jueves, 18 de febrero de 2016

El secreto de la luciérnaga

Como una luciérnaga juego
alrededor de tu cabeza
mientras finges hablar de algo.

Será que dar luz es saber verla,
porque se transparentan,
como sombras estampadas desde dentro,
los rasgos precisos que oponen resistencia
a la luz de ocaso que entre tu cabello
lanza destellos de enramados a contraluz
a cada pasada de mis vuelos.

Y si me detengo ante tus ojos,
más allá del reflejo blanco
que los hace cristalinos, éste,
a quien pongo un nombre-contraseña,
me replica en consonancia y al oído
el paso a la oscuridad profunda
que me aguarda a sus espaldas.

Y dentro, dentro de ellos,
nado iluminando las palabras
escritas en el reverso oculto
de un glóbulo ocular profanado
por mis ojos compuestos e intrusos.

Entonces te estremeces,
yo aparto la mirada,
tú ya no preguntas
ni yo contesto nada;

sigues fingiendo hablar,
aunque haya puesto nombre
a los miedos sin pronunciar
de los que hablamos
completamente mudos
y anudados en secreto...

...
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