jueves, 17 de mayo de 2012

Cuando el deseo especula, sólo se ve a sí mismo



La cautela en las palabras...

¡Cómo inflama los sueños que,
especulares,
creen encontrar el lienzo blanco
donde florecer!

El deseo especular reflexiona sus propios ojos
como soles de un mundo nuevo,
y el artificio triunfa en su seducción
como se impone la alegría del vino.

¡Qué grande y poderoso es el deseo!

¡Cómo extiende sus sábanas de seda
sobre los horizontes
y crea mundos enteros a sus pies!

Y, sin embargo,
la cautela del silencio es sólo
espera al destino...

Como la calma del mar es fe serena
en la tormenta.

Y especulan, impacientes,
sobre el silencio,
sobre los pasos,
sobre los gestos del solitario;

aquel que sólo ve un deseo
que no es espejo,
que no es reflejo;

... que es crepúsculo de sed,
que es otro sueño,
por completo ajeno
al que yace bajo sus pies...

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