viernes, 8 de mayo de 2009

Acopio, reflejo y resolución

Esta noche voy a aflojar quince euros para ver a Sr. Chinarro en Malandar. A ver qué tal se porta. La verdad es que he escuchado su último disco en un coche, volviendo de Málaga este verano, y me gustó. Me gusta cómo suelta esas letras sin la menor preocupación más allá de ese mismo acto de frescura.

He avisado a Raimond. Supongo que porque en su coche también me inflé de escuchar sus discos hace ya años. He escuchado a Sr. Chinarro principalmente en coches, pero el de Raimond lo hacía más especial: en nuestras idas y venidas a comprar polen del bueno nos acompañaba siempre su música. Recuerdo que Sr. Chinarro se me antojaba como el autor que mejor casaba con Raimond; es decir, su actitud, sus opiniones, su somnolencia.

¿Sabrá él que tengo una de sus guitarras acústicas? Su primo me la vendió hace cinco años ya, una epiphone negra (desquintada, he de decir, aunque la arreglaré pronto). Sobre ella, vuelta boca abajo, me puse trincho de rayas en los Caños de Meca en aquel verano de escapismo, melancolía, alcohol, música y altas dosis de Carmelo- o sea, autodestrucción a la carta con un deje de placidez sobrecogedor. En Madrid, hace más años aún, me cogí varias cogorzas bien gordas con uno de sus baterías. Parece que tengo con él una especie de relación indirecta de fuego, así que por fin me he animado a verlo en concierto (nunca me había molestado en hacerlo antes, supongo que porque quería mantener mis recuerdos de su música en el coche de Raimond completamente intactos). Lo he llamado, pero Raimond no puede venir. Dos camaradas de la Moneda sí vendrán, no estaré solo. Lo tengo todo preparado para agazaparme al fondo de la sala, justo delante de la mesa, para oírlo bien mientras me preparo mis hierbas medicinales...

Así que hoy sí que tengo algo que hacer, para variar. La verdad es que podría dedicarme a ver conciertos como mal menor. Este fin de semana me quedo solo y todo parecía indicar que me lo iba a pasar en casa o en casa de Mammonio (por cierto, debería llamarlo, pero, ¿y se pone otra vez en plan cabrón como nos tiene acostumbrados?), pero tengo una especie de plan, vaya. Y el sábado hay algo, alguien me ha dicho algo, pero ahora no caigo- caeré.

Cuando acabe el concierto estoy casi seguro de que no podré soportar la idea de meterme en un bar de copas. ¿Debería intentarlo? Bufff...

Bufff...

Bufff...

...
...
...
..
..
..
.
.
.

No hay comentarios: