lunes, 6 de agosto de 2012

Los bultos pringosos



Los roles masculinos y femeninos se simplifican. Al final, va a tener razón Irvine Welsh cuando en Trainspotting afirmaba que en el futuro no habría ni hombres ni mujeres, sólo gilipollas. Eso es del todo cierto.

Lo único que vale es el bulto pringoso del bicep o de la teta de silicona, aderezado con modales tomados de Salvame y cia., la ordinariez y la falta completa de educación, la total ausencia de humildad como método de éxito fácil aprendido de los retrohumanos de Gran Hermano, y en general una sublimación del catetismo canorro de andar por casa que no admite matices, a falta de receptores neuronales. Eso sí, estudiar o currarse aquello de lo que se exige reconocimiento es lo de menos. Lo importante es aparentar, y si la apariencia es buena, ¿qué importa lo demás?

Y si a esto le unes la moda del automarketing americano, te encuentras con zoquetes sin cerebro que se chupan su propia polla a la primera de cambio como autocelebración y forma de promoción social, porque creen que con aprender la pose se materializará la causa, el mérito que justifique esa vanidad de pordiosero.

Estoy harto de Jennifers López de pacotilla o de tíos musculosos con más curvas que el muñeco de michelín. Estoy harto de roles sexuales desfasados que la ignorancia vende como modernidad; estoy harto de princesitas color de rosa que chupan pollas mirando a cámara y de Conans de barrio obsesionados por el sexo anal, quienes además exigen honores de doctor y se enorgullecen de no haber leído un libro en su vida. Estoy harto de mujeres florero que se sienten realizadas y libres y femeninas sólo cuando empinan una polla (!) y de machotes con músculos más grandes que su cerebro atrofiado, cuyo modelo ha sido rescatado del viejo y carca rol ibérico donde la brutalidad, la posesión y la simplificación mental es el equivalente a la virilidad que buscan las pequeñas ponis que, sin embargo, se sienten muy feministas.

El cerebro es sólo para pretenciosos y elitistas: está de moda ser un imbécil, sólo hay que ver a nuestros dirigentes, nuestras estrellas de la tele y la situación actual.

De verdad, tanta pringue hinchada, tanta inmodestia y tanta soberbia, mezclado con tanta pretensión de ser sensual al más puro estilo porno de EE.UU., y, sobre todo, tanto imbécil improbable no hace sino que todo apeste aún más a culo rancio. Puajjjjjj....

De verdad, gilipollas como estos representan a la perfección el verdadero sentido de lo obsceno. 

Qué asco, dios, qué asco de pringue, qué peste a queso podrido de estupidez, ¡cuánto olor a mierda entre tanta curva y tanto globo!

Arghhhh!

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