martes, 4 de junio de 2013

La grapadora de Esti





Trataba mi habitación como si toda ella fuera un armario, aunque mi trato con los armarios tampoco era normal del todo. Era más una relación con una portería de balonmano que otra cosa: tiraba las cosas dentro de ellos a distancia, marcando un tanto con una chaqueta arrugada y hecha un gurruño, o pantalones o sábanas. Las arrugas de la ropa no eran un problema para mí tampoco, y el hecho de que esta actitud sacara de quicio a mis amigas o colegas, le añadía un aliciente al asunto. Pero lo de convertir en armario la habitación entera era toda una novedad: llegaba a casa y delante de mis compañeras abría la puerta con la habitación a oscuras, y despreocupadamente arrojaba a la sombra la mochila, la ropa o lo que llevara, sin mirar dónde había caído. Y ello no quedaba libre de complicaciones.

Había llegado a casa tras diez días de ausencia para ducharme, cambiarme y largarme a una fiesta con Esti y Andrea: tuve que entrar y encender la luz. Tenía clasificada la ropa en montones por el suelo. Básicamente dos: ropa sucia, ropa limpia. Mi puntería desde el quicio de la puerta a oscuras no era del todo buena, y había prendas en tierra de nadie que eran difíciles de clasificar. Encontré todo lo que necesitaba excepto los calzoncillos. Todos estaban sucios menos un par, que no tenían cinta elástica. Todo un problema, porque esa noche pretendía llevarme a alguna incauta a mi morada y había que cuidar los detalles. Me duché y luego me metí en el dormitorio a resolver el problema.

Los malditos calzoncillos se caían, no había manera. Tampoco daban de sí lo suficiente como para hacer un nudo en el costado. Busqué aguja e hilo de coser por la casa, pero no hallé nada. Entonces caí: tal vez con una grapadora pudiera hacerlo. Sólo era cuestión de estirar la prenda por la cintura y graparla en un costado, de manera que el sobrante quedara colgando y ya no se cayeran. Tampoco había grapadora en la casa. Trinqué el teléfono. Llamé a Esti, que era quien vivía más cerca.

- ¡Estiii, necesito un favor!
- ¿De qué se trata, alimaña?
- ¿Tienes una grapadora en casa?
- ¡Jajajajaajajajaajajajaja!
- ¿De qué te ríes?
- ¿Para qué la necesitas?
- Es para grapar un trabajo que tengo que presentar
- ¡¡Jajajajaajajajajajajajajajajajajaajjaajjajajaj!!
- ¿Qué pasa?
- ¿Un trabajo? ¿En la universidad? ¿Tú?
- Pasa hasta en las mejores familias
- Pero hoy es viernes, ¿te la llevo mañana o pasado?
- La necesito hoy
- ¡Mentiroso de mierda! O me dices para qué la quieres o no te la dejo
- Te mereces todas las hormigas, cucarachas y cortapichas que habitan tu casa
- Tú sigue, sigue, que ya verás quién te va a prestar la grapadora
- Bueno, mira, ¿voy para tu casa y luego pasamos a recoger a Andrea y nos vamos a la fiesta?
- Vale, pero no te la voy a dejar a no ser que me des una explicación creíble

¿Qué se le iba a hacer? Esti es así. Ya inventaría algo por el camino. Me subí los calzoncillos todo lo que pude. Entonces caí en que tal vez sujetándolos con clips a la cintura de los vaqueros aguantaran sin caerse hasta casa de Esti. Busqué clips. No había, pero encontré unos papeles de Daniela y bueno... le pillé prestados un par de ellos.

Parecía que funcionaban, pero al llegar a la calle sentí cómo uno de ellos se soltaba y caía rebotando y campanilleando hasta una alcantarilla. Todo era cuestión de aguantar hasta llegar, sin moverse mucho. Parado, tieso y firme me puse a esperar el tranvía, que llegó a los pocos minutos. Ya dentro no encontré sitio donde sentarme, así que me quedé de pie y me puse a mirar la ciudad por la ventanilla. Entonces reparé en una chica muy linda que me observaba desde dos metros. Me hice el interesante y me estiré un poco: grave error, porque al hacerlo sentí cómo se soltaba el otro clip y lo vi caer a media distancia entre la chica y yo, haciendo tilín. Ella vio el clip. Los dos lo observábamos y nos mirábamos. Ella esperaba que yo lo recogiera, como es lógico. Yo sentía cómo se me iban cayendo los calzoncillos bajo los pantalones sin nada que lo impidiera. Claro, la cosa no estaba para agacharse ni moverse nada. Estaba petrificado como una estatua. Yo la miraba haciéndome el duro, en plan “clips a mí, estoy harto de dejar clips por ahí tirados, es mi forma de ser, lo tomas o lo dejas...”. Los calzoncillos ya se me habían caído del todo, sujetos sólo por la entrepierna del pantalón. Los tenía a la altura casi de las rodillas. Es difícil hacerse el digno con los calzoncillos así. Al final ella se levantó y me acercó el clip.

- Creo que se te ha caído esto- me dijo amablemente al entregármelo.
- Es que dan buena suerte- le contesté yo.

Llegué a mi parada y me bajé con toda la naturalidad que pude, deseando que no se notaran los pliegues al caminar. Llegué a casa de Esti. Abrió la puerta. Tenía una expresión pícara que te cagas.

- ¿Para qué la quieres?
- Jo, ¿de verdad te lo tengo que contar?
- Es lo que hay, ¡muchacho!
- ¿Dónde está?- le dije mirando por toda la casa.
- No-no-no-no-no... ¡Suelta por esa boquita!

En esto aparece su madre, que llevaba unos días de visita por allí. No había caído en ese detalle, se me había olvidado. Pongo mi sonrisa de póker.

- ¡Hola! ¿Qué tal?
- Ni qué tal ni leches, ahora mismo nos cuentas lo de la grapadora, jajajajaja
- Ya, de tal palo...

Miro a Esti. Pone cara de “ya no te quedan más huevos”.

- Bueno, pues es que tengo unos calzoncillos sin goma que se me caen y que necesito grapar para que no se me caigan.

Las dos empiezan a descojonarse de mi sin ningún reparo ni pudor.

- Pero... ¿dónde están?- dice Esti, casi sin poder respirar.
- Los llevo puestos

Las dos vuelven a descojonarse más fuerte aún.

- Pero, entonces, no se te caen, ¿no?- me dijo la madre.

Suspiré.

- Los llevo puestos; de hecho, están a la altura de las rodillas, sujetos por la huevera de los vaqueros, si no, los llevaría por los tobillos.

Estallaron en carcajadas casi sin poder respirar. Esti se me acercó, me tocó una rodilla, notó el bulto, y se tiró al suelo. Ya cuando se recuperaron pude hablar.

- Bueno, ¿me dejas la grapadora?
- Te puedo dejar unas bragas, si quieres, jajajajajajaajajaj
- Pretendo ligar esta noche, quedarme en bragas ante “ella” no creo que ayude.

Vuelven a estallar, llorando.

- Bueno- me dice Esti intentando respirar- te la dejo si me dejas hacerte una foto después- y vuelven a empezar, madre e hija.
- Y una mierda
- Espera, que llamo a Andrea, no se puede perder esto
- No, por favor...
- Anda toma- dice alargándome una mierda de grapadora minúscula.

Me metí en el baño y procedí a grapar los calzoncillos. Ahora parecía que funcionaba. El aspecto dejaba mucho que desear. Bueno, pensé, si ligo me meto en el baño y me los quito allí, y salgo en plan “sorpresa”. Al rato llegó Andrea.

- Quiero verte con “eso” puesto.
- Y los cojones
- ¡He venido hasta aquí expresamente para eso!
- ¡Sí, y te hacemos una foto!- dijo Esti.
- Sí- dijo Andrea- una fotoo, por favor...

Se pasaron así todo el rato, también en la fiesta. En cualquier caso, dio igual, no ligué una puta mierda, pero de ahí en adelante fui más cuidadoso con tener controlada la ropa limpia...


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