lunes, 1 de abril de 2013

Sangre, semen y mierda



La última tendencia que se ha añadido al paradigma de conductas reivindicativas de dudosa utilidad es la relativa a la visibilidad de la menstruación de las mujeres. Porque hay cosas cuya visibilidad sí ha resultado útil y de ayuda; por ejemplo, no cabe duda de que la visibilidad de las relaciones homosexuales, llevaba a cabo en los últimos años gracias a los medios de comunicación y a su integración legal definitiva mediante el reconocimiento del matrimonio entre personas del mismo sexo, ha sido de capital importancia para que este fenómeno se perciba, cada vez más, como algo normal y natural, aunque quede mucho camino por recorrer en otros aspectos. Sin embargo, ¿qué beneficio se puede esperar de la visualización de la sangre menstrual en el proceso de la liberación femenina? ¿Acaso vivimos en una sociedad donde la sangre humana no menstrual forme parte aceptada de rito social alguno, fuera de la falsedad de las pantallas? Pues se trata de algo natural, sí, ligado a la sexualidad femenina, sí, y más en concreto a las condiciones en que los mamíferos nos reproducimos; sin embargo, pertenecemos a una extraña especie para la cual determinados aspectos de su biología quedan encerrados dentro de una categoría tabú en la totalidad de las culturas: la categoría de lo escatológico.

Porque la defecación también es algo propio de nuestra naturaleza animal y sin embargo no veo que el humanismo se fundamente en la reivindicación de la coprofilia, de su salida a la luz, de la aceptación social de la hez como icono habitual en nuestra vida- tal vez porque ello nos acerque más a los animales, y no al contrario. No veo campañas con eslóganes tales como "ser humano es lo más" junto a la fotografía de un tío cagando, o a la de una hez servida con patatas. Sin embargo, ahora se reclama la dignidad de la mujer mediante la "visualización" de sangre menstrual, o incluso creativas fotografías de infusiones de tampones, procedentes estas reclamaciones, paradojicamente, de las mismas personas que niegan que la esencia de la mujer sea su potencialidad como madre, sino su aspecto más elevado, intelectualmente, como ser humano y no como mera coneja al servicio de la sociedad. Por lo tanto, ser capaz de ser madre se niega como rasgo esencial femenino, pero se resalta la sangre que forma parte del ciclo reproductivo como elemento identificativo y reivindicativo... ¿de qué?

Tal vez sea eso lo que más desconcierta. ¿Qué se reivindica con eso? ¿Que las mujeres puedan salir dejando ver los regueros de sangre entre sus piernas? ¿Que se cambien la compresa sentadas a la mesa de un restaurante? Desde luego, en lo que a mi respecta, que lo hagan, siempre queda la libertad individual de elegir con quién te relacionas y no, en según qué momentos. Limpiarse la sangre menstrual es algo que practican todos los mamíferos, desde los gatos hasta mi perra (será que ella es también una agente del Machismo Internacional). La sangre menstrual huele; la sangre en general desagrada, ya proceda de un chochito, de un rabito o de una cabeza en Irak: la tendencia natural en las personas es limpiarla inmediatamente. La hez es sinónimo de inmundicia y está llena de bacterias y microbios susceptibles de provocar infecciones. La sangre acumulada y a medio coagular y descomponer también es poco sanitaria, y de eso tampoco tenemos la culpa nadie. Y si no, que extraigan el aroma esencial y lo comercialicen como perfume para todas estas revolucionarias de caca-culo-pedo-pis.

¿Tendrán los hombres que hacer campañas para hacer visible el semen y defender su dignidad de género, mediante fotomontajes con un rabo poniendo leche en el café, pasear con el nabo goteando leche entre las bermudas por el centro comercial o poner una servilleta llena de semen post-paja en su perfil para reivindicar la visibilidad de su masculinidad?

Por favor, el gusto por lo escatológico es propio de niños de tres años, de imbéciles en general y de gilipollas realizados en particular: niñas, si estáis enfadadas, ello no se arregla poniendo vuestra roja regla en la cara o boca de todo el mundo como si todos tuvieran que compartir vuestra sangre, vuestra mierda o vuestro semen porque necesiten descubrir que existe. Todos sabemos que existe, gracias. Por el contrario, aceptad vuestra coprofilia, vuestro gusto por lo putrefacto, vuestra pulsión por chapotear entre excrementos y sangres varias en vez de manchar principios elevados como el feminismo con pajas sin sentido ni utilidad social alguna salvo la mera provocación por nausea que tanta gracia hace a los retrasados mentales.


¿Os duele el espíritu de lo vacío que está? eso se arregla leyendo un poquito más, ¿recordáis? la inteligencia no distingue entre sexos, al igual que la idiotez...

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