miércoles, 26 de noviembre de 2008

Las oscilaciones del péndulo

Carlos era uno de esos tipos ordenados, austeros, responsables y superficialmente estoicos: un cristiano. Roth era uno de esos tipos desordenados, derrochadores, irresponsables y superficialmente epicúreos: un cristiano inverso.

Roth quería destruir el orden de Carlos; Carlos quería ordenar el caos de Roth.

Bajo excusas largamente planeadas, ambos consiguieron engañarse mutuamente para entrar en secreto en sus respectivas casas; así, mientras Roth meaba al estilo regadera sobre el sofá de Carlos, como si de unos rosales se tratara, él le pasaba el limpiador al suyo dejándolo impecable. Roth se cagó en cada una de sus sillas y Carlos arregló los descosidos de la tapicería de su juego de comedor, que hasta entonces había permanecido reconvertido en mesa de ping pong. Roth jugó al tiro al plato gargájico con toda su vajilla destruyéndola por completo y construyó un muñeco autocomplaciente doblando y enganchando toda su cubertería, que ahora presidía desde la mesa central, con rabo fuertemente agarrado con la mano, toda la cocina. Carlos logró descubrir la cocina de Roth al limpiar y ordenar los escombros y barricadas que la caracterizaban, y, sí, había una ventana al fondo como decía la leyenda. Mientras Carlos forraba con papel el dormitorio de Roth, y limpiaba, planchaba y guardaba toda su ropa, éste se puso manos a la obra con una sierra mecánica y logró emparentar el dormitorio de Carlos con el pan rallado de las croquetas- esas que se disponía a preparar a continuación Carlos para dejarle algo en el frigorífico, que ahora era blanco; el de Carlos volaba por la ventana y lo más parecido a comida que iba a contener eran los sesos de un despistado peatón. Y así todo.

Inversa versus inversa invirtiendo términos y contradiciéndose, contrahaciéndose, contrarealizándose, complementariedad de sobria ebriedad...

Qué aburrimiento...

Cada uno dejó la casa del otro en un estado de realización personal total, a la inversa.

Boca arriba, boca abajo.

Cuando regresaron a sus respectivos cubiles, se dieron cuenta de la coincidencia... inversa.

Orgullosos de sus labores realizadas, no dudaron en intercambiarse las casas en las que tanto empeño y tesón habían puesto.


En realidad eso lo resume absolutamente todo...

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1 comentario:

Búfalo dijo...

Efectivo, festivo, infectivo y locuaz.
Ya lo decía un amigo mío, "la virtud está en el medio", y le doy la razón. Es el medio el que te pone en órden de vez en cuando, el medio es el que te libra de la euforia infinita y de la bajada más profunda, el medio te libra de terrorismos y del hippismo más pasivo, el medio... el medio...
Sólo había un problema, el medio costaba treinta euros y no siempre se tenían ganas de buscarlo.

Abrazos CarloRothescos.