jueves, 4 de septiembre de 2008

Aguas

El agua de la alberca, el agua del estanque y el agua del aljibe.

Alguien accionó la llave,
y el agua de la alberca
empezó a dejarse llevar,
haciéndose torbellino
al pasar por el desagüe.

Al agua del estanque le pareció su obediencia patetismo:
ella, que descansaba su alma de río
segura de continuar pronto hacia el mar;

la de la alberca parecía contraerse en la oscuridad de un túnel sin final,
haciéndose torbellino al pasar por el desagüe.

Al agua del aljibe le pareció su destino un sino artificial:
ella, que como agua de lluvia vivía en la nostalgia
del cielo y de las nubes,
ebria de su casta, su pasado y su limpieza;

la de la alberca parecía mezclarse con metales de tuberías sin aire,
haciéndose torbellino al pasar por el desagüe.


El agua de la alberca dio a parar a una red de aspersores:

Fue lluvia bajo el sol
y serpenteó entre sus rayos
como un desafío a las leyes del calor.

Otra parte se evaporó y fue nube
y lluvia y cielo,
como un sí sereno a los designios de Dios;

y otra parte corrió entre la tierra,
hizo crecer el musgo y la hiedra,
y luego se unió a un río más grande
para disolverse como un sueño
entre las olas que rompen en la arena...

2 comentarios:

pilimari dijo...

Preciosa descripción del ciclo del agua, me gustó mucho la última frase.
He disfrutao leyendo.

BEsos!!

Unknown dijo...

Amigo,
No me había fijado bien en la primera lectura, que en realidad es un acercamiento claro a la canción, a la poesía estrófica, con el estribillo.
Es interesante, y he estado bastante metido en el tema de lo estrófico en El Gazal de Asís Nora.
Por otro lado, el agua es buen síntoma de la comunicación de lo puro y lo abyecto.
Hay materia.
Hasta la materialidad de los flujos secretos...