lunes, 29 de diciembre de 2008

El viento y la roca

El aire está vestido de invierno,
y, como si fuera una promesa,
comparte su lecho con los ríos pulverizados
por el rocío de sol y viento del mar.

Sumergido en esta nube,
donde se esconden siluetas
de cortados rectilíneos y gigantes…

¿Respirar o no respirar el pacto?

Vida consciente y vehemente de ti misma:
buscas en el espejo el sí de los augures,
y encuentras sorprendida el reflejo de la muerte…

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martes, 23 de diciembre de 2008

Corriente

La loca causa de todas las cosas:

tras el empeño de la noria que gira,
- enfrentado el viento al tiempo-
y es marcapasos del correo,
río que da cuentas de la tierra a la marea;
de ese cable-cuenca...

"Desde la tierra al dominio de la marea,
todo lo alto es seco..."

... tan sólo hay un molino.

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Inundación

Salpican sus gotas sobre mis ojos,
refrescándolo todo.

Es un manantial que se inunda,
se anega y se hace río,
y brotan por mi pelo chapoteos
de cascadas de montaña.

Alcanzan mi piel,
la erizan de frío,
trinan gotas de cristales
por mis oídos ateridos,

y salpican sus gotas en mis ojos,
refrescándolo todo,

… sueño ecuatorial
del derramar de un verso...


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Problemas de carga


La visita pululaba por la oficina. Eran peces gordos. El jefe se comportaba perrunamente mostrándoles las instalaciones, los laboratorios, presentándoles a todos los miembros del Personal del equipo de investigación. Llegaron a mi despacho compartido. Estaban en la puerta. Yo les miraba. Ellos me miraban. El jefe me miraba a los ojos. Ah. Me levanté para darles la mano (“aprieta fuerte, con carácter, eso se nota y da confianza”, las palabras de mi abogado pasaron fugazmente por la cabeza) y lo hice, uno por uno, con una tétrica sonrisa de cloacal incomodidad motivada por un algo indefinido que esperé confundieran con un simple rasgo de timidez neurótica.

Comprendí, por ejemplo, que aunque esté probado estadísticamente que, cuando se intentan llevar a cabo prácticas a las que no se está habituado, errar es muy frecuente en los primeros intentos, ello no podía justificar que hubiera prensado la mano del principal investigador internacional de mejora genética del lechuguino, miembro destacado de la FAO, al ser él el primero a quien saludé. El gemido de este señor impidió, además, que escuchara su nombre con claridad. Se llamaba Suto Mabo, eminente biólogo japonés. De los demás pude saber que eran altos funcionarios del Ministerio de Ciencia y Tecnología, allá en Madrid, conforme me los fueron presentando a continuación.

- Oh, “disculpate” myself- le intenté explicar en un macarrónico inglés-, Mr. Sumo Nabo!

La mirada fugazmente asesina de mi jefe me heló la sangre por un instante, seguida por las de los del ministerio.

- Bueno- me dijo con la boca, mirándome a los ojos- ¿qué tal si les muestras a estos colegas la presentación que has preparado esta mañana para el Congreso Internacional de Tokio?- (con los ojos me decía “sumo cabroncete, como la cagues otra vez te voy a colgar de los cojones hasta que cantes como el capullo ese del anuncio de perfumes”).

Era buena idea. Eso me sacaría del aprieto. Entonces un sable de hielo me hizo un tajo por la espalda cuando me di cuenta de que no había guardado el archivo, lo había enviado directamente por e-mail al correo del jefe. “Bueno”- pensé- “aunque quede cutre, lo saco de la bandeja de enviados”.

- Bien- les dije- voy a “abrirlo” ahora mismo.

Pero todos se pusieron a mi alrededor. Con eso no contaba. “Mierda”, pensé, “me van a ver abrir una vil cuenta de yahoo, en vez de Outlook-express”.

Mientras todos me miraban con una extraña expectación y una atención que se me antojó excesiva, me puse a abrir, con toda naturalidad, el explorador, tecleé tranquilamente la dirección de yahoo y, cuando se cargó la página, introduje el alias (“cabras-descuartizadas”). La verdad es que no me preocupé demasiado de que pudieran ver mi nick: seguro que eran como los ejecutivos pirados de American Psico y les caían bien los tipos duros y desgarrados. Ellos ya estaban con sus caras encima del teclado, casi pegadas a la pantalla, cuando me di cuenta de que la contraseña era “Por donde pases, mi polla ya habrá estado, incluida tu madre”. Con tildes y todo. Teclear eso ante desconocidos es un poco estresante.

Lo tecleé a toda hostia y, cuando me di cuenta, ya era tarde: la página no se había terminado de cargar, lo hizo cuando pulsé la “P”. El cursor volvió a la casilla del alias. Todos pudieron ver cómo escribía “or donde pases, mi polla ya habrá estado, incluida tu madrecabras-descuartizadas”, mientras lo tecleaba enfurruñado, sin levantar la cabeza del teclado, ni siquiera para darme cuenta de lo que pasaba en la pantalla. Intenté detener la página y dejó de responder el programa, congelado en esa imagen indeterminadamente. Para cuando salió el “El programa no responde y se cerrará automáticamente” ya era tarde. El experto informático de cada uno de ellos salió de su cascarón e intentaron uno por uno solucionar el problema, quedando, paulatinamente, perplejos por lo que veían escrito.

- ¡Bueno!- dijo el jefe- ¡Quizás debamos seguir su consejo y seguir viendo las instalaciones mientras EL (…) soluciona el problema, es un experto y…!

(…)
(…)

(…)

jueves, 18 de diciembre de 2008

Paseo

Acera de rugosa, gris,
la acera...

La vista se hace cántaro de ti,
la vista gris sobre la acera.

Se pliegan los vuelos de las aves
por los husos dibujados en el aire,
y se inunda todo el parque
de mi vista,

vista de rugosa, gris,
mi vista,
el fino cántaro de tí
-la misma chispa,

esa,
que alegra
la acera gris,
que sortea las miradas
y se agita como si le latiera el aire...

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lunes, 15 de diciembre de 2008

Monedismo


La poesía da un salto hacia la virtualidad. Atrás quedaron esos tiempos en que la presencia física configuraba la vigencia de las reuniones. Tras probar el “beso de la muerte”, todos somos leones.

El motivo, la causa de la poesía, es secundario; aquellos que se sienten motivos no deben creerse poesía, sino la sangre viva que sirve de alimento al vampiro- para sangre, toda yugular vale. El motivo, la causa de la poesía es tan sólo la prueba de la depredación que la caracteriza; el motivo, la causa de la poesía, es un todo cambiante y la permanencia en uno u otro motivo-causa tan sólo depende del caudal de sangre que de él fluya y, por ende, de la pereza del poeta. El motivo es trivial, y como trivial, pobre; el resultado es un acto diabólico que aurifica mediante la voluntad y el poder aquello que dios relegó a la simple materia vil. Se equivocan aquellos que piensan que en los motivos hay fascinación real. Sólo hay oportunismo. El motivo no vale nada por sí sólo y, una vez aurificado, deja de ser, se olvida. La sangre es la vida; la sangre es la masvida. Podríamos quemar todos nuestros poemas: siempre seremos poetas-vampiros, a pesar incluso de la muerte.

Nos volvemos a reunir, volvemos a unificar fuerzas, lejos unos de otros, siendo personas-signos, probablemente muertos y patéticamente vivos.

Encendamos la última hoguera, provoquemos la última explosión, mordamos la yugular del mundo…

Poesía Monedista
http://monedista.blogspot.com/

Acústico

Domingo, comida, amigos y U-Bets!

viernes, 12 de diciembre de 2008

El respeto de los idiotas (y su precio)



Tercera vez consecutiva: he pillado local de por horas en C/32 y al llegar no tenían la mitad del equipo. Con respecto a las dos veces anteriores, en la primera simplemente le habían dado el local a otros y nos tuvimos que ir (se les había olvidado); en la segunda, se les había vuelto a olvidar y montaron uno provisional sobre la marcha. El miércoles les dije que o ponían todo el equipo necesario, o no había ensayo y no les iba a pagar. Hay que añadir que llevo desde agosto tocando gratis los miércoles en la jam de blues (haciendo caja ellos) y muchas veces pido local (pagando) y no lo hay, y cuando lo hay, pues eso. Conclusión: ya no voy más, ni a tocar ni a ensayar. No me toman en serio.

Debo añadir que el organizador de la jam ha empezado a hablar de cobrar pasta, pero no me incluye a mí entre los merecedores de salario, tampoco. Como no toco lo que a él le sale de los cojones, no formo ya parte del “grupo permanente”. Curioso, no sabe tocar un blues en Do. No sabe trasladar. No sabe nada (menos de dos años de aprendizaje en guitarra), y yo no admito clases de principiantes, lo siento. Conclusión: ya no voy más, ni a tocar ni a ensayar. No me toman en serio.

Lo divertido es que cuando el miércoles (lo estaban grabando) me subí y toqué, volvió a pasar lo de siempre: por un ratito me miraron de otra forma. Porque el aire se calienta y la gente grita y aplaude y todo se anima. Eso que intentan siempre olvidar se impone con la rotundidad del granito.

Pero eso, a la vez, parece joderles, porque está completamente fuera de su alcance y control. Al poco rato, siguieron actuando como si eso no pasara. Y después me entero de que probablemente no grabaron mi actuación.

Y es que, cuando estoy arriba, sólo pueden mirarme con humildad. Eso es poder. Lo demás es miseria. Todita para ellos, gracias.

Conclusión: ya no voy más, ni a tocar ni a ensayar. No me toman en serio.

Al fin y al cabo, mi grupo son los U-Bets...

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martes, 9 de diciembre de 2008

La guitarra



Desatendido. Ese es el hecho. Había quedado desatendido para todo el puente (desatendido por mi camella particular, por supuesto). La chica se había ido a la playa y mis ensayos impidieron que la pudiera ver antes (eso y cierto cheque que tiene que llegarme y que no llega). El caso: sin polen para cuatro días. Genial.

Empecé a darle vueltas a la cabeza, repasando las opciones al alcance. Polígono Norte, en realidad casi junto a mi casa- no, la última vez me vendieron una mierda y muy poco. Mi amable “pasante” me tiene mal acostumbrado con su polen rubio y me niego a bajar el listón. Pensando en la alternativa verde me acordé de Grace, mujer americana que a veces vende a los amigos necesitados como yo. La llamé. Me dijo que me ayudaría sin problema. Fui corriendo a su casa. Sin contratiempos, obtuve el género y me fumé uno allí, con ella, contándonos nuestro últimos avatares. Luego me fui.

De un modo u otro, no soporto la vida, su cansino transcurso, el absurdo orgánico, la soledad. De pequeño me dedicaba a joder a los vecinos, los peatones o los curas de las iglesias con mis trastadas; me gustaba ser un hijo de puta. Llegar a serlo, conscientemente, de manera elaborada y planificada, me parecía una construcción (un proyecto) de lo más decente e importante, era la materialización de un personaje creado por mí en la vida real, como consecuencia lógica- el pie de foto ideal para lo que veía. La vida dolía menos así y me negaba a aceptarla tal como era. Cómo despreciaba a aquellos que no oponían la más mínima resistencia. ¿Qué podía pasar por una cabeza así? ¿No tenían sentimientos? ¿No había inquietudes o ansias o recuerdos de haber sido algo desde luego mucho más grande que eso? Lo más increíble era que ni siquiera supieran formular algo tan importante y esencial. La gran mayoría no lo sabrían nunca. ¿Cómo se vive en la conciencia-cero? Siempre tuve claro que no debí haber nacido. Me invitaron a la fiesta equivocada.

Las drogas fueron toda una salida cuando las descubrí. Casi podía ser buena persona ante otros seres humanos sin que me reventasen las entrañas. Podía asimilar las convenciones sin descojonarme abiertamente por el espectáculo que suponía ver la literalidad con que se seguían los guiones preestablecidos- para semejante ceguera social es necesario anularse a uno mismo por completo, y todo el mundo lo aceptaba, era evidente que ese valor primordial no significaba nada para ellos, no lo tenían. Era un espectáculo desalentador. La vida nunca se abriría paso para mí; la prudencia era su sucedáneo y el motivo de mi aislamiento. Me daban ganas de reír (esa especie nerviosa de risa-llanto), porque no dejaba de resultar cómico verme a mí mismo allí, en esta o otra reunión, en pie, sosteniendo un vaso, preguntándome cuál es el motivo de todo eso, como si hubiera caído por accidente en una sima llena de inmundicia. Estropear la fiesta era toda una alternativa, pero tras descubrir las drogas, ¡qué bien cuando, tras beber o fumar o esnifar, entrabas en consonancia por única vez con los demás y podías fingir, con una inspiración divina, ser como ellos! Y, sobre todo, se podía soportar, por unos mínimos instantes te sentías una persona más, y no un accidente marcado de por vida por un rasgo funerario de nacimiento.

Bueno, el alcohol estaba matando mi yo tan preciado, y tuve que dejarlo; pronto descubrí que todas las drogas tenían una contraindicación u otra. No se trataba de no morir, sino de morir siendo. Más tarde tuve más claro aún que a cada virtud la contrapesa una desgracia. No puedo soportar el tiempo y no encuentro un remedio definitivo, sino formas dulcificadas del verdadero remedio: la muerte. Supe muy temprano que nada tiene sentido. No hay actividades reales, sino pasatiempos. Yo quería actividades reales. Esas, que no existen.

La huída hacia dentro del hachís... Enfermo de vida y la medicación que te va matando... Al menos el hachís es tan leeento, tan leeento, que moriré antes de asco que de otra cosa.

El caso es que me fumé el material antes de lo esperado (ella tampoco había sido muy generosa) y la volví a llamar. Me lo cogió enseguida.

- Hey...- me dijo- I was thinking about you right now...
- Oh, why?- le contesté.
- I need to get rid of Carmelo’s guitar.

La famosa guitarra de Carmelo, esa guitarra española con grietas que fue el motivo de la pelea en que lo mataron. La quería tener conmigo. Ahora estaba preparado, dos años después.

- Right, I’ll take it. Do you have something for me?
- Sure, come around...

Me pasé por allí. Una visita corta (ella estaba triste y quería descansar). Me dio la guitarra. Fumar tenía ahora más sentido que nunca.

Regresando a casa, con ella bajo el brazo, recordé las dos guitarras que he matado en mi vida, estrellándolas a ambas contra la acera de una avenida. ¿Qué preferiría Carmelo? No iba a hacerlo, de todas formas. Aún he de acabar de arreglar su vieja armónica y arreglaré igualmente esa maldita guitarra. Extraeré su mala sombra con la boca y la escupiré lejos. Volverán a hacer música. De eso no hay duda.

Mi novia, en casa, seguía estudiando. Triste, como todo el mundo en aquella tarde. Y triste por mí también, averiado de nacimiento, y yo triste por ella y su tristeza. Me he empapado otro libro de Auster. Luego, descubro que hay quien se toma más en serio mi poesía que yo mismo. Lectores inesperados que señalan a la existencia de mis conceptos...

Como no podía ser de otra forma, ¿qué mejor hereje de mi doctrina que yo mismo? Ser un signo de inversión...

Cuando se puede crear, da igual lo que suceda con lo creado. Cuando se tiene la potestad de volver a hacerlo, de hacer más cosas, de ser una fuente-mar... La obra es poco más que una migaja que nadie comprende. El oro es ignorancia, el dinero, fe en el vacío... Lo único que importa es el poder de la voluntad capaz.

La vida sigue y, con ella, toda su parsimonia de lento aplazamiento de la muerte.

Tendré que dejar de fumar tarde o temprano. Estoy jodido. Qué suerte tengo...

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jueves, 4 de diciembre de 2008

El carril bici (y aquella gorda)


Gorda: del latín gurdus, con el mismo significado. En la actualidad, en algunas situaciones particulares, este término designa a toda mujer agresiva que se ampara en una concepción de su condición femenina que le garantiza un status de inmunidad para actuar conforme a todas y cada una de sus pulsiones irracionales. Suele darse una filiación folklórica en estos sujetos y una dedicación generalmente ligada a las labores del hogar, aunque estos rasgos no son esenciales, como tampoco lo es, en esta acepción, la obesidad. A veces, llevan consigo a un maromo que les hace el trabajo sucio.

Es demoledor comprobar cómo tantas generaciones transcurridas en una situación social de diferencias de clase tan abrumadoras pueden quedar aleladas, degradadas y sumidas en la más extrema desorientación mental, circunscritas a sólo una ciudad. Y lo digo porque, aunque en un principio pueda parecer una materia intrascendente la que paso a tratar, es representativa de algo mucho más amplio.

Desde la creación del carril bici, la crispación del “peatonado” de Sevilla ha ido en aumento hasta alcanzar ya límites insoportables. Todos sabemos que Sevilla es un gran pueblo, más que una gran ciudad, y ello es debido entre otras cosas a ese amor que los sevillanos tienen a todo lo que hieda a catetismo, como si esa pobreza, producto de la negativa histórica al acceso a la educación propia del caciquismo imperante, constituyera la esencia de una ansiada idiosincrasia con la que defenderse del propio complejo de inferioridad de una ciudad que, al fin y al cabo, no ha aportado al mundo nada salvo algunos poetas y gramáticos (Antonio de Lebrija) quienes, además, por un motivo u otro, tuvieron que salir por patas de aquí. Al sevillano le molesta la modernidad, y ello es lógico, pues le recuerda que Sevilla no ha aportado absolutamente nada a dicha modernidad, salvo sus exiliados.

El coche en Sevilla-cateta es la medalla del acceso (o apariencia de acceso) a la clase alta, y la clase tradicionalmente obrera que ha accedido al estatus de clase media ha renegado de sus raíces revolucionarias (arracadas de cuajo por el General Queipo de Llano a base de fusilamientos y violaciones) y acepta el orden social imperante- pero se someten a un juego de amores y rencores a partes iguales hacia ese sistema, que aceptan, pero lamentando no estar en lo alto de la escala social. Se comportan a partes iguales como burguesitos de derechas y sindicalistas del campo.

Por tanto, como es de señoritos tener coche y de pobres tener bicicleta, no pueden concebir cómo el Ayuntamiento ha creado una infraestructura para desarrapados, hippies y vividores, como es el carril-bici. Prefieren ser atropellados por un señorial Mercedes que ceder el paso a una bicicleta cuando circula legítimamente por su vía. Y lo hace no sólo la peatonada de Sevilla, sino los coches también, pues los conductores no aceptan haber estado trabajando tantos años para alcanzar ese estatus de semi-cacique para que una bici llegue antes que ellos y no tenga problemas de aparcamiento.

Carriles-bicis, “inventos de guiris”...

El caso es que últimamente, con demasiada frecuencia, los coches se saltan las normas de prioridad (el carril bici tiene prioridad en los cruces con paso de peatones no reglados por semáforos, y de haberlos, la tiene cuando están en verde) y, a veces, las señoras (llamémoslas gordas) te ven venir de lejos, y aún así meten al niño/a por medio, sin haber paso de peatones, mirándote desafiantemente y obligándote a frenar porque a ella se le ha metido así en el coño. Rara es la vez que salgo y no se me mete por medio un coche en un cruce donde la prioridad es mía. Los comentarios de todo el mundo van por el estilo de “mierda de bicis”, etc., y si vas por una vía normal, como en el centro, los peatones también se te meten de por medio (viéndote venir) y te dicen “¿No tenéis ya carril bici?”, aunque en esa calle no haya.

Bueno, pues ayer se dieron las dos circunstancias a la vez. Llegando al semáforo que lleva a la puerta del ambulatorio de Mª Auxiliadora hay una calle sin semáforo y con paso de carril bici y peatones, pero se me coló oblicuamente un coche porque él no me consideró “vehículo” ni “peatón”. Tuve que dar un frenazo, y por supuesto me enfadé con el tío y le dije que la prioridad era mía. De lejos (que ya la veía yo venir de antes) llegaba una gorda que, predispuesta a montarla, creyó haber encontrado el pretexto definitivo en mi incidente. Venía en medio del carril, ocupándolo todo la muy hija de puta, diciendo “¡Qué barbaridad, las bicis! ¡Qué barbaridad!”. Una vez que el coche siguió su camino, la tenía en frente, cerrándome el paso.

- ¿QUIERE APARTARSE DE UNA PUTA VEZ?- le dije. Se apartó, asustada repentinamente.

Y se quedó así, gritándome a las espaldas, mientras yo me cagaba en su puta madre, “¡Qué barbaridad, las bicis! ¡Qué barbaridad!“, como si al repetirlo adquiriera más razón.

Las armas nucleares no son una idea tan funesta como se cree...

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