viernes, 19 de febrero de 2010

El marketing de las arengas

Una llamada,
un rezo,
palabras adecuadas.

El conjuro que inflama a los aviesos,
la diadema de sus abracadabras,
el interruptor de
la acción los ingenuos...

Los devotos,
con los ojos tapados por bonitos pañuelos,
llenos de bordados de oro
y de palabras piadosas...

Ellos, cuchillo en mano,
atacan donde les dicta el dogma misterioso,
los devotos
- como viejas de luto
que hacen punto
en las ejecuciones.

Ponle “libertad” a la oración,
señala a quien odiar,
y los asesinos ocultos fundirán sus cadenas,
forjarán la espada y,
prestos a realizarse,
en nombre de la grandilocuencia,
tan estética,
tan rockera,

proclamarán la poesía del llanto
de los huérfanos y las viudas...

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