra desangrar sus logros
desde la contemplación distante.

Manadas de expresiones planas,
miradas turbias,
palabras vagas,
vanidades de larva en la maraña
de imbéciles pudientes.

Míralos:
los gilipollas van camino del abismo con sus mapas al revés.

No los corrijas:
te arrancarán los ojos con una inquietante expresión
de tonto confundido entre los tontos,
que se siente fuerte,
como las moscas en su enjambre en torno al excremento.

Mejor haz como ellos,
obsérvalos caer,
cada vez un memo menos,
mientras las moscas zumban;
cada vez más solo,
mientras el mar sonríe a su marea ensimismada...


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jueves, 29 de septiembre de 2011

Pantallas de cine





La hermosa vida, la hermosa luz.
Electro-sol que se cierne como un toldo de cine,
y todo se hace ficción,
distantes amarillos que se sigilan entre los ocres.

A pesar de la alegría de los verdes cilios que cosquillean felicidades en el aire,
a pesar de la feliz carrera de los perros que intuyen la brisa agradable
de una falsa primavera,
me pasan de largo las escenas,
sus decorados, sus diálogos y monstruos.

Se me han encogido las velas,
la madera se resquebraja con crujires de tierras desecadas,
y el centro neurálgico del peso se ha trepado tanto entre sus vértebras,
que apenas existen las piernas y la tierra,
bajo un timón que no navega en este mundo de pantallas.

Cómo entrar en las fricciones proyectadas
cuando sabes que nada alude a tu presencia,
polizón,
que ni eres mar, ni eres tierra,
ni eres un soplo falso del viento de los muertos...

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jueves, 22 de septiembre de 2011

Haiku III



La poesía va y viene.
Quien lo dude
no ha sido visitado jamás por ella...

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martes, 20 de septiembre de 2011

Haiku II


Las estrellas cantan
mientras las piedras buscan
el interruptor de la luz.

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martes, 13 de septiembre de 2011

Amalgama


Mammonio aporrea la guitarra. Está ciego, sabe que ralla a la gente. Es un suma y sigue. Yo lo acompaño. Algunos miran. A algunos les gusta. La chica tiene cara de aburrida. No me extraña, pero me cae mal, supongo que por prestarse a esto sin interesarle. A su acompañante le da igual que se aburra. Hay que vivir, qué coño...

(...)

Camino de su casa pasé de largo a una chica. Su teléfono sonó a mi espalda. Puso voz de seria e importante.

- Sí, soy yo, pero, ¿quién es usted?

Estaba esperando el clásico “ahhh” que entonan fingiendo sorpresa agradable cuando descubren que no es ni Freddie Kruger ni la CIA, investigando su interesantísima vida, quien les llama. Qué coñazo. Toda una vida viendo a la gente poniéndose a temblar cuando suena el teléfono y no conocen el número, ¿qué coño pasa? Ya sabes, de esas personas que dan un respingón cuando llaman a la puerta, da igual que sea al mediodía. No sé de dónde sacan ni el tiempo ni la energía para estar asustados todo el puto tiempo. La gente está amamonada.

- Ahhhh... Claro, ¿qué tal?

(...)

Paramos de tocar un rato. Ahora la chica aburrida me sonríe. No me jodas. Odio que me miren mal al principio, y que tras tocar me miren de otra forma, me hace sentir un mentiroso. Sigue despreciándome, guiri de mierda, al menos era un sentimiento puro y sincero. “Te vi el otro día en la tele” me dice uno de los invitados de Mammonio. Es la frase que más oigo últimamente. Las reposiciones de las cadenas locales, por falta de dinero, al final nos están viniendo bien. Todos los que conozco me han visto ya en una u otra cadena. Claro que, para un neurótico-paranoico como yo, eso da lugar a no saber estar en los sitios, a sospechar de cada mirada, a dar por sentado que todo el mundo me odia, a evitar la calle o los bares de copas, etc. Una amalgama de inseguridades, egocentrismos y megalomanías mal digeridas.

(...)

Mis vecinas las putas y los travelos prostis nos llevamos bien. Ya saben que soy vecino, que vivo con mi chica, etc. Ayer los transexuales me ayudaron a aparcar. ¡De puta madre! Hay que llevarse bien con el vecindario y mostrarse social y jovial, ¿no es eso lo que dicen? Creo que pronto saludaré a las chicas de los prostíbulos que esperan clientes en el portal, en la misma plaza, al pasar junto a ellas. Total, las veo y me ven pasar todos los días ante su puerta, y además creo que deberían ser legales y sindicarse, ¡¡qué coño!! ¿Dónde están los de CC.OO. y los de la UGT? A la mierda, ¡¡sodomitas de las subvenciones!!. Debería espiar por mi ventana, cámara en mano, por si viniera algún político al que chantajear y hacerme así de oro, pero esos no vienen a estos lupanares- ¿o sí? No debería confiar tanto en el sentido común en un mundo como este...

(...)


Si el reconocimiento me incomoda y los elogios me desenmascaran como ilusionista, ¿¿¿¿por qué cojones toco????

Y, sin embargo, hacer otra cosa hiede a tumba...


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lunes, 12 de septiembre de 2011

La clave-pez


Mientras X mete guitarra tras guitarra, me encierro en la cómoda presión de mi cabeza. La voz de control habla de detalles y se producen correcciones. Va a salir un disco cojonudo. Pero no estoy aquí, lo intento, pero salgo volando.

(...)

Le estuve enseñando a Peter Pan algunas de las composiciones nuevas. Curioso, de entre todas ellas mi favorita no es la que más le llama la atención. Es otra. Mi favorita me gusta porque por fin he hecho un tema presentable con ritmo de shuffle, en español. Siempre quise hacer un shuffle en español, un tema de guitarras molón. Pero no es esa la que le gusta a Peter, no; se trata de otra, de esas que simplemente fueron fáciles, las que responden a esa extraña potra que siempre indica que se acabará con su último aleteo, pero que no se acaba. Es raro, casi una ironía.

(...)

X hace comentarios. Yo tengo que salir fuera. Me va a explotar la cabeza; por mucho que me hablen, está surgiendo, naciendo, con ímpetu. Pasan a mi lado, me miran de soslayo. Están a punto de preguntarme qué me pasa, pero no se atreven. ¿Por qué? No lo sé. Enfurruñado por completo. Suena una canción sin nombre en mi cabeza. Me lo exige: quiere existir. Yo me limito a transcribirla. No sé de dónde viene ni para qué. Viene sola.

(...)

Peter Pan quiere volverla a oír. Se la pongo. Sí, le gusta. Le doy las gracias, pero sin estar muy convencido. Es como si hubiera pasado junto a un bar y la hubiera oído desde la calle, ¿qué mérito tiene? La otra fue planeada, perpetrada a conciencia, mientras que esta llegó sola, simplemente la oí. No tuve que pensarla, planificarla o sufrirla. La plagié, como si no fuera mía.

(...)

De repente, todo está claro. Salto del sofá, cojo la acústica y averiguo los acordes. Ya está. De repente, tras dos notas, ha nacido, está en camino. Vuelvo. Ahora hablo, me río. Me miran, se miran.
-¿Ya estás bien?
- Sí- les digo- ya he terminado.

No saben el qué, pero no tiene sentido contarlo; así no.

- Bueno, X, este tema creo que ya está- se dicen entre ellos, volviendo a su trabajo.

Yo, aunque satisfecho, empiezo a temer que la suerte se acabe. Ahora qué. Habrá que comprobarlo buscando otra. Cuando hay algo me desespero, igual que cuando no hay nada. ¿Hay alguien ahí? Sólo un sonido incipiente, una pequeña melodía. Bueno, así empieza todo. Sólo habrá que dejarla andar y crecerse.

(...)

Me encuentro a Peter unos días más tarde. Me lo recuerda de nuevo: le gustó mucho ese tema. Yo me siento fracasado, no logro descifrar el misterio. Soy tan ignorante y dependiente del azar como cualquiera. Mi shuffle pasa sin pena ni gloria, y era mi intento de averiguar dónde está la clave, mientras yo mismo me doy suspenso tras suspenso, entre extrañas felicitaciones...


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martes, 6 de septiembre de 2011

Hígados en solidaridad

Salí a la calle a por tabaco. La cosa estaba jodida, no tenía cambio y era de noche. Como es natural, ni las heladerías ni los restaurantes, tan modernos, tenían máquina expendedora; es más, como poco a poco se ha ido imponiendo en los dependientes esa gesticulación propia de los imbéciles cuya personalidad es el resultado de los años que lleven mamando operaciones publicitarias y campañas de marketing, no sólo no solucionaba el problema, sino que además tenía que soportar gestitos de asco, y cierta incomodidad por parte de los camareros ante un hábito que pronto será ilegal, como el cannabis, con el ya generalizado componente masturbatorio de las conductas, consistente en sentirse mejor persona a través del desprecio activo de los demás. Bueno, la verdad es que me aburre ya la misma pantomima pamplinera de los gilipollas, quienes tras autosublimarse sin motivo pueden permitirse no tener clara la identidad de los objetos; si les pides dos napolitanas y una ensaimada, no serán capaces de darte tu pedido correctamente, aunque lo discutas con ellos al estilo LOGSE con pizarra y todo: tras molestarse por tus exigencias, te pondrán una de cada o dos de cada una (lo otro es para elitistas: demasiado complicado y sofisticado combinar el 1 y el 2 en una misma frase, sin que sean 21 o 12), como se descubre luego en casa, al abrir el paquete, y ver la ineludible obra que un memo profesional articula a través de orgullo y estulticia a partes iguales. Yo, a diferencia de otros, no tengo esperanza alguna en el futuro y soy consciente de que la solución a estas atrocidades está en la extinción de la especie. Pero me desvío: iba calle abajo buscando un lugar lo bastante sucio para conseguir lo que quería, y por fin avisté de lejos un bar en mi lado de la acera que prometía.



Sin embargo, la vida es amarga y conforme llegaba a la puerta una chica morena, con minifalda y un generoso escote, que estaba custodiada por los tres camareros del bar y dos clientes, todo atenciones y babas, me llamó antes de que yo pudiera entrar en el local. Un mal rollo. Se veía a la legua. Yo venía cagandome en la puta, como es mi costumbre, y no estaba preparado para ser en absoluto amable.

- Hallo!- me dijo ella.
- Soy de aquí- le dije con prisa y hastío. Me toca los cojones que en todos lados me tomen por guiri (e imbécil, además).
- Oh, verás- me empezó a contar, mientras todos los tíos me miraban fijamente- no soy de Sevilla y me gustaría saber unas cuantas cosas.

Me acordé de Drácula de Coppola y su entrada a Mina en Londres, como un vil buitre de Trafalgar Square (“dsoy extranjero y no conodsco la dsiudad...”).

- ¿Por qué no entras aquí y te tomas una cerveza conmigo un rato, y ya vemos?- me dijo a continuación.

En fin, ¿por dónde empezar? ¿Cómo se sale de algo así con delicadeza, educación y respeto, sin herir los sentimientos de nadie? Daba igual. Antes de darme cuenta ya había empezado a hablar.

- No- le dije, lo que provocó sorpresa a todos los presentes- tengo prisa y no puedo pararme.

Los miré un segundo a todos, atónitos (no es para  tanto, cojones, pero ya hablaremos del síndrome de salidos irreverentes que percibo mire a donde mire- eso da para una buena diatriba), y aproveché para seguir mi camino.

- ¡Oh, vete al carajo!- me gritó mientras me daba la vuelta y me marchaba. “Que te follen” pensé, “seguro que lo harán”.

Lo peor era que había dejado el bar atrás y no me apetecía volver y entrar a pelearme media hora con la máquina con esa compañía. Más adelante vi un quiosco abierto, y eso que era bastante tarde. Sorprendente. La puta vieja que lo regentaba, sin embargo, cobraba el tabaco a precio de discoteca, aprovechando que eran las doce y no había otra. Lo compré por supuesto. Al regresar, por la otra acera, aún pude oír insultos etílicos de la susodicha cuando me vio pasar. Lo dicho, mal rollo. Al menos he aprendido de mis accidentes del pasado.

Insultos, insultos por todos lados, hagas lo que hagas, o no hagas lo que no hagas. Al llegar a casa le dije a mi chica que acababa de aprender que ni durmiendo en un sofá te libras de influir en los demás, casi siempre para mal.

La  vida solidaria de los humanos es una puta mierda.

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domingo, 7 de agosto de 2011

Posesión-fuga

Hay otro agua con otra sal,
y llegan sus espumas como si la marea
dependiera de otra luna.

Y son esas otras olas,
las que crean el silencio
con que escucho otra
música fugaz,
la densidad de las estrellas,
la posesión caprichosa del mutismo...

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martes, 19 de julio de 2011

A los que doblepiensan

Vuestros esfuerzos no servirán de nada. Cuando acabéis de pagar el piso, se lo tragará el mar; cuando os hayáis situado en donde sea, los “sitios” dejarán de tener valor. Si tenéis hijos, morirán de hambre o los devorarán las guerras. El papel sobre el que dibujáis vuestros sueños es de tan mala calidad, que no soportará el paso del tiempo más allá de un siglo, justo cuando nadie sepa ya leer. Los soportes digitales se borrarán en cuanto lleven un poco de tiempo sin suministro eléctrico. Los edificios, hechos a contrarreloj y con la mínima calidad posible, se caerán. Todo el plástico se degradará y no quedará nada. Pero seguid, seguid creyendo. Haceos un lugar privilegiado desde el que contemplar el final de los tiempos, porque sólo os servirá para eso. Llenad vuestras arcas bancarias y sacrificad toda una vida para ello, porque ese dinero no valdrá nada, se lo tragarán los desagües financieros. Seguid, seguid fieles a los viejos esquemas del pasado, tan ciegos que preferís mirar con nostalgia un tiempo que, en realidad, nunca existió.

¿Aún no os habéis dado cuenta de la diferencia entre realidad y deseo? Lo que deseáis, lo que os gustaría ser, lo que os gustaría ver en el espejo, eso que tanto imagináis, que tanto anheláis, vuestra personalidad alucinatoria, vuestras ambiciones, nada de eso tiene por qué realizarse; vuestra felicidad no es necesaria, sino indiferente. Desear y reconocer lo conveniente, no lo hace necesario. No hay manos mágicas a las que recurrir, no hay magias curativas. Aún cuando os arrancaran la piel a tiras, ni la más mínima mota de polvo temblaría por vosotros, no hablemos ya de las estrellas. Construís tejados sin muros, puentes sin cables, aviones sin alas, y todo se va acumulando poco a poco hasta que las cosas se estrellen en su sitio en su debido momento, y nada podréis hacer ni por atrasarlo, ni por adelantarlo.

Aquí, en Europa, entrarán a cuchillo en cuanto hayamos perdido el último rasgo de humanidad, y no porque le importe a nadie, sino por pura conveniencia.

Eso que quede bien claro...

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viernes, 8 de julio de 2011

Tertulia abortada

Recuerdo una de aquellas tardes con Juanele, largas, en las que el gris-azulado del cielo parecía durar más. Eran unas tardes tan lentas que llegaba el ocaso y nos pillaba ya preparados, como si hubiéramos viajado hacia adentro, bien borrachos, listos para jugárnosla con las cajas de sorpresas que eran las noches, todavía. Ya habíamos dejado el bar La Moneda atrás y nos dirigíamos hacia el centro cuando nos encontramos con dos conocidos de Juanele, un señor de barba canosa y una mujer con aires de profesora universitaria. De Humanidades por lo menos, of course. El caso es que no puedo recordar, ni por los años transcurridos ni por el estupor etílico, quiénes eran. Sí recuerdo que ella tenía ganas de hablar de literatura, de poesía, del proceso creativo, etc. Yo por aquel entonces opinaba que toda obra que precisa una explicación no merece la pena, ni, por ende, la explicación. Era un anti-crítico. Recuerdo que le dije que me sudaba la polla la opinión de los demás a la hora de escribir.




- Pero hombre- contestó ella, con tono conciliador- debes entender que el fenómeno literario es producto de una convención social en la que hay que tener en cuenta también al receptor y...

- Ya- la interrumpí yo con todo el ciego- ahora me va a contar usted todo ese rollo de la facultad de filología sobre el proceso de la comunicación, el esquema de me-pajeo-Jackobson y toda esa basura para justificar que cuatro memos que no saben escribir vivan al menos de comentar lo que otros hacen. Pero no deja de ser una total pérdida de tiempo, gracias. Yo escribo porque me sale de los cojones y punto, y no creo que un acto tan profundamente estúpido merezca tanta divagación ni tanta palabrería. Aún no he visto que hagan edificios-crítica sobre otros edificios en arquitectura. Si la palabra es el ladrillo de la literatura, es igual de absurdo referirse a ella con palabras. Baile, coño, o grite, ¡pero déjeme en paz!



Obviamente no volvió a hablar conmigo y yo seguí bebiendo, sintiéndome muy orgulloso de lo que había hecho. Hoy, no sé por qué, me he acordado de ella y de mis brutales formas. No creo que mereciera ese alud de improperios, al fin y al cabo tan sólo buscaba ese placer que proporciona ejercitar un poco el intelecto, intercambiar ideas e impresiones; perder, sí, el tiempo por puro despilfarro. Ahora considero a la crítica un ejercicio intelectual sano e inútil como su propio objeto. En realidad, todo es absurdo. No hay que buscar sentido, intención o coherencia. Ella, como todos, sólo buscaba pasar por esta vida lo más airosamente posible. Como todos.



Al fin y al cabo, somos artistas del hambre y de sus múltiples transfiguraciones. Pobre mujer.



Aún así, sólo una orden judicial podría lograr que accediera a semejante trance, y no sin altas dosis de sarcasmo.



Hay cosas que no cambian nunca, a pesar de los pesares...



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miércoles, 29 de junio de 2011

Cosas que no funcionan





Me levanto. El despertador del móvil suena y, mientras intento apagarlo, ese cacharro táctil y con botones en cada costado hace de todo: activa la cámara, saca una foto y luego se apaga. Al cogerlo con la urgencia y la torpeza del sueño interrumpido le he dado a todos los botones menos al que debía, con sólo acercar la mano y tomarlo. Tiene vida propia, y no es una vida inteligente, digan lo que digan. Pasa igual cuando llaman y me lo tengo que sacar del bolsillo; la mayoría de las veces rechazo las llamadas involuntariamente mientras intento extirpármelo de los vaqueros. En fin, me lo vendieron como una maravilla tecnológica, pero con el teléfono viejo al menos no cortaba las llamadas al intentar responder. Y en realidad nunca hago fotos, ni navego por internet con él. Sí, seguro que lo puedo configurar de otra forma, pero empiezo a estar hasta los huevos de que haya que hacer un cursillo para cada miseria diaria de la vida.

Salgo a la cocina, pongo la cafetera. La puerta del patinillo descansa sobre sí misma; quiero decir que no está suspendida sobre el suelo, sino que las bisagras maravillosas de aluminio de este piso alquilado por el que el propietario se habrá endeudado de por vida no soportan el peso de la puerta, han dado de sí y, aunque la mantienen unida al gozme, ésta araña el suelo. Y es un piso reformado hace poco. ¿Es que todo tiene que durar no más de un año? Cuando vuelva tendré que ajustar su altura a mano, ya me las arreglaré...

Salgo a la calle y me acerco a un cajero. Fuera de servicio. Me encanta. Ahora toca pagar una comisión por sacar la pasta en otro cajero, o irme al más próximo de mi entidad, que de próximo no tiene nada, y resignarme a llegar tarde al curro. Al final, como un pringao, saco 20 euros del de la Caixa y les regalo un par de euros a ellos por ser tan amables.

Llego al trabajo. El aire acondicionado de mi despacho no funciona desde hace 5 años (los del resto del departamento sí). La red corporativa va mal. El ordenador va lento. Internet funciona a veces. Las aplicaciones online de mi trabajo tampoco funcionan. Tienen errores de diseño. Los desarrolladores desconocen el trabajo de aquellos a quienes está dirigida la herramienta que elaboran. Recibo e-mails. Técnicos cualificados que parecen no entender el concepto ayer-hoy, visita-conferencia y frases básicas con las que he intentado aclarar sus dudas que, de internamente contradictorias, no existen en realidad. Existen los ladrillazos en la cabeza, pero mejor no hablemos de mis pasiones...

Llego a casa. El mando del aire acondicionado funciona mal. Bajo a por pilas. 2 euros. No era eso. Apago, enciendo, quito y pongo pilas. Al final logro ajustar la temperatura, pero sólo tras varios minutos de absorto asombro ante ese imposible vestido de torpeza que es el pretencioso mundillo de cretinos que es... Bueno.

Tengo “La doble vida de Verónica” en DVD. La pongo en el DVD. Aunque es original, el aparato no la reconoce. Es que es viejo (tiene seis meses). Tiempos salvajes e incivilizados aquellos en que los videos VHS podían durar 20 años... Al menos entonces cuando te sentabas a ver una peli sabías que la ibas a ver de verdad. Ahora se te puede quedar pillado el archivo sin remedio a veinte minutos del final. Otras veces, directamente no la ves, o está dessincronizado el audio. Es un momento emocionante e intrigante intentar ver una peli hoy día. Qué bien. Emociones fuertes, como el puenting. Suena el teléfono.



- Le llamo para ofrecerle la “segunda línea de movistar”.

- Verá, ya me joden bastante con la primera. Lo que me faltaba ahora era intentar responder a un e-mail mientras alguien me habla por el messenger, que me llegue un sms, intentar leerlo y recibir una llamada, a lo largo de la cual tener que atender a la segunda línea por añadidura. Entiendo que así registran más llamadas y ganan más dinero, pero no me interesa, gracias. Vamos, que se pueden meter la oferta por el culo. Y dejen de llamarme ya, que ya he mandado a tres de sus compañeros al carajo y aún así me siguen teniendo en lista.

- Pero yo no tengo la culpa, es mi trabajo.

- Sí, pero tampoco la tengo yo, y aquí estamos los dos. Podemos colgar o perder el tiempo un poco más, usted elige.



Colgó. Y es que de tanta comunicación, uno puede quedar incomunicado, prácticamente anulado como persona gracias a un estrés absurdo sobre informaciones triviales de cafés, cumpleaños, paranoias y gilipolleces varias. Y funcionando mal. Que les den.



Me voy al estudio. Entro al bar a comprar tabaco. Espero a que me desactiven el control de menores. Meto un billete de diez. No lo reconoce. Ni por un lado, ni por el otro. Vuelvo a la barra. Me lo cambian. Meto cuatro monedas. Tres fallan, pero insistiendo acaban entrando. Busco mi marca. No hay. Otra marca. Tampoco. Al final sólo hay de una. Le doy. La máquina no tiene cambio. Saco todas las monedas. Vuelvo a la barra. Cambio de un euro, please. Al final, tras varios intentos con casi todas las monedas, sale reluciente un paquete de pall mall asqueroso. Me siento un héroe.



Llego al estudio. Internet va lento...



Parece que todo es de plástico, todo es desechable, todo es provisional, como una improvisación de memos que pretende guardar las formas sin conseguirlo.



Nada funciona, todo es chapucero, todo es un engaño. Hasta las personas: políticos, profesionales, artistas. Pero todos luchamos por pagar basura a precio de oro, e intentamos creernos que esto es cojonudo, ya que de lo contrario no sabríamos qué responder ante la evidencia absoluta de nuestra estupidez, de esa especie tan generalizada y rotunda como una coz en la boca.



Sí, debe haber alguien, en algún sitio, que se ríe sin parar... Si no, estamos perdidos todos.



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viernes, 10 de junio de 2011

Más música

Kique Rivas Rock

Ahí tenéis mi página personal musical. Un lugar abierto para apuestas más osadas, más experimentales y menos comerciales. Hay colaboraciones con Mr. Javier González Mariscal, e iré añadiendo cosas conforme surjan. Disfrutadla!

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lunes, 6 de junio de 2011

Penumbras de sábanas

Tú agarra, haz de fauces,
que en el fondo de tu aliento
está el último sabor de esta voz...

Y los olores bajo la piel
se enroscan
hasta salpicarse
afonías de penumbra,
y ahogos de medianoche...

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viernes, 3 de junio de 2011

Los Poderes del tonto del pueblo


La procesión recorría la calle principal.

El tonto la precedía con aires militares,
extraño como una aspiración de ángel entre sacos raídos por las ratas.

El tonto, el tonto del pueblo,
las gentes que reían,
los que miraban a otra parte
y los cínicos,
que planeaban calores secretos de a media-tarde.

El tonto, inmune a los principios,
se creía el motivo de la fiesta
con la inconsciencia de los ojos planos
y el estrabismo de sus manos onanistas.

Y es posible que creyera
que el desfile, que los astros,
que la vida y la muerte y los hechos del presente
le piden permiso a él,
mariscal de pajares y arenilla,
rey borracho de espejos deformados,
para salir,
desfilar,
existir,
ante su careta de muecas sin matices
que todo decide y ordena
con la singularidad del tonto...


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miércoles, 1 de junio de 2011

El gaitero de Silvio

Estaba en la barra del bar, poniéndose bien tibio. Aparte de eso, solía tocar la gaita por las tardes, pero sólo le salía música por casualidad, contadas veces, y esa música era sólo normal en esas excepcionales ocasiones; el resto del tiempo ni siquiera era basura. Sin embargo, hablaba y hablaba pegado a esa barra, con el vaso arriba y abajo y un ardor de farmacia en su aliento de palabras de inquina al rojo vivo. Había tocado con Silvio. El grande. No paraba de recordarlo o de decirlo: él había sido importante, él había tocado la gaita con Silvio. Sin embargo, a la vez que lo subrayaba, lo denostaba continuamente.

- ¿Er Silvio? ¡Ese no valía nada! ¡No tenía ni compás ni cantaba ni sabía tocar! ¡Era un mierda!

Ahora todo el bar sabía ya que él había tocado con Silvio, todos lo habían mirado, y algunos hasta le escuchaban. Así que seguía bebiendo y machacando el mismo tema. Los demás asentían, los parroquianos, todos con su vaso en la mano, todos con una historia de humillación social detrás, todos víctimas profesionales. Y cada uno de ellos con una solución definitiva para los problemas del mundo bajo el brazo, que incluye una explicación de las afrentas de los hombres, “que no los escuchan”, “que no los tienen en cuenta”, “que es que los han dejado con la única alternativa de ponerse a bramar fuego al ritmo de los tragos de vino”. Y todos demasiado humildes, como auténticos mártires convencidos de su limpieza moral, para abandonar la tertulia e iluminar al resto de la humanidad con su secreto tan bien guardado, y ponerse a trabajar en esas luces que publicitan continuamente. No; por humildad de sherpa prefieren sacrificarse y renunciar a los laureles, y que los exploradores ilustres se lleven los honores de la cumbre. El rencor que exhiben debe ser, pues, producto de otra cosa...

-          Er Silvio, ojú...- decía, ya bien alicatado- ...er tío... ¡Menudo mierda!- y daba otro trago.

Lo malo del alcohol es su similitud con el raciocinio de los imbéciles; les hace incurrir en las mismas incoherencias, y el caos de la memoria les hace olvidar lo que dicen y desdicen. Porque cuando lo conocí, años atrás, le faltó tiempo para decirme que él había tocado la gaita con él, con Silvio, el grande, el rockero de Sevilla. Cosas que se olvidan. Imbéciles y borrachos, claro. “Macarena, de Triana eres tú”. Querer y no poder. Admirar y odiar.

- Pod que yo metí una gaita en ese tema, que fue tan famoso; y er Sirvio no quería, ¡podque no tenía ni idea!, pedo yo lo convensí, dsho le ayudé a alcanzar la cima, ¡sin mí no habría podido!...

Y así seguía con su cantinela.

- Y de no ser por esha cansió, ¡no she habría comido nada JAMÁS!

Todos le daban la razón. “Claro, tío, tú si que eres un artista”, y pedía otra ronda mientras lo otros se miraban con complicidad. “Silvio no habría sido nada sin ti, colega, te lo debía todo”.

- ... ¡Esho! que me lo debía a mí todo, TODO. Sería mierda er Sirvio eshe... No tenía ni compash ni ná... ¡Y desafinaba cantando, que dsho she lo deshía siempre!

“¡Claro, claro!” decían el resto de borrachos.  Más y más copas. “Tú eres el más grande, sin haber grabado ni un disco”.

Yo lo dejé allí, junto a sus jaleadores. Y por el camino recordé los versos de Antonio Machado.

“Los ojos siempre turbios de envidia o de tristeza,
guarda su presa y llora la que el vecino alcanza;
ni para su infortunio ni goza su riqueza;
le hieren y acongojan fortuna y malandanza.”

Yo conocí a Silvio. Sólo me lo presentaron una vez. Y su silencio tenía más nobleza que diez mil gaitas como esa juntas.

No, nadie enseña a “ser Silvio”, por mucho que desee haberlo hecho...

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lunes, 9 de mayo de 2011

¿Por qué no te callas?


Piden silencio y acato.

Hasta la mejor de las luces
parece enferma cuando muestra su cara
con ojos amarillos
- y todo es ocre, seco, pobre
a la luz filtrada por los iris enturbiados
con bulos que inflan vanidades...

Piden silencio y acato
los siervos de la calumnia,
y la sorpresa hermana
hiela la sangre cuando te muestra
un dedo pulgar invertido
que acaricia a los leones...

¡Silencio!
Silencio,
Silencio...

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viernes, 29 de abril de 2011

Temporada de patos

La tormenta no es una,
sino cada reflejo del prisma
en que tres son uno
y uno son tres
- flechas por todos lados
frente a la dignidad del mármol...


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miércoles, 20 de abril de 2011

Pliegues y pieles

El aire tenso
y el calor inquieto
se han distendido en la tormenta
pactada de un segundo...

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jueves, 14 de abril de 2011

Heil Ku

Un disparo, un silencio.
-aire, mar y tierra
comparten la misma indiferencia...


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jueves, 7 de abril de 2011

Densidades

Como una intuición que se tensa en vértigos inertes,
estáis ahí, sin nombre,
empujando hacia abajo los delirios alados
de los hombres.

¿Sois alas? no las tengo,
pero corrientes espesas de espejismos
acarician las yemas de mis dedos,
y me elevan cuando enciendo el índice despierto
con tactos de sierpes dibujadas sobre el lodo.

Y cuanto más creen en el cielo,
sus térmicas ardientes disparadas desde el suelo
aceleran el vuelo ficticio de mis alas inventadas.

No hay alas, sino globos en los pechos,
atmósferas distintas de sueños atenuados como el aire
contempladas por las piedras reescritas en la tierra.

Y eso es todo,
cadenas de peso,
donaires de insecto
y altares oscuros donde prender una vela
al hedor de sus propios despojos
decrépitos...



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lunes, 4 de abril de 2011

Reycillo doméstico mimadito de mamá

Soy usuario de google analytics, una herramienta útil con la que puedes hacer un buen seguimiento de tu blog. Te informa de las visitas diarias y de su origen, el tipo de visitante, la fuente, el host, la ciudad de origen, el tiempo empleado en el sitio, de dónde proceden los comentarios, etc.

Sé quién eres. Obviamente, cuando alguien se oculta tras una identidad secreta la única razón posible es que sea alguien conocido, ¿verdad? Es pura lógica formal.

Las malas acciones hechas con torpeza insultan más que las eficientes, puesto que el autor, mediante ellas, pretende rebajarte a su nivel de total estulticia e incompetencia. Un sueño que no se ha hecho realidad, lamentablemente para ti. No, imbécil mío, estoy muy por encima de tu nivel, gracias.

¿Qué es lo que temes? ¿Tan cobarde eres que no te has atrevido a dar la cara? Ay, sevillanito cateto mío, qué amigo eres de la hipocresía de la sonrisa-careta cuando te encuentras conmigo, ¿verdad? Eres de esta tierra, en concreto de lo peor de esta tierra: ese sector de infames que expulsó a tanto talento, como ocurrió con Luis Cernuda. En persona eres todo jovialidad y a veces tienes encanto para luego, entre tus sombras de cobardía, frustración, mediocridad y resentimiento soltar y mostrar tu verdadera cara. Eres un humorista, un imitador, un parodista malo... Tu principal influencia literaria son los Morancos de Triana. Siempre te tuve calado, será eso, ¿verdad? No te gusta la gente que ve tu verdadera cara, y lo notas enseguida. Eres de esos a los que no se les puede dejar la cartera al alcance. No me gusta tu vocabulario ni tu gracia; no me gusta el tono riguroso con que reclamas cosas que nadie te ha concedido. Cómo se te nota la caricia maternal incondicional que hace que tu subconsciente se crea merecedor de todo por defecto y sin pruebas de aptitud...

De verdad, dedícate al fútbol, tu estilo va muy bien para las columnas de deportes- o para guionista de algún culebrón de amores tóxicos e imposibles lo suficientemente burdos y vulgares para impresionar a la audiencia. ¿Tanto tiempo te fue necesario para cagar semejante texto? Porque 15 minutos y medio es mucho tiempo, un tiempo precioso que podrías dedicar a aprender a escribir o, mejor aún, tomar la decisión de dejar de hacerlo. Si escribir te lleva a esto, déjalo, pobre hombre, te está haciendo cada vez más feo.

Dime, ¿qué es lo que te jode? ¿Fue durante esos años de aspirante en los que contemplabas el espectáculo? ¿Qué es? Yo escribía y escribo sin esfuerzo mientras tú haces dos poemas mediocres al año, ¿es eso? ¿O tal vez verme, cuando el Monedismo era realidad y no nostalgia, emborracharme desenfadadamente y llevarme al huerto a toda chica que se me antojaba mientras tú aún sigues enredado en una historia llena de traumas y frustraciones? Supera la imagen desaprobadora de tu mamá cuando folles, por favor, que ya eres mayorcito... ¿Era tal vez la música que tocaba y toco, la pintura que salpico, lo que te jode tanto? ¿Es que me lean más? ¿O es simplemente la personalidad? Lo siento. Te tendrás que seguir jodiendo en tu rincón de maldiciones, tan falso, cobarde y pobre de espíritu.

Me tendrías que estar agradecido, al menos te doy algo sobre lo que escribir, ya que eres incapaz de salir de tu cadena de cartas sobre lo mismo de siempre.

No vales ni un duro, gallina, tío mierda...


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viernes, 1 de abril de 2011

Pliegues de piel

Los pies como gatos en la sábana,
brilla el sudor en la curva de un seno
- una ráfaga de viento arranca las cortinas.

Se eriza la primavera
en las pieles sorprendidas...

Ahora la ráfaga es de voz,
y se aferran las manos
para no salir volando...


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viernes, 25 de marzo de 2011

Ocultos tras la cortina

La ventana, la cortina,
los aires se han puesto al sol
como un fular de primavera
y brama el gentío abajo
mil gargantas de cantina.

La ventana, la cortina,
y las ráfagas furtivas que se cuelan
en esta estancia abierta
donde brotan templadas confidencias clandestinas.

¿Lo oyes?
Algarabía de risas,
coches, gritos,
pasos, pitos,
soles, charlas,
saltos, prisas,
flores, almas,
ritos, brisas...

Y tú,
tu susurro gemido en el oído
como un secreto perdido entre la gente.

Y casi en la calle,
regalando fragancias respiradas
mientras chocan vasos,
gritan niños
y cruje la goma de los coches
a su paso caldeado en el asfalto...

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lunes, 14 de marzo de 2011

Un ruido sin nombre



Tener una inminencia de ruido sienta muy bien. Hay quien lleva tesoros, países, palabras, imágenes, imposturas o quejas ocultas bajo la piel, pero llevar ruido por dentro te otorga la emoción de la inminencia de un traspiés al tiempo. Porque si la luz es la materia de la pintura, las palabras de la literatura o el vacío el fundamento del arte moderno, el tiempo (y no el sonido) es la materia de que está hecha la música. Tiempo condensado en ruido. Ilusiones de atemporalidad. Fantasías de eternizar un instante.

Así que tengo una inminencia de ruido fraguándose entre mis entrañas. Empieza como un algo indefinido y poco a poco se va formando el feto: lo reconozco enseguida, “niño, tú vas a dar guerra, ¿verdad chiquitín? Te cuidaré hasta entonces”. Pronto me encerraré y dejaré nacer a la criatura. Mientras tanto, ella me susurra sus trucos de atemporalidad. “Ya verás qué divertidos pasan los segundos”. Como si el tiempo saltara sobre el mismo sitio. “Pero yo te pondré los debidos acelerones...”

Va a nacer, y yo sé de qué sexo es, de qué color tiene los ojos, si será alto o bajito y si será rudo o agradable. Lo tengo todo, pero he de darle una psique. Psique en español, quejumbrosa, irreverente y muy enfadada... Aún he de darle mente, historia y frustración: tengo un capricho antropocéntrico...

Ruido, ruido...

Lo oigo, y pide paso...

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martes, 8 de marzo de 2011

Abuelo-globo



El abuelo había muerto. Era verano. Los aspersores de los vecinos silbaban calor de moscas y libélulas. Todos aguardaban el funeral. Su nieto Vicente llegó derrapando con el coche. Todos lo oyeron llegar desde el interior. Entró apresuradamente y se dirigió al féretro.

- ¡Ha llegado el momento, amigos!- dijo entre efluvios alcohólicos. Algunos se acercaron para detenerlo.
- ¡Cuidado!- gritó mientras encañonaba a su primo con un arma- la voluntad de los muertos es la voluntad de los muertos, pero yo hoy estoy completamente vivo, ¡y voy a hacer lo que tengo que hacer!

Todos se alejaron, algunas mujeres empezaron a llorar. El ambiente estaba tenso como el aire eléctrico que precede a una tormenta. El recién llegado tiró el ataúd y se echó al difunto sobre la espalda, camino del jardín. Todos murmuraban pero nadie se atrevía a hacer nada para detenerlo. Vicente encañonó a todo el que se interpuso en su camino. Ya en el jardín, dejó el cadáver sentado sobre una silla de madera junto a una bonita mesa ideada para sueños de mermelada bajo la sombra de algún árbol con espíritu de celofán. Ante la vista de todos, regresó al coche. Dos tíos suyos intentaron aprovechar la ocasión para devolver al abuelo a su lugar, pero no les dio tiempo. De regreso del coche, cargado con una manguera y una extraña bombona, los detuvo con varios disparos en el aire. Una vecina se asomó por la ventana.

- ¡Usa este teléfono!- le gritó, mientras se bajaba la bragueta y se la enseñaba- ¿tienes miedo? ¡Coño, ya es un logro! ¡Váyase a tomar un poco de por culo, zorra chismosa!

La vecina cerró la ventana y Vicente devolvió al abuelo a su asiento.

- ¡Feliz Navidad!- gritó mientras golpeaba con la mano el hombro del difunto.
- ¡A ver, tú!- gritó a uno de sus sobrinos- quédate junto a la bombona; cuando yo te diga, ¡abre la válvula!

El pequeño miró a su padre y este asintió.
Vicente metió un extremo de la manguera en la válvula de salida de la bombona.

- ¡Quédate aquí!- le susurró al oído al niño- ¡Ya verás qué divertido!

El otro extremo lo aseguró en la boca del difunto con toda clase de cintas adhesivas, además de anillas metálicas para reforzar el cierre con los labios muertos.

- ¡Niño!- gritó, una vez listo- ¡abre la válvula!

El pequeño, advertido por los gestos de sus padres, no respondió, bloqueado. Vicente se dirigió apresuradamente hacia él, y éste corrió a esconderse tras ellos. Pero Vicente continuó el mismo camino hacia la bombona con la misma determinación.

- Boñigas bonitas...- murmuró Vicente, y sin más dilación abrió la salida del gas.

El abuelo empezó a inflarse con el nitrógeno como si fuera un globo, y a los pocos segundos empezó a flotar sobre el césped. Cuando ya estaba completamente redondo y deforme, Vicente disparó con su arma al nuevo globo.

El hidrógeno explotó, todo explotó.

Vicente regresó al coche cubierto de vísceras y sangre. No hacía más que repetir “feliz navidad, feliz navidad, feliz navidad”. Nada había funcionado. Seguía con un agujero negro dentro del cuerpo que se lo iba tragando todo. No lo hacía ni lenta ni rápidamente, sino que lo engullía todo a un único ritmo eternamente inadecuado para nadie, lento, pero imparable.

La luz amarilleaba. Todo adquiría poco a poco el aspecto de una extraña sala de paso...

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viernes, 4 de marzo de 2011

Clasicismos & Monfragüe criatures



Ella estaba sola, esperando para entrar en el baño. Él la vio y se fue directo a ella.

- Hola, ¿tienes un cigarro?
- No, no me quedan- dijo ella.
- Ah, bueno, pues toma uno de los míos- dijo él, sacándoselos del bolsillo.

Ella lo miró sorprendida, y luego tomó uno. Los encendieron.

- Bueno, ¿estudias o trabajas?- dijo él con ironía.
- Y tú- respondió ella, tras un cambio de gesto- ¿estudias o trabajas?
- No sé, pero tú... -la tomó por la cintura del vaquero y se la acercó- ¿estudias o trabajas?
- No sé- las manos alocadas de arriba a abajo- ¿Y tú ?
- Ni idea- picos, magreos- ¿y tú?
- No sé...
- (...)
- (...)

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miércoles, 2 de marzo de 2011

Prendas

Cuando llevas la noche del mar prendida de ti como océanos de oscuros enrejados,
y te pones la mirada de la sombra que trae como túnica
un vestido de contornos que atrapa tu olor a luna,
eres noche.

Y bajo el sol luces la noche y sus ráfagas de viento con una mirada tuya,
sólo un movimiento, sólo una bruma,
sólo una música...

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viernes, 25 de febrero de 2011

Guerra y paz de X



X se encontraba bien. Los años, la perspectiva de la madurez, la serenidad y la sabiduría fruto de la experiencia; la realización, el aprendizaje, la estabilidad, el trabajo y el esfuerzo; los logros, las lecciones aprendidas, los fracasos, la seguridad de una identidad consciente, el amor realizado. Todo ello confluyó en un momento de la vida de X en que parecía que todo le sonreía. Era el momento de estar en paz con los hitos negativos del pasado, compartir la superación de los rencores, saborear la marejada que regala el transcurrir del tiempo. X hizo balance y quiso acercarse a aquellos de quienes había renegado sólo para decirles que ya estaba bien, que todo estaba superado, que los daños fueron fruto de los juegos de los niños, que ahora incluso resultaban graciosos los pesares tan cómicamente dramáticos que marcaron algunos momentos difíciles de la vida pasada. Así que X se puso manos a la obra, localizó a muchos de esos personajes, contactó con ellos y se presentó como el nuevo X que era llevando de regalo el fin de los rencores.

Obviamente, no sirvió de nada; X era el único gilipollas que había sentido esa iluminación y esa necesidad de acabar con todas las cuentas negativas, y los demás reaccionaron como siempre, tristemente ajenos a toda elevación, con la decepción por estilo, lema, espíritu y bandera, esa que X había olvidado y que ahora le recordaban a base de bofetadas, iguales a las de antaño... Loopy de Loop, el lobo bueno...

Suspendidos aún en el impasse de aquellos días. Las mismas miradas, los mismos silencios, la misma incomprensión, los mismos resentimientos y temores... ¿Qué habían hecho con su espíritu a lo largo de todos estos años? Craso error creer que los demás crecen igual, pensó X; en realidad, seguían oscilando en ese segundero donde los dejó colgados como una chaqueta olvidada en un momento lejano del pasado. Es lo malo de la felicidad: embriaga y te hace perder el norte- las trastadas de X quedaron grabadas a fuego en sus cerebros, y ni el optimismo ni la esperanza son virtudes que se contagien así como así.

Así que, con la conciencia más tranquila por firmar la paz (aunque unilateralmente), se limpió la mancha y siguió mirando al frente, sabiendo que en estos menesteres no se trata de lo que se sea, sino de lo que muchos prefieren seguir viendo sólo para respirar mejor los aires de sus celdas.

Y se va implantando un extraño principio según el cual las personas son, para bien o para mal, eternos casos perdidos a quienes o bien esquivas, o bien invitas a estrellarse contigo por esos mismos abismos que gustan a los dos.

Pero no dejó de ser una gran cagada.

Al final tuvo que reírse de la vigencia eterna de sus malvadas travesuras, y en algún momento se enorgulleció de lo bien hechas que estaban, tanto que, como un trabajo excepcionalmente eficiente, superaban con creces sus propias expectativas, a pesar de lo fácil que resultó hacerlas. Y es que a veces la osadía puede más que el ingenio.

Oh, sí, mis travesuras fueron perfectas y fantásticas, originales, valientes y desgarbadas, qué coño!!


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martes, 22 de febrero de 2011

Long steps


Llevaba toda la tarde metido en el coche. Un verdadero coñazo, ir primero a ver al luthier para que me pusiera a punto no una, sino tres guitarras. Ni siquiera sabía si una de ellas era realmente mía- me la regaló cierto amigo, mientras me hablaba de Plauto, porque él no la tocaba y quería que la tuviera alguien que le diera vida; unos meses más tarde decidió que mejor me la vendía por 150 €, lo llamé al poco para dárselos y se volvió a arrepentir, y al año me amenazó (a través de un amigo común) con denunciarme por robo (!), así que volví a quedar con él para devolvérsela o pagársela (lo que quisiera), y de nuevo se lo pensó mejor y me la regaló por tercera vez. A cualquiera que me pusiera las cosas así se la habría devuelto sin más bajo el lema “te la metes por el culo”, pero en este caso se trataba de una persona un poco especial que precisaba principios extraordinarios. El caso es que la guitarra estaba hecha polvo, con el diapasón casi despegado, anémica de no ser tocada, y decidí arreglarla de todas formas. Ya averiguaría la forma de pagársela al fanático de Aquiles (que no creía ni en los móviles ni en la tecnología en general, pues la consideraba “cosa de bárbaros”, quedando a merced del azar nuestro próximo encuentro, necesariamente callejero); era sencillamente inmoral dejar que una epiphone acústica negra tan bonita (que perteneció a Sr. Chinarro) se muriera de sed en un armario. Me arriesgué.

Tras dejarle los bichos al luthier, me fui de cabeza a la emisora Radiópolis para darle por fin los tres discos prometidos al gran Powerage Pineda, que presenta el programa de rock duro “La rodilla de la cabra” y que nos hizo una entrevista cuatro semanas atrás (las que llevaba esperando que le llevara los CDs). Me los recogió un tipo muy simpático que parecía dispuesto a charlar sobre el proyecto, mostrando interés, etc. y yo, todo estresado por el maldito coche (lo había dejado en un sitio prohibido con amenaza explícita de retirada de grúa), diciéndole “sí, sí...” y largándome a toda prisa pensando en la grúa, en mi cara de póker y en multas y demás delicias. Con mucha frecuencia suelo ser un antipático de cojones por motivos de premura externa, de esas ocasiones en que la explicación no arreglará nada por el simple hecho de precisar demasiadas palabras (que nunca convencen a nadie). Al final el coche seguía en su sitio, logré regresar a casa, lo dejé aparcado y me largué al estudio, sin tener ni idea de qué tocaba hacer hoy. Dio igual, nadie vino en lo que quedaba de tarde. Solito y tranquilo. Hice tiempo repasando algunas mezclas, me reí charlando con Carlos (el dueño de todo el cotarro) y a las 22.00 me largué para casa.

Así que iba caminando, con prisa por llegar a casa, cuando oigo a mis espaldas a dos chicas que van detrás mía, hablando de cosas personales. No me volví para mirarlas, simplemente aceleré al paso porque me estaba enterando de todo lo que decían y no quería oír sus historias. Móviles, chicos, etc. Pero no acababa de dejarlas atrás, sólo logré alejarme un poco, seguía oyendo lo que decían y me empecé a sentir bastante incómodo, así que me volví para ver quien era mi extraña, pegajosa y doble sombra.

Resulta que iban corriendo. Yo iba andando. Y no me adelantaban. Aminoré el paso y se pusieron a mi altura; quiero decir que aminoré de verdad, y las tenía encima. En un punto concreto dejaron de hablar (para alivio mío), pero el alivio duró poco, pues la incomodidad que yo sentía se había instalado entre ellas también, y era lo que las había hecho dejar de charlar, lo que hacía más incómoda aún la situación. Corrían dando saltitos muy cortitos, iban como tortugas y estaban reventaditas a pesar de ello. Era evidente que no llevaban mucho tiempo corriendo, que esos culitos algo fláccidos eran quizás uno de los motivos que las hizo decidir correr sin ningún depredador detrás. Botaban y botaban, corrían, y era un poco lamentable que yo, andando, fuera más rápido que ellas, sin sudar, con la respiración normal, cediéndoles el paso. Aminoré más. Me pasaron por fin, pero no pudieron alejarse más de dos metros por delante. Me empezó a dar la risa tonta (la situación era un poco surrealista), así que apreté bien los dientes para evitar hacerlo. No me gusta hacer que la gente se sienta ridícula (sólo los cretinos). Y entonces oí decir a una de ellas, casi susurrándoselo a su compañera, “Qué vergüenza, tía...”, y tuve que morderme el labio para no caer ya del todo en la risa tonta de los agotados. Aminoré más. Por fin se alejaban. Era necesario un paso de anciano para que lo lograran, y se lo di, encantado.

Recordé entonces la desesperación de algunos amigos cuando caminan conmigo. Soy tan nervioso que voy a toda hostia a todos sitios y dejo a casi todos con la lengua fuera. Recordé cuando una vez me llamó mi hermana por teléfono sólo para decirme que me había visto desde el bus y que había que ver qué rápido andaba. Y lo que cuesta aminorar un paso que se ha hecho natural... ¿Cómo hacerlo? ¿Sería cuestión de relajarse? ¿Cómo se acorta una zancada, cómo evitar que se pongan las piernas al ritmo del corazón? Mediante la concentración, supongo. Focalizar el objetivo, andar despacio, como si deambulara por un jardín, sin motivo para la prisa, como si le diera coba a un postre pequeño, relax, relax, relax...

Dio igual, justo cuando ya estaba relajado y sumergido en mis pensamientos, algo me interrumpió.

Había vuelto a alcanzar a las corredoras, maldición...

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lunes, 21 de febrero de 2011

Los colores del calor

Cuando tu calor se viste verde
mi azul entona un vuelco
que vierte calor de tierra
bajo vientos de sol y agua.

Y a veces,
cuando un ardor de lima
inunda de amarillos los costados,
atraviesan los rayos los muros de los cuerpos
como un aire de limón que no se toca,
y un fuego naranja salpica los violetas de las ansias.

Y es un juego de refugio
-los calores pintados entre lenguas-
cuando color con color asienten
calores aislados de hipotermia...

Si todo está muerto fuera,
es en la curva caliente de la esfera
donde se hace lente la inercia
del planeta y las estrellas...

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jueves, 17 de febrero de 2011

Ángulos blancos

Será que el arco que describen
esos ojos del mundo
está plegado al deseo
en la flexible vara de la espalda
y en la tensión de luna de tu cintura;

o que creciste bajo la proporción
de esos planetas cristalinos
-los senos que te imitan
con curvas de destellos y de brillos,
emanando un firmamento blanco.

Será que el olor se pliega en círculos
y susurra tus lunares con letras que son tacto
-como se cantan las visiones bajo el agua
que sueñan unas manos-
o la canción que se toca entre espirales
la canta cada curva,
cada peso,
cada encanto que se aroma de dedo en dedo.

Y en el centro oscuro se entrega un beso secreto,
mientras brillan ojos y labios un conjuro que se baila,
se hace y se deshace,
al sabor de los espacios que se tocan...

... y al ritmo del olor,
inclinado sobre el tiempo,
como un ángulo sereno
que tensiona la belleza
de las flechas desbocadas...


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jueves, 10 de febrero de 2011

Cosas de niños




Antes, las obras de arte se valoraban, principalmente, por el esfuerzo que implicaba una realización exitosa y extraordinaria, orientada a realzar lo mejor y más elevado del hombre; demostrar de lo que se es capaz a pesar de la mortalidad, trascender la miseria no aceptándola, sino negándola en una confrontación creadora. Eran intasables, aunque se pagara al artista. El elemento humano, la intención, el sudor y costo de la obra eran fundamentales para considerarlas, al mismo nivel que el efecto estético final. Se buscaba una materialización de las aspiraciones humanas, dirigidas a cómo debería ser el mundo, a cómo debería mejorar el ser humano. Como un conjuro, se hacía la magia de la alquimia de las apariencias. Y era muy importante que en una construcción participaran miles de obreros, como importante era que se emplearan oro y materiales suntuosos como muestra de la entrega, a un sueño, del tiempo y la energía vital de muchas personas. Porque no nos engañemos: al ser humano le fascina, ante todo, el ser humano, y es siempre un valor incalculable.

Y, de repente, todo el fenómeno de la sociedad y su Historia se entrega a un solo índice de valoración: el mercado y su ley de la oferta y la demanda. De ahí en adelante, un número designa a la obra (el precio), quedando abandonado todo el elemento humano intasable. Tras Adam Smith, poco a poco, a medida que las revoluciones burguesas triunfan en Europa, el concepto de libertad evoluciona paralelamente al del mercado del arte, y la imitación encorsetante va dando lugar, poco a poco, a la simple impostura, a lo largo de un período de 150 años, con sus altibajos, sus grandes figuras y sus hitos, que se dan. Pero la cada vez mayor desvalorización de lo humano trae consigo la desaparición gradual de lo excelente; porque sin el elemento humano, la materia vil sigue siendo basura. Así, en el nombre de la libertad, triunfa el detrito con aires pretendidamente áureos.

Sin embargo, eliminado el elemento humano, proscrito el contenido y prohibida la verosimilitud, el arte queda reducido a un gesto de niño, en el sentido de que para un niño es más importante tener la intención de ser un oso en sus juegos, que serlo, o parecerlo, de verdad; para los demás niños del parque basta con que lo quiera ser para aceptarlo en sus juegos. El artista actual descontextualiza un objeto sin significado y lo declara significante, y la venta del objeto consuma la alquimia del arte nacido de la simple declaración. La declaración ingeniosa está por delante del objeto; la intención sin resultados es suficiente hoy, si la intención se formula como conjuro, chiste, consigna política o slogan publicitario.

Así, lo especulativo ahorra la necesidad del esfuerzo, la entrega y el talento como elementos indispensables para el fenómeno artístico, y no solo artístico; no hay más que ver nuestros políticos, que fingen tener carisma con éxito (sin tenerlo en absoluto), las economías globales fundamentadas en ilusiones inmateriales (las burbujas), e individuos tan lejos de sí mismos que hasta pretenden sentir, sin estar del todo seguros de ello. El número tasante de la moneda sanciona los fenómenos hasta entonces ficticios, dándoles toda la apariencia de realidad.

¿Y la Revolución? Cuando veo recitales poéticos donde se anima a la lucha, no puedo evitar preguntarme... ¿Qué lucha? ¿Es este el momento histórico de Brecht? ¿Están las clases enfrentadas? ¿Dónde se encuentran los conflictos, dónde los bandos, dónde se alistan los valientes para esas guerras de las que tanto se habla?

Porque en este supuesto mundo en guerra, los rebeldes viven placidamente en el aburrimiento despersonalizado con que pretenden despertarnos, sin saber ni para qué ni hacia dónde; y miran con envidia a Egipto, donde sí que se puede ser revolucionario de verdad, con un contexto histórico a su medida. Quieren ser guapos héroes, como bien ha indicado la campaña publicitaria ejemplar que se ha hecho del Che desde su muerte. Es un todo superficial de pasarela de moda con el mismo contenido que un cabeza de chorlito de pañuelicas aspiraciones de seda.

Y, en el fondo, ellos son el fundamento de esta sociedad gobernada por la codicia y el narcisismo, pero eso sí: ahora, el narcisismo de lo feo, bajuno y amoral, al que la audiencia de las masas da validez a través del dinero-índice de los medios de comunicación. Han descubierto que lo bajuno de lo humano también fascina al ser humano debidamente cretinizado- y es más barato.

Porque lo excelso, la belleza más universal, las historias llenas de significado precisan de un esfuerzo que, en este mundo de la pose, resultan insultantes para la miseria general, que aplaca las frustraciones de los timadores-creadores (que fingen ser algo ya de por sí fingido) para así, aplacar también la sospecha de vivir la vida de una mosca coprófaga, por no ser capaces de ninguna otra cosa, tan bizcos como están de buscarse a sí mismos, sin encontrarse.


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lunes, 7 de febrero de 2011

Caricaturas




La vida caricaturiza nuestros deseos al cumplirlos.

Justo cuando vas pasando página, cuando tienes la mira del anhelo puesta en otra parte, se cumplen los anhelos anteriores, esos que apenas habían quedado desdeñados. Y se presentan triunfantes, como en el mejor de los sueños, cuando la magia que los envolvía ya se ha tornado en simple comprensión, y el interés en una curiosidad por las ironías del destino. El logro se vuelve amarillo como una fotografía antigua...

La lección inherente a esto debe de ser algo así: “no sobrevalores las expectativas, te hacen perder tiempo”; oh, sí, y es entonces cuando ellas, las lecciones, las recetas pragmáticas, las expectativas, sobrevaloran tu ímpetu por sorpresa. Olvidas los sueños y entonces ellos llaman a tu puerta, cumplidos, casi desfasados, babeando con la lengua fuera ante tu yo absorto.

Como un amor frustrado que regresa justo cuando ya no te interesa lo más mínimo.

¿Es así como se avanza? ¿Frustración tras frustración a pesar de las victorias?

Y lo más divertido es cuando descubres que la indiferencia de los otros no es otra cosa que respeto y temor...

Es justo entonces cuando te tienes que reír a mandíbula batiente hasta caer al suelo, feliz por no entender nada, sorprendido por lo inasible del tiempo.

Feliz porque la vida sigue teniendo la capacidad de sorprenderte cuando la das por desgastada...

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miércoles, 2 de febrero de 2011

El sinfín de los desiertos

Uno más uno más uno,
a veces es menos que uno.

Y otras veces, uno por uno
resulta en infinito,
como los sinfines de los sueños,
sin aviso...

Resulta intrigante
que las fuerzas que se unen
puedan tan poco frente al humo
que sus juegos queman...

Y a veces uno es humo y humo es uno,
y la mayoría de ellas,
ni siquiera está escuchando,
ese uno,
ese huno galopante
que se marcha...


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miércoles, 26 de enero de 2011

Cárceles



Siempre he opinado que el día en que dejaron de encarcelar a los buenos escritores en Europa algo mágico se perdió en el oficio, pero no esperaba que esa sentencia fuera tan clarividente. Está claro que la censura ha vuelto para quedarse; recientemente, conocidos míos de la web han visto sus páginas y blogs amenazados por una nueva forma de delación, anónima, que no tiene que responder ante nada ni nadie.

Es triste, desolador, ver cómo un país como este, donde todos los ciudadanos presumen en sus conversaciones de copas y café de un escepticismo total e impermeable ante las propuestas americanas, cae seducido por esa subespecie degenerada de puritanismo impositivo e intransigente de principios inalienables que nos llega desde el otro lado del océano. Porque desde el 11 de septiembre se ha impuesto la filosofía de las medidas preventivas, en un principio aplicada a las guerras entre estados, pero luego extendida hacia la merma de las libertades individuales en beneficio de la prevención de las matanzas, primero, y luego de los desajustes molestos en general. Se adoptan medidas marciales antes de que el delito se produzca, se pone en tela de juicio la libertad de expresión vista como una amenaza para la seguridad de los estados occidentales (paradójicamente, en nombre de dichas libertades- qué pobreza intelectual), y la tiranía de lo políticamente correcto hace que los autores se autocensuren por miedo a que se les alinee en lo incorrecto- que hoy implica ejercer, como mínimo, una especie de complicidad tácita con lo indeseable.

La presunción de inocencia desaparece a pasos agigantados, no ya en los procesos ilegales de Guantánamo (un escándalo mayúsculo que demuestra la putrefacción moral de Occidente), sino en el enfoque general de muchas medidas importantes tomadas desde entonces. No es sólo que en los aeropuertos todo viajero sea considerado como un presunto terrorista (como medida preventiva), sino que en otros aspectos, el ciudadano supuestamente soberano es considerado como un delincuente a priori. Tomemos como ejemplo el canon de la SGAE, que implica considerar de antemano (de manera preventiva) que todo comprador de CDs vírgenes (o cámaras digitales, por ejemplo) tiene la intención de copiar propiedad intelectual. Es absolutamente increíble que cada vez que yo compre un CD para mi trabajo en el estudio esté pagando dinero a la SGAE como presunto ladrón de derechos. Es obsceno, como obscena y sucia es la mente puritana con aires asépticos de esta creciente corriente totalitaria que invade cada aspecto de la vida diaria que nos ha tocado transgredir.

Los autores no se atreven a tocar ciertos temas o a tratarlos de manera inteligente por temor a las segundas lecturas (posiblemente erróneas) que la dictadura de lo políticamente correcto pueda llevar a cabo. El miedo está generalizado. Y lo mejor es que quienes están en posición de legislar, lo hacen desde la mediocridad, la inseguridad, la ignorancia, la incapacidad, la falta de imaginación y la distancia delirante con respecto al momento histórico, y colocan en su lugar sus traumas psicóticos como brújula del buque que dirigen hacia los arrecifes de la realidad.

Así, veo cómo amigos míos cuelgan canciones con tintes escatológicos en plataformas tipo myspace, y estas son censuradas sin más, porque alguien las ha denunciado, sin existir proceso ni revisión del suceso. De manera preventiva, una plataforma digital anula la cuenta de un usuario denunciado anónimamente, de manera sistemática. Y no hay más. La delación que ahora se promueve con la ley antitabaco es similar, y en la futura ley de igualdad de trato ocurre tres cuartas de lo mismo: en esos casos es el acusado el que tiene que probar su inocencia. Nadie se atreve a alzar la voz por temor a ser considerado partidario de las discriminaciones, y se permite que en nombre de los principios más nobles se atropellen y pisoteen los derechos más elementales que articulan un estado de derecho. La seguridad y protección del ciudadano soberano se basa en la presunción de inocencia, pero preventivamente se anula en estos casos, quedando todos (y lo digo claro: TODOS) en una situación de indefensión frente a las malas intenciones de cualquiera. Así, el dueño de un bar puede denunciar falsamente a la compentencia de su misma calle sin tener que responder ante nadie. Bastará con que denuncie anónimamente que allí se fuma o no se permite entrar a inmigrantes por razones de raza. A partir de ahora, nadie está seguro, todos estamos a merced de la delación anónima al más puro estilo inquisitorial. Y esto lo promueven varias ministras socialistas, lo que es ya de por sí increíble.

Ignoro el por qué de la deriva de este gobierno, los traumas infantiles que les guían, la ineptitud e incapacidad para un pensamiento profundo de todos ellos. Siempre he votado a la socialdemocracia, pero en las próximas elecciones no lo haré. Siento asco por este clima que están creando. Puedo perdonarlo todo, la crisis, el paro, etc., pero quedar a merced de las aspiraciones Rottenmeyeranas de unas cuantas niñeras militantes de la filosofía de la asepsia intransigente, autoritaria y profundamente estúpida, es pedir demasiado. Y hablo, para quien lo dude, de la Ministra Leire Pajín y de la Ministra Ángeles González-Sinde.

¿Esta es la famosa perspectiva de género que nos iban a traer las liberadas y rouseanamente buenas mujeres de la progresía socialdemócrata? ¿Un país blanco como el papel higiénico y desinfectado donde no se pueda fumar ni decir “caca”?

¡Se acabó la libertad! ¡Los escritores van a volver a las cárceles! ¡viva el oficio!

Porque en ningún sitio se escribe mejor que en una celda, y desde ningún sentimiento se crea más fuego que desde el ASCO...

Preparaos...

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viernes, 21 de enero de 2011



Sólo tengo palabras de agradecimiento a todos los asistentes al concierto del pasado miércoles en la Sala Malandar, Sevilla. Fue un verdadero honor tocar con artistazos como mis compañeros de banda, y especialmente Silvia Fernández y Agua Sancruz, que pusieron voz a los coros. Contar con la colaboración de figuras de primera línea como Maika Teba, soprano de Sevilla apadrinada por Plácido Domigo, o Manuel Imán, un histórico del rock en Sevilla y un músico de reconocimiento mundial, ha sido todo un lujazo para esta presentación. Las sensaciones fueron indescriptibles.
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miércoles, 12 de enero de 2011

Devaluación monetaria

Igual que cuando llegué. Eso es lo imperdonable: seguir adelante con el mismo impulso y el mismo ímpetu, la misma conciencia de lo cíclico, del nacimiento y final de todas las cosas. Todo nace, todo acaba. Porque lo único que hay peor que envejecer, para los anclados en recuerdos amplificados, es seguir siendo joven, rodeado de ancianos prematuros que juegan a mirar al futuro con el culo de la nostalgia. Qué disparate. Cómo habeis muerto, compañeros...
¿Soledad? Siempre he estado solo; los símpotas sólo son conocidos interesados- que les quemaba el exceso, que no lo conocían, que siempre se quedaban en la medianía de sus suicidios moderados... ¿Quereis otro aquelarre? Siempre os quedabais cortos en todo. No me jodais, no teneis ni idea. Vivir cosas nuevas, seguir creciendo, seguir aprendiendo... ¿Ya os habeis rendido?
Creo que los que se han quedado en la poblada soledad de los grupúsculos sois vosotros, perdidos, sin brújula ni orientación ninguna, solitos sin papá. Os moris por repetirlo todo, como si fuera la única vez que creisteis estar vivos. No aprendisteis nada, sólo lo memorizasteis. Dais pena. Seguid con vuestros susurros, especulad como vecinas, y seguid sin preguntarme nada. Es mejor así.
Por cierto, ¿quién coño sois, si ya casi no os reconozco?
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La propiedad privada de las palabras

Qué ingenuo aquel que cree tener algo
en medio de este circo de alquileres...

¿Sabes lo que es poseer?

Ni tu más preciado escalofrío es tuyo,
sólo te han pasado un testigo,
heredero amigo que no tengo
ni ansío vestirme como abrigo.

Tus ansias,
tus dolores de aquelarre,
tus delirios de Demiurgo de papel,
son sólo herencias que llevan el sello de la vida
transitada como un pasillo de aeropuerto.

Tú sigue en tu ilusión,
créetela como si fuera una pastilla de éxtasis.

Al menos las pastillas son honestas;

Tú, ¿crees que me tuviste alguna vez?
¿Crees que os tuve?

Y mejor aún,
¿crees que te tienes?

Drógate con tus palabras y tus sueños,
flota en tus Danubios invisibles como un cisne disfrazado de lodo.

Y créetelo todo,
ingenuo incauto de la inversión improvisada...

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