martes, 24 de octubre de 2017

Los aros





La línea de la cuerda
señala siempre a sus extremos

Elige el milímetro adecuado,
donde quedó petrificada la respiración;
elige la instantánea de ese fotograma
y sólo verás la luz muerta de un rastro
que ha sido barrido con escobas

Vivir es transcurrir,
y el infinito del instante
se manifiesta sólo cuando se marcha,
como un pétalo arrancado
que borra tras de sí toda fragancia
- el vértigo que se curva al despedirse
queda así libre de presentes rectilíneos

Pero el instante señala sin embargo
a un paisaje cuyo bosque
te arraiga por dentro,
más allá de los ojos,
más profundo que el pecho,
y será arrancado de raíz
como una copa de árbol
que surge de la tierra,
sanguinolenta

Los extremos caducos de las cuerdas,
con su principio y su fin,
como los rollos del proyector
o los sueños,
acaban al final con el desgarro
que es el tiempo

Y luego están los aros,
cuyos extremos se encontraron y fundieron,
tan cóncavos,
que no dejaron sitio
para conocer sus límites
tras su devenir de curva...

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