domingo, 6 de marzo de 2016

Una visita











Todo es un ascensor que desciende, hasta el peso de los órganos parece el de una cabina en caída libre, pero puedes respirar. Puedes hablar, puedes comprar, puedes preguntar, puedes caminar con tu ascensor de cables cortados precipitándose por dentro sin terminar nunca. Pensamientos de ascensores muertos mientras subo una escalera.

Los perros están ahí, tumbados entre sus mantas en el último descansillo. Esta vez, en vez de saludarlos, me pararé un rato, a modo de visita, con ellos. Así que me siento en el suelo. Mueven la cola, me hacen sitio, me ponen sus patas sobre la mano con que los acaricio y luego se echan sobre mí, entre gruñidos de familiaridad. Yo les hablo porque sólo entre ellos me siento buena persona.

- Debéis saber- les digo- que hay grandes esperanzas puestas sobre nosotros, y que ese honor supone también una gran responsabilidad.

Mía me mira fijamente, luego se estira y mete el hocico entre mi brazo y mi pierna. Gufo sigue en su posición en el otro lado y se limita a respirar fuerte.

- Puede- continúo- que pasemos por un momento difícil, duro, volver a empezar, pero no debemos desesperar, pequeños compañeros; al igual que vosotros soñáis con recuperar ese paraíso perdido de bosques llenos de jaurías de perros asilvestrados, felices y satisfechos de sí mismos que viven de hostigar a los laboriosos herbívoros y despedazarlos vivos sembrando el pánico en el lugar, para poder desarrollaros plenamente como las fuentes inagotables de voluntad vital que sois, yo, poniéndoos a mi servicio, no sólo nos auguro una salida exitosa de este bache...

Decido tumbarme directamente en el suelo. Entonces, al mirar hacia arriba, descubro que tras el techo de cristal que transparenta las primeras estrellas hay nubes grises que cruzan el cielo veloces. Y continúo mi charla con ellos.

- ... sino que lograremos grandes cosas, amigos míos, los tres juntos...

Sólo se oye el rumor de la ciudad, lejano, y el sonido de la marea que mueve el viento eléctrico de este anochecer que anuncia primaveras. Las cabezas de los perros descansan sobre ambos lados de mi pecho.

- Nos espera un futuro maravilloso, amigos- les digo mientras los acaricio, y ellos se acurrucan más, dispuestos a seguirme en lo que sea, entre gruñidos de aprobación- nos espera un futuro que nunca hubierais podido ni imaginar... 


...
...
...
..
..
..
.
.
.

No hay comentarios: