sábado, 26 de marzo de 2016

Un monstruo








Recuerdo cuando noté ese cambio en las corrientes. Esa maldita mala costumbre mía de no perderme el más mínimo signo con importancia. Es ese pensamiento espejo que vive en ella y cambia y cambia con el ritmo del capricho de un niño ocioso: de abandonarle poco a poco, como idea suya, pasó a hacérmelo a mí, pero sin confesarlo. Esas cosas se notan automáticamente, supongo que al menos esa conexión (la de darnos por culo mutuamente entendiendo todos los mensajes sin excepción) sí que existía. Tarde o temprano una chica, si cumple el requisito de ser imbécil y una derrotada ante la presión social de ser una muñeca hinchable que habla (pero lo justito sólo), te pasará la factura por el sexo. Un simple día en que ella quería salir fuera de mi casa como si ello significara algo más; hacer otras  cosas. Ya. Es que hay que comprobar que yo no me esté "aprovechando" o utilizándola sólo por el sexo o vete tú a saber la idea de una persona que, corriéndose varias veces por polvo, cree que eres tú el único que se beneficia en algo de toda la historia. Supongo que yo debía mostrarme muy abierto a todo eso: sí, salir por ahí, venga, vamos al cine, claro, y a cenar por ahí, da igual, que nos vean, que se entere tu novio de todo esto. A mí qué más me da. El asunto era que sin dinero uno no se siente muy cómodo yendo invitado por la vida, y menos aún haciéndolo sólo para disculpar a tu polla de unas pretensiones hipotéticas y encima inconfesas por la parte que desconfía de ti.
 
Como odio que me pongan a prueba, cuando lo hacen suspendo y de manera espectacular y premeditada sólo para joder, así que no salimos, nos quedamos en casa y me la follé. Ponerle en bandeja la confirmación a una cuestión mal planteada que, o bien se le había ocurrido a ella, o bien era una aportación intelectual de algún "entendido" o "experto" en el tema de mi vida, mi alma y mi polla, seguramente es un error, porque jamás se dará cuenta de que el error fue someterme a la prueba. Que las cosas se hablan en vez de ir de lista por la vida quedando encima como gilipollas y provocando accesos de vergüenza ajena en mi maltrecha persona. Pero no se puede estar todo el día siendo tan imbécil como los demás y disculpándolos, y menos en un ambiente de una desconfianza ofensiva. Uno tiene también derecho a ser.
 
A la siguiente vez también se lo hice, y ya fue la última, claro; al cabo de un tiempo me confesó que por esta época "había empezado a notar que cada vez que quedaba conmigo tenía que follar". Vaya, no me digas, no tenía la más mínima idea. Me pillas totalmente por sorpresa. En serio. Qué soledad, joder, contigo también. No lo puedo evitar: siempre noto cuando me ponen a prueba y noto la presencia de otras personas en determinados juegos, y a la insolencia de sus suspicacias respondo con la peor respuesta que puedan esperar dentro de sus esquemas limitados. Pero la conclusión se la dejo a ellos; son los analistas y expertos. Marujas S.A. y Machotes Toreros S.L., pero sin cola ni castañuelas ni banderillas ni toros ni cojones ni expresión lírica alguna.
 
También se intuye fácilmente las aportaciones externas, las advertencias, la sombra de la duda hecha rumor alrededor de un florero, en las preguntas, en esos detalles con los que se espera aclarar algo sin que se note. Bueno, es así: poco a poco se van espaciando los encuentros, cada vez más cortos, además, más fríos, más escuetos e impersonales. Te quedas como un imbécil viendo cómo se desarrolla el guión que ya te sabías de memoria antes de siquiera haber empezado. Como un imbécil, sí, por esa suerte de juego de espejos en que los idiotas juegan a engañarte pero lo hacen francamente mal; y tampoco se lo puedes decir porque bajar al lodo te mancha y salpica y te convierte en el mismo lodo. Sólo puedes observar, sin poder hacer nada, aguantando el tipo y procurando no dejarte llevar por esa corriente cambiada, mientras ella duda de todo, te cree un impostor y un completo personaje ficticio y busca dónde pillarte todo el rato. Ya no hay magia, sólo una "enviada" de los cretinos aburridos de siempre. Eso es lo injusto: no te puedes defender de nada porque ella no te pregunta jamás sobre nada de aquello sobre lo que han vertido la duda y la sospecha. Es todo un juego secreto en el que tú eres la basura a la que sin embargo ella necesita regresar con cualquier excusa. Luego, el contacto por las redes, el telefónico, todo va reduciéndose y tendiendo al cero. Y tú viendo todo el show, un impostor potencial ante sus ojos, como un insulto permanente. Como un veneno o una droga a la que es adicta, que la destruye, y que debe dejar para siempre. Como la identidad más perjudicial posible. La influencia más nefasta.

Creer que tarde o temprano los imbéciles se autodescubrirán es tan estúpido como creer en dios, esa es la impotencia del que es objeto de las infamias. Determinadas personas crean castillos en el aire si dejas los ámbitos donde posar y haces algo distinto. La sospecha se ha amplificado diez años. De saber tan poco de mí han creado un monstruo para rellenar los espacios vacíos; sólo saben hacer monstruos. Monstruos con los que no estamos. Monstruos con los que nunca estaremos allí. Y esos otros monstruos que no estarán aquí jamás...








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