miércoles, 16 de agosto de 2017

El adiós escrito del revés





Sellaba el adiós forzado con los pies en alto y sentado del revés

Y justo entonces se abrió bajo el asiento
el pozo en que un yo antiguo se precipitó
hasta ahogarse en el fondo de la tierra

Cayó de súbito:
ninguna de mis manos hubiera podido
alcanzar a sujetarlo, dueño ya
de ese lugar de donde no se puede volver

Y tanto atraía la angosta sima
que una intensidad de luna llena,
cuya mejilla se apretó contra la mía,
me dejó aplastado
-aplastado bajo el peso del astro,
como si quisiera también caer
junto a aquel que dejó un cuerpo vacío;

aquel cuyo corazón sin vida
retuvo un impulso impropio
del faro de las más llenas
de todas las noches...

¿Te salvé, luna, de seguir ciegamente mi camino?
¿O tal vez eres tú también teatro,
de ese que desangra la catarsis del poeta?

Tú, que siempre fuiste leal hermana,
me mostraste tu cara oculta como un llanto solidario
que nunca esperé de ti,
y no sé si eras tú quien me velaba,
u otra luna negra se coló
en la habitación para homenajear mi muerte
- la más sombría cara
de esa otra alma fría

Acudiste a decir grandes palabras,
a hacer solemne la intensidad de aquel instante;
tal vez viniste a hablar de cómo renacidos
podemos cruzar las mismas puertas
sin pisotear nuestros pasados pasos;
a describir los quicios que hacen nuevos los pesares más profundos,
a contar los trances que demuestran que,
de entre los muertos,
eres tú por tu dolor el más resignado vivo...

Y por vez primera,
luna,
te desprecié por tu inútil candidez
- intuir que incluso el sol
era tan ingenuo como tú,
y que nada ya hay consciente
en este helado derredor cósmico
que parece ignorarlo todo
sobre el verdadero dolor...

Podría reprocharte que tu edad resultó estéril
y que tu eternidad se basaba en tu plano juicio,

¿cómo podrías tú,
hija de mil siglos,
proferir palabras que estrangulan
por estrechas los pesares que escapan
a la talla de las estrellas?

Amiga luna, hermana luna,
tal vez debí aceptar que como yo
te superan nuestras órbitas y cuencas vacías...

Y es irónico que en las crisis que señalan
a los límites inabarcables,
las fronteras infinitas que no se dejan dibujar,
la eternidad y los principios más extensos...

... yo sólo me preguntara por cómo bajar los pies del respaldo y sostener mi propio peso,
por cómo llegar a casa caminado
si mis pasos ya no eran de este mundo,
por cómo superar ese desierto
de caras que ya eran de otro tiempo
y otro espacio,
ante quienes no quería derrumbarme
salvo para llenar la tumba...

... sentado del revés,
atrapado en tierra de nadie
y desprovisto del fuego de mi espíritu...

...
...
...
..
..
..
.
.
.

No hay comentarios: