lunes, 27 de abril de 2009

Reciprocidades (o receta para los impacientes)

La oración sin respuesta. Vaya. Vaya con Dios.

Porque por mucho que afines tu plegaria,
la voz se calla la réplica de fuego.

Pero yo no creo en Dios. Vaya, vaya con Dios.

Canto para mí,
cuando la música me hierve,
cuando me sube la marea,
y nunca un títere ha sido sorpresivo para los limpios de inocencia.

¿O acaso escuchan con ansia divina
la invocación de su cara de luna escondida?

Jugar con Dios, vaya; vaya la partida con Dios...

El que llora se olvida de secar las lágrimas del compañero,
el que escucha se olvida de dar el eco de la sima de su alma,
y se queja, y exige, y ataca, y se revuelve...

Si no tienes voz para responder,
si no sabes cómo se entona la música en las entrañas ateridas,
ni cómo el pensamiento se deshace en vértigos para que surja la palabra-llave,
la palabra-fuego,
la palabra-clave,
la palabra mágica...

... no entiendes nada,
no captas ni una bruma,
y haré mil poemas de tu infinito confuso.

No porque me guste,
sino por el abismo...

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2 comentarios:

Felipe dijo...

Oye Quaking, vente un día a una pegada... y de todas formas: nos prestas alguno de tus textos para colgarlos por ahí? Merecen la pena. Y te linkeamos en Ainalibe (Mira por dónde).

Un abrazo.

Felipe

Quacking-pingüino absort-minded visions dijo...

Ok, pegada de qué, ¿de carteles?

je, jeee...