lunes, 9 de marzo de 2009

Latido-Luna



La luna de los lunáticos, cómo lucía ayer sin estar llena...

La luna, reclamada por muchos como un vestigio de la adoración a deidades femeninas, cuando cazábamos y recolectábamos. La llegada de los dioses-soles, masculinos, protectores de la propiedad privada y de sus señores, los dioses-sol de la agricultura; la llegada del neolítico y sus versiones más o menos maquilladas hasta hoy. Prefiero mil veces la magia de la noche y el misterio femenino de esa diosa que luce en blanco y es hermana de las estrellas, y no una de ellas. Mi religiosidad es pagana por completo.

Si la luna se llamara Selene, como para los griegos, hummm.... una Selene de piel blanca y divina que bajara a la tierra a echar una cana al aire (y algo más, como le sucedió con el mortal Endimión), pfua, así yo también me convertiría, sin dudarlo. No es lo mismo adorar a un viejo de mierda que te condena a currar y que no quiere que folles, a adorar a una belleza celestial que encima baja de vez en cuando a la tierra para darte un buen repaso. Fuera chorradas, como católico-pagano-ateo busco a Afrodita, lo que simboliza, en la sensualidad de las mujeres. En una sola, rebosante de ella.

La luna estabiliza el movimiento de rotación de la tierra, regula las mareas, los ciclos biológicos, hace que los días sean perfectamente periódicos, estabiliza la posición del norte tanto magnético como geográfico. Es un elemento estabilizador. Se le debe la vida en tanto que regula la recepción, en nuestro planeta, de toda esa energía brutal lanzada desde el sol.

Sí, el sol está insoportable tras la ventana, el aire se calienta, hace primavera y soy un animal afectado por ella, como los insectos, los pájaros, los perros...


Guíñame tu boca, párpado de voz,
entre tus gemidos sordos.

Que la mía sabe ver el sabor,
y el aliento se lee en los labios
que se pliegan entre guiños.

Guiños de calor...

Cuando tus labios sólo laten,
henchidos al aire,
como un eco del sabor
que fluye de aliento a aliento...

Cuando te tengo anclada,
y te haces dos anillos,
dos guiños de labios,
dos bocas-con-bocas...

¡Qué urgencia,
cuando cesa el aire de tu risa
y fiel desnudas tu piel a toda prisa!

El instante es entonces un latido
en la punta de tu boca;
uno sólo,
y maravillosamente lento...


...
...
...
..
..
..
.
..

2 comentarios:

Anónimo dijo...

No es tu lado bueno
la cara oculta,
Luna


(Este breve poema me vino a la cabeza el otro día mientras asistía a ese concierto en el que uno de los músicos mostraba las mil y una formas de hacer sonar un pandero. ¿Recuerdas la historia? Ay, estos músicos iraníes...)

Quacking-pingüino absort-minded visions dijo...

Hey, Sam, ¿dónde puedo responderte o comentar cosas?