miércoles, 26 de enero de 2011

Cárceles



Siempre he opinado que el día en que dejaron de encarcelar a los buenos escritores en Europa algo mágico se perdió en el oficio, pero no esperaba que esa sentencia fuera tan clarividente. Está claro que la censura ha vuelto para quedarse; recientemente, conocidos míos de la web han visto sus páginas y blogs amenazados por una nueva forma de delación, anónima, que no tiene que responder ante nada ni nadie.

Es triste, desolador, ver cómo un país como este, donde todos los ciudadanos presumen en sus conversaciones de copas y café de un escepticismo total e impermeable ante las propuestas americanas, cae seducido por esa subespecie degenerada de puritanismo impositivo e intransigente de principios inalienables que nos llega desde el otro lado del océano. Porque desde el 11 de septiembre se ha impuesto la filosofía de las medidas preventivas, en un principio aplicada a las guerras entre estados, pero luego extendida hacia la merma de las libertades individuales en beneficio de la prevención de las matanzas, primero, y luego de los desajustes molestos en general. Se adoptan medidas marciales antes de que el delito se produzca, se pone en tela de juicio la libertad de expresión vista como una amenaza para la seguridad de los estados occidentales (paradójicamente, en nombre de dichas libertades- qué pobreza intelectual), y la tiranía de lo políticamente correcto hace que los autores se autocensuren por miedo a que se les alinee en lo incorrecto- que hoy implica ejercer, como mínimo, una especie de complicidad tácita con lo indeseable.

La presunción de inocencia desaparece a pasos agigantados, no ya en los procesos ilegales de Guantánamo (un escándalo mayúsculo que demuestra la putrefacción moral de Occidente), sino en el enfoque general de muchas medidas importantes tomadas desde entonces. No es sólo que en los aeropuertos todo viajero sea considerado como un presunto terrorista (como medida preventiva), sino que en otros aspectos, el ciudadano supuestamente soberano es considerado como un delincuente a priori. Tomemos como ejemplo el canon de la SGAE, que implica considerar de antemano (de manera preventiva) que todo comprador de CDs vírgenes (o cámaras digitales, por ejemplo) tiene la intención de copiar propiedad intelectual. Es absolutamente increíble que cada vez que yo compre un CD para mi trabajo en el estudio esté pagando dinero a la SGAE como presunto ladrón de derechos. Es obsceno, como obscena y sucia es la mente puritana con aires asépticos de esta creciente corriente totalitaria que invade cada aspecto de la vida diaria que nos ha tocado transgredir.

Los autores no se atreven a tocar ciertos temas o a tratarlos de manera inteligente por temor a las segundas lecturas (posiblemente erróneas) que la dictadura de lo políticamente correcto pueda llevar a cabo. El miedo está generalizado. Y lo mejor es que quienes están en posición de legislar, lo hacen desde la mediocridad, la inseguridad, la ignorancia, la incapacidad, la falta de imaginación y la distancia delirante con respecto al momento histórico, y colocan en su lugar sus traumas psicóticos como brújula del buque que dirigen hacia los arrecifes de la realidad.

Así, veo cómo amigos míos cuelgan canciones con tintes escatológicos en plataformas tipo myspace, y estas son censuradas sin más, porque alguien las ha denunciado, sin existir proceso ni revisión del suceso. De manera preventiva, una plataforma digital anula la cuenta de un usuario denunciado anónimamente, de manera sistemática. Y no hay más. La delación que ahora se promueve con la ley antitabaco es similar, y en la futura ley de igualdad de trato ocurre tres cuartas de lo mismo: en esos casos es el acusado el que tiene que probar su inocencia. Nadie se atreve a alzar la voz por temor a ser considerado partidario de las discriminaciones, y se permite que en nombre de los principios más nobles se atropellen y pisoteen los derechos más elementales que articulan un estado de derecho. La seguridad y protección del ciudadano soberano se basa en la presunción de inocencia, pero preventivamente se anula en estos casos, quedando todos (y lo digo claro: TODOS) en una situación de indefensión frente a las malas intenciones de cualquiera. Así, el dueño de un bar puede denunciar falsamente a la compentencia de su misma calle sin tener que responder ante nadie. Bastará con que denuncie anónimamente que allí se fuma o no se permite entrar a inmigrantes por razones de raza. A partir de ahora, nadie está seguro, todos estamos a merced de la delación anónima al más puro estilo inquisitorial. Y esto lo promueven varias ministras socialistas, lo que es ya de por sí increíble.

Ignoro el por qué de la deriva de este gobierno, los traumas infantiles que les guían, la ineptitud e incapacidad para un pensamiento profundo de todos ellos. Siempre he votado a la socialdemocracia, pero en las próximas elecciones no lo haré. Siento asco por este clima que están creando. Puedo perdonarlo todo, la crisis, el paro, etc., pero quedar a merced de las aspiraciones Rottenmeyeranas de unas cuantas niñeras militantes de la filosofía de la asepsia intransigente, autoritaria y profundamente estúpida, es pedir demasiado. Y hablo, para quien lo dude, de la Ministra Leire Pajín y de la Ministra Ángeles González-Sinde.

¿Esta es la famosa perspectiva de género que nos iban a traer las liberadas y rouseanamente buenas mujeres de la progresía socialdemócrata? ¿Un país blanco como el papel higiénico y desinfectado donde no se pueda fumar ni decir “caca”?

¡Se acabó la libertad! ¡Los escritores van a volver a las cárceles! ¡viva el oficio!

Porque en ningún sitio se escribe mejor que en una celda, y desde ningún sentimiento se crea más fuego que desde el ASCO...

Preparaos...

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viernes, 21 de enero de 2011



Sólo tengo palabras de agradecimiento a todos los asistentes al concierto del pasado miércoles en la Sala Malandar, Sevilla. Fue un verdadero honor tocar con artistazos como mis compañeros de banda, y especialmente Silvia Fernández y Agua Sancruz, que pusieron voz a los coros. Contar con la colaboración de figuras de primera línea como Maika Teba, soprano de Sevilla apadrinada por Plácido Domigo, o Manuel Imán, un histórico del rock en Sevilla y un músico de reconocimiento mundial, ha sido todo un lujazo para esta presentación. Las sensaciones fueron indescriptibles.
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miércoles, 12 de enero de 2011

Devaluación monetaria

Igual que cuando llegué. Eso es lo imperdonable: seguir adelante con el mismo impulso y el mismo ímpetu, la misma conciencia de lo cíclico, del nacimiento y final de todas las cosas. Todo nace, todo acaba. Porque lo único que hay peor que envejecer, para los anclados en recuerdos amplificados, es seguir siendo joven, rodeado de ancianos prematuros que juegan a mirar al futuro con el culo de la nostalgia. Qué disparate. Cómo habeis muerto, compañeros...
¿Soledad? Siempre he estado solo; los símpotas sólo son conocidos interesados- que les quemaba el exceso, que no lo conocían, que siempre se quedaban en la medianía de sus suicidios moderados... ¿Quereis otro aquelarre? Siempre os quedabais cortos en todo. No me jodais, no teneis ni idea. Vivir cosas nuevas, seguir creciendo, seguir aprendiendo... ¿Ya os habeis rendido?
Creo que los que se han quedado en la poblada soledad de los grupúsculos sois vosotros, perdidos, sin brújula ni orientación ninguna, solitos sin papá. Os moris por repetirlo todo, como si fuera la única vez que creisteis estar vivos. No aprendisteis nada, sólo lo memorizasteis. Dais pena. Seguid con vuestros susurros, especulad como vecinas, y seguid sin preguntarme nada. Es mejor así.
Por cierto, ¿quién coño sois, si ya casi no os reconozco?
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La propiedad privada de las palabras

Qué ingenuo aquel que cree tener algo
en medio de este circo de alquileres...

¿Sabes lo que es poseer?

Ni tu más preciado escalofrío es tuyo,
sólo te han pasado un testigo,
heredero amigo que no tengo
ni ansío vestirme como abrigo.

Tus ansias,
tus dolores de aquelarre,
tus delirios de Demiurgo de papel,
son sólo herencias que llevan el sello de la vida
transitada como un pasillo de aeropuerto.

Tú sigue en tu ilusión,
créetela como si fuera una pastilla de éxtasis.

Al menos las pastillas son honestas;

Tú, ¿crees que me tuviste alguna vez?
¿Crees que os tuve?

Y mejor aún,
¿crees que te tienes?

Drógate con tus palabras y tus sueños,
flota en tus Danubios invisibles como un cisne disfrazado de lodo.

Y créetelo todo,
ingenuo incauto de la inversión improvisada...

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lunes, 3 de enero de 2011

Poema de 10 minutos

Ahora los recuerdos son monedas,
re-cuerdas que entonan un pasado,
y crecen con la inflación con que el tiempo
emborrona los pasos,
acaso nunca caminados.

Pero mientras las re-cuerdas
insisten en su Re de pretéritas conquistas,
será que mi frente de guerra sigue plantada
como un árbol que,
solo,
mira al porvenir del horizonte,
sordo a los lamentos de la tierra
-la nostalgia por aquello
que, quizá, nunca existió...

Yo sigo afinado en Sol,
afónicos poetas del susurro,
como lo está cada mañana con su luz,
que da forma a los futuros...



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