Joseph von Eichendorff escribió en 1826 la novela “Aus dem Leben eines Taugenichts” (Sobre la vida de un holgazán), donde hace una parodia de todos y cada uno de los tópicos que caracterizaban al movimiento romántico. Esta parodia resulta cuanto menos curiosa, viniendo del poeta lírico más importante del Romanticismo alemán, aunque en su período tardío.
Debe haber escritas toneladas de papel sobre el tema, pero, sin recurrir a ellas, me asalta la misma duda: ¿fue un ejercicio de autocrítica o, por el contrario, denunciaba la existencia de “románticos de estampita”?
Como he dicho, debe de haber toneladas de papel sobre el tema, pero yo, todo chulo, me lo voy a inventar, y he decidido que esa novela era una crítica a los rebaños románticos; porque me apetece más, más que nada.
Y para ilustrar lo que Eichendorff señalaba como intolerable en las malas imitaciones, tengo aquí preparada esta “joya” de los años setenta que me atormenta desde hace años. O sea, con esta entrada quiero afirmar que ser romántico (o, mejor dicho, pertenecer al Romanticismo, que no es lo mismo) no implica ser un caradura de lágrima fácil, piel viscosa, cerebro-pasa, hígado-gruyer, todo ello sazonado con una labia que coordina, con un éxito totalmente obsceno, lo cursi y lo soez. Esos son otra "cosa".
Yo titularía este lo-que-sea que voy a compartir con vosotros así: “Lo que nunca se debe hacer, ni ser”; pero el genial autor de esta adaptación al español de una canción italiana (cuya autora guardaré en el anonimato por no perjudicarla), coherente consigo mismo (por otra parte), la tituló “Bellísimo”. La interpreta un tal Gonzalo, a quien todos reconoceréis si os cuento que en Verano Azul se coló con el nombre de “Bruno”, personaje rock-me-pajeo-star que se cayó de un acantilado al intentar coger un mechero como resultado de su mala digestión de la fama. Adjunto la letra de la canción, para que os conciencieis de que aquello a lo que el coronel Kurtz se refería como "el horror", existe.
Hoy he firmado mi sentencia.
La soledad por el teléfono.
Me has dicho:
¡bueno, si tú quieres,
adiós muy buenas!
Tu adiós
de hielo me ha sonado
como una piedra
atada en el estómago.
Se ha terminado nuestro juego,
tu burla amarga.
¿Por qué he perdido tanto tiempo
pensando en ti a cada paso?
Porque creí ser importante
y, al final, sólo fui un payaso.
Porque te abrí mi pensamiento
y confesé lo que yo siento.
Salté volando hacia la luna.
Te hice gozar como a ninguna. (nótese aquí que el artista demuestra su "ímpetu" entrando fuera de tiempo)
Te preguntaba y tú callabas,
me entristecía y tu dormías.
Y en el espejo, día a día,
me repetía que me amabas.
Te daba todo como un estúpido,
creyendo siempre ser el único.
Me sonreías y decías que…
Soy bellísimo, soy bellísimo,
A la mierda mi cuerpo
si mi alma está sola.
Soy bellísimo, soy bellísimo…
nana nana nanana nanana na naaaaaa
Ahora en las sombras de mi cuerpo,
donde se ahogan mis palabras,
me siento el ser más feo de la Tierra.
Eso me siento.
Si, me has deseado por mi cuerpo,
para exhibirme y pasearme
como un muñeco que anda solo,
como un ridículo estandarte.
Y mientras tanto mi sonrisa
se iba volando hacia tus ojos.
Te preguntaba si me amabas
y me tratabas como un tonto.
Me sonreías y decías que…
Soy bellísimo, soy bellísimo,
A la mierda mi cuerpo
si mi alma está sola.
Soy bellísimo, soy bellísimo
nana nana nanana nanana na naaaaaa
2 comentarios:
Trago duro,
trago duro,
¡Menudo trago más duro!
No me hagas sufrir más, nooooooooooooo!!!! A la mierda mi cuerpooooooooo!!!!
Menudo lechugino indigno.
He tenido que reírme desde las holgazanas ganas de la desidia ignorante e impotente ante semejante usurpador de lo real.
Publicar un comentario