viernes, 15 de marzo de 2013

Empeñada en enseñarme algo



Muerte por todos lados, mire hacia donde mire. ¿Qué coño sucede? Como si hubiera algo que la vida se ha empeñado en enseñarme, las tragedias me pasan cerca, me silban como balas y me inundan en faltas, ausencias, dolores y enfermos. Se fue Carmelo, se fue Pedro; pero se le van los corazones a todo el mundo, y la muerte sigue pasando cerca. Empeñada en enseñarme algo. Silbando como balas. Inundándome con faltas. Se les va la vida a quienes me rodean. Se les muere la gente. Y yo sólo veo ojos muertos, corazones muertos, vidas muertas. ¿Estoy  muerto, vida? ¿Será eso? Muerte mire hacia donde mire, como si me quisieran enseñar algo, balas erradas que me pasan de cerca, nadando entre mis faltas y las de otros. Enfermos. Muertos. Vivos. Muerte. Gente. Muerte. Amigos. Muerte. Y puede que seas un gato al que le gusta jugar con las presas, pero qué presa, y... ¿qué presa soy yo? Podrás parar mi corazón, pero mientras lata seré un coloso de granito bajo el sol, piedra que te desafía, muerte, mientras juegas, muerte, piedra de sol.

Y muerte por todos lados, mire hacia donde mire, con su lección antropófaga bajo el brazo, empeñada en enseñarme algo, tragicomedias de cerca, balazos zumbando en los oídos, ausencias, dolores, ojos vacíos.

No te creo, al menos mientras te importe divertirte conmigo, traerme estampas, anticiparme miedos, muerte desgraciada, muerte insignificante, muerte dependiente de la muerte, patética, simple, absurda...

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