martes, 10 de marzo de 2009

The killing business


Cómo me ponen los libertadores de los pueblos; esos valientes, esos hombres hechos y derechos. Me levanto y veo la noticia: un policía muerto a tiros en el Ulster a apenas un día de la bomba con que el IRA auténtico ha vuelto a cubrirse de gloria. Ciertamente, la autenticidad de los terroristas pasa por el bautismo de fuego. No puedo evitar preguntarme si les ha venido la inspiración a través de un artista total de la destrucción como es De Juana, que está haciendo un master de antropología terrorista por allí, o ha sido fruto de un momento de lucidez de alguno de sus cabestros irlandeses. Es inevitable la iniciativa artística espontánea cuando se tienen los instrumentos al alcance de la mano. Tras once años sin muertos a algunos les debían de picar las manos por tenerlas durante tanto tiempo limpias de sangre, secas, allá en Irlanda. Debe ser mejor vivir en la gloria de la heroica clandestinidad, a costa de la extorsión, que currarse unas oposiciones, tal y como está la cosa con la crisis. Debe ser que algunos dirigentes del IRA tienen problemas para pagar la hipoteca y es mejor volver a los viejos hábitos, sin tener que madrugar, dinero contante y sonante y fácil, etc.

Porque, hombre, seguro que todos ellos son doctores o ingenieros o abogados competentes, ya que hay que tener una psique muy elevada y un pensamiento profundo y complejo para descerrajarle un tiro en la cabeza, por la espalda, a un trabajador que sí que ha pasado la criba para tener su puesto de trabajo. Será que su conducta responde a un pensamiento intelectual de tal calado que se confunde con la brutalidad simia más detestable. Pero es que nosotros, los que no vivimos en el País Vasco o en Irlanda del Norte o en Palestina, no entendemos que su realidad les legitima para matar cargos políticos elegidos democráticamente de otros partidos (“es que allí las cosas son distintas”), o cargarse once años de paz mediante muertes totalmente gratuitas (“es que allí las cosas son distintas”), o apoyar a grupos islamistas (como Hamás) que ya han excluido (desde enero de este año) al 50% de su ciudadanía de la vida pública, dejándolos (o, mejor dicho, dejándolas) en una situación de indefensión en la que un sencillo rumor las puede llevar a la palestra de las piedras, porque estas personas viven en un mundo donde los derechos humanos no son de aplicación, y tienen legitimidad para usar su población como moneda de cambio, una vez debidamente asesinada por Israel. Son especiales. Y punto. Hay que aceptarlo porque sí.

Desde aquí, con toda mi sinceridad, hago un llamamiento a todos los patriotas, sean de donde sean, que están dispuestos a la obediencia ciega del sicario, ya sea militar (por ejemplo, Israel) o clandestina (entiéndase Hamas, IRA, ETA y demás grupos que abundan por el mundo, a cual más extravagante, grotesco y sanguinario), para que reciban mi más sincero deseo de que les den muchísimo por culo a cada uno de ellos, para así tener sitio donde meterse luego toda su mugre tradicionalista, folclórica, asesina, rancia, apestosa, armamentística, mafiosa y reaccionaria.

Atentamente,
Duckieboy

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