lunes, 2 de febrero de 2009

Paredón de actualidad



The U-Bets tenemos bajista, por fin. No hemos tardado tanto como yo me temía. Todo está ya servido y en la mesa, nada falta, nada sobra, ya no vale ninguna excusa para no despegar. El juego de voces nuevo suena genial, las canciones están claras y en cuanto el bajista se adapte empezaremos a liarla. Es probable que nos estrenemos en Granada, aunque no se descarta hacerlo en Sevilla, dependiendo de cómo esté la cosa en las salas más competentes. Iniciamos gestiones.

Un fin de semana dedicado al amor de sofá. Ha sido magnífico: mi niña y yo hemos visto Dexter, Doctor en Alaska, IT Crowd, la serie documental “El mundo en Guerra” y nos hemos metido entre pecho y espalda una buena cantidad de viandas bien servidas. La perrita se ha recuperado de su gastroenteritis y vuelve a intentar masticarnos a los dos con todo su cariño. Los deportistas millonarios españoles ganan cosas y son más millonarios que el viernes. Pelota va y pelota viene, y la caja registradora hace cuentas. Cómo me la suda eso. Los partidos políticos se espían a sí mismos y luego se acusan de mentir. Crisis. Los bancos lloran entre sábanas de seda y se quedan los donativos del Estado.

Hay que conocer las limitaciones de cada uno: yo nunca podría (ni debería) gobernar, habría mandado a hacer trabajos forzados a la Reina por publicar semejante panfleto insultante para la democracia española (ahora se comprende por qué en Grecia no quieren a esa familia ni en pintura), mandaría a Dª Espe a ser operada de una anoplastia (con un concepto opusdeista de la aplicación de la anestesia), habría fusilado a todo el deporte español (jugadores, árbitros, hinchada y la cossa-ejecutivos-nostra al completo), a la banca, a las inmobiliarias y especuladores, a todas las cadenas de televisión y allegados, y, como no, a la Academia del Cine Español que, a falta de mayor reconocimiento, se autopremia año tras año.

¿Qué culpa tuvo Goya de que apareciera esta mierda de grupo de actores y directores, siempre los mismos, trincando subvenciones mientras se declaran antisistema, haciendo siempre de sí mismos, dado que se consideran más interesantes que los personajes que un guionista construye con todo su esfuerzo? Pues los americanos hacen lo mismo, sí, pero producen miles de películas al año y la selección de cintas premiadas tiene más garantías de calidad que aquí, donde con cuatro o cinco películas medio decentes al año ya saben, antes de empezar a rodar, a cuántos premios optaran en función de los actores-funcionarios o directores-funcionarios implicados en la misma. Me cago en el cine español. Juo, juo, juo, vaya mascarada impresentable...

Aislado por completo, miro en mi propio ombligo las resonancias del mundo, y mi patetismo sincero me otorga una lucidez atroz. Lucidez inútil: nada vale si no va acompañado del poder de la seducción y, obviamente, mi golosa tendencia al insulto hace que mis ideas no lleguen a casi nadie. Pero, a la vez que comprendo la hostilidad que provoco, ello me hace feliz. Nada queda en el tintero y al final del día no tengo que lamentar ningún ejercicio de autocensura. Y del eco, del escándalo y de la ofensa queda siempre un resto de duda incluso en el más orgulloso y obstinado de los burros afectados, y ese resto es como una mancha de tinta indeleble.

Me estoy convirtiendo en un ermitaño, eso está claro. Cada día que pasa considero con más interés dedicarme al trabajo de vigilante anti-incendios. Solo, en lo alto de una montaña, con mis prismáticos, mis libros, mi guitarra, mis canutos. Y denunciar, como cosa atroz, el más mínimo indicio de humanidad a mi alrededor por la radio. A mandar aviones para que apaguen su presencia de inmediato. Ah, me despedirían enseguida. Mandaría aviones anti-incendios a los campings más poblados. No podría evitarlo.

Es la negación obstinada de todo. El único momento en que no niego es cuando escribo poesía, cuando toco, cuando pinto. Un ratón agazapado que ruge las contadas veces que sale de la madriguera y observa el horizonte. La negación. “Niego, reniego, niego para afirmar”; o “ser no de tanto sí”. Ya he escrito bastante sobre ese tormento para los estudiantes de lógica.

Lo importante es ser un color: presente incluso en la ausencia, reconocible enseguida, fácilmente abstraible del objeto que lo porta, tanto que incluso llega a ser la esencia de su identidad. Un color existe aunque no lo tengas delante, como una idea platónica. Ser un color, respirar, integrarse en el paisaje del corazón, donde se manifiesta el mundo de análoga manera.


Escala cromática

Soy un color,
el de la distancia,
que el aire trae con su olor a horizonte;

el del tiempo,
que la lluvia toca con su tic tac
de melancolía de cristal;

el del instante,
que tu piel transpira,
respirada y expirada,
como aguas que se mezclan
en una sola sangre.

Soy un color de tránsito,
una resta,
una tangente invisible
-sí, la del intervalo entre una nota
picada de vértigo,
y un escalofrío de muerte frente al mar.

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2 comentarios:

Jaime dijo...

El cine español apesta casi en su totalidad. Como en todo hay excepciones. Albert Serra es una de ellas. Si no has visto Honor de Caballería te la recomiendo; es una adaptación libre de Don Quijote (lenta, practicamente sin diálogo ni hilo argumental... necesaria)

Vanlat dijo...

Viene en febrero Leopoldo María Panero a recitar en el festival de perfopoesía!!

Eso es cómo, cuándo, dónde