lunes, 27 de agosto de 2012

El deseo culpable




Cuando te concentras en ti mismo
como un aislamiento sordo y ciego para el mundo,
es sorprendente la indiferencia de los astros,
que siguen creyendo en ti a pesar de las protestas.

Porque ni así te libras de encender
las chispas de ojos petulantes;
es más,
estalla el deseo intrigado en un deseo culpable,
un deseo vergonzoso que ansía
la luz misteriosa que niego por defecto...

La intriga, el misterio,
lo oculto.

Incluso así,
caminantes,
no dejáis de ser la vista perdida
que otea mis sueños sobre la línea de mi horizonte...


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