martes, 30 de noviembre de 2010

Quejas de pozos negros

Qué poca luz emites,
y qué costumbre más rara
la de ser alumbrado, que no nacido,
por el faro de otro.

¿Cómo se hace? ¿Cómo se necesita?

A veces escupes y brilla la saliva
como una parodia de estrella
- esos son tus truenos de maravilla;
de mes en mes,
o de año en año,
pares, que no alumbras,
cándidos flirteos con el polvo de una silla.

Descansa, siéntate,
estornuda tu alergia resignada.

Pero qué poca luz emites,
y cómo exiges caudales de rebaño
a quien chasquea con los dedos
los luceros de la poesía.

En tu pozo,
¿qué se siente?

¿Cómo se puede no emitir un sol
con el calor de la sangre encendida?

Sólo tú lo sabes,
gran misterio,
que reclamas tu imposible
como un salmo,
cuando nadie repara en tu pozo,
ni en tu fondo de lodo.

Poesía,
río que fluye con vida propia
con sólo abrirle el grifo...

Y tú,
impedido,
juegas con la sombra
con la esperanza de las viejas,
-penumbra de velas,
y plegarias susurradas entre líneas...

...
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