jueves, 25 de junio de 2009

La esponja y la ballesta

Me empuñas con la piel de bruma de las piernas,
y te palpita la fibra del vientre,
los filamentos de la carne,
los dibujos de los músculos tensados;

tu sudor se hace de viento en tu garganta
cuando ahoga los gemidos del trenzado de los miembros,
y tus labios se mecen entreabiertos sonámbulos de danza,
allí donde el esfuerzo es el arrojo del silencio.

Porque en silencio te estiras y te pliegas,
te agarras y me sueltas,
te haces guante de mi piel
con el arrojo de una y cada una de tus células;

y, en silencio,
oscilan inercias de ballesta
y obediencias de esponja empapadas en mar;
allí, cuando tus ojos entonan
su gravedad oscura de astro,
y tu cuerpo se cubre de mosaicos de agua,
gotas que saben a sal.

Pero seguimos, bailamos,
te tensas con los brazos por mi espalda
y te exhalas, toda una rosa, por tu cuello,
con tus piernas en ballesta.

Y cuando ballesta y saeta son una y sólo una fricción,
se dilatan todos los labios,
se endurecen todas las lenguas,
listos para desgarrar el cielo
de un disparo de voz...

...
...
...
..
..
..
.
.
.

1 comentario:

Felipe dijo...

Nada que envidiar al capítulo 68? de Rayuela ("Mientras él le amalaba el noema a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sústalos exasperantes. Volposados en la cesta del murelio se sentían valparamar..")

Suele gustarme más tu faceta poética, tal vez porque para el relato no tengo paciencia...

Un abrazo de óleo.

Felipe.